512 d¨ªas bajo tierra
Los rescatistas logran extraer restos de dos mineros de Sabinas pero la tragedia est¨¢ lejos de cerrarse
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Llamarle al carb¨®n mineral ¡°rojo¡± no necesita mucha explicaci¨®n en M¨¦xico, donde decenas de mineros yacen bajo tierra, pero no precisamente en un cementerio. Con el color de la sangre lo denominan en Sabinas (Coahuila). All¨ª quedaron atrapados hace 512 d¨ªas los cuerpos de 10 mineros en la en¨¦sima tragedia para estos obreros y sus familias debido a las malas condiciones de las explotaciones. Un r¨ªo subterr¨¢neo de agua se llev¨® por delante los andamiajes y dificult¨® las tareas de rescate. El pasado mi¨¦rcoles, la inesperada noticia, exenta ya por completo de celebraci¨®n alguna, lleg¨® a los medios de comunicaci¨®n. Restos de dos personas emergieron por fin a la superficie. Se les identifica por ahora como ¡°indicio biol¨®gico A e indicio biol¨®gico B¡±, y as¨ª seguir¨¢n hasta que los an¨¢lisis puedan poner un nombre a sus tumbas y flores sobre ellas.
?El final de la tragedia se adivina m¨¢s cerca si, con suerte, pudieran extraerse muestras de los dem¨¢s infortunados. Mucho antes que los cad¨¢veres, salieron a la luz en aquellos d¨ªas las p¨¦simas condiciones en que se desenvuelven estos trabajadores y oscuras responsabilidades que nunca se saldan del todo. Hay dos detenidos por lo ocurrido entonces, el capataz Cristian Sol¨ªs Saavedra y Luis Rafael Garc¨ªa Luna Acu?a, uno de los presuntos due?os de la empresa. Arnulfo Garza C¨¢rdenas se fug¨® y lo busca la Interpol. Algunos pudieron escapar con vida tras el derrumbe. Los familiares contaban los d¨ªas haciendo esperanzadoras c¨¢balas sobre cu¨¢nto puede aguantar alguien sin comida, sin el ox¨ªgeno suficiente y posiblemente malherido a 62 metros bajo la superficie. Con el paso del tiempo, cualquier llama de luz se fue apagando y todos volvieron a sus casas con la indigerible desgracia de la mina.
?Las autoridades informan de que se han retirado desde entonces 2,3 millones de metros cu?bicos de suelo y roca. El resultado siempre es peque?o, habida cuenta de que las tragedias van por delante de los ¨¦xitos en el rescate. En julio de este a?o, otro accidente se llev¨® la vida de dos mineros y el registro que llevan los familiares por su cuenta eleva a 3.100 los hombres que no han vuelto a casa desde que se abri¨® la explotaci¨®n a finales del siglo XIX.
En efecto, las condiciones que soportan los mineros en esas tierras y otras de M¨¦xico pueden calificares de decimon¨®nicas. Y el abordaje de los accidentes tampoco difiere mucho de aquellas d¨¦cadas en que solo se pod¨ªa hacer una cosa: llorar. Las explotaciones est¨¢n lejos todav¨ªa de tener la supervisi¨®n laboral adecuada y la responsabilidad penal suele enredarse en una mara?a de due?os y prestanombres con los cimientos mejor edificados que aquellos que sostienen las galer¨ªas subterr¨¢neas.
El mineral seguir¨¢ llevando el color de la sangre, por si el negro del carb¨®n no fuera poco.
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