Gustavo V¨¢zquez Lozano, escritor: ¡°La historia fue injusta con Victoriano Huerta¡±
El autor de la novela biogr¨¢fica del expresidente repudiado tras el golpe de Estado en 1913 devuelve el car¨¢cter humano al villano m¨¢s odiado de M¨¦xico en el 108? aniversario de su muerte
La historia no perdona a los traidores. Y en M¨¦xico se recuerda con ¨¦nfasis al mayor traidor que ha tenido el pa¨ªs en la presidencia. El peor insulto que se le puede hacer a un pol¨ªtico es decir ¡°eres un Huerta¡±, en referencia al mandatario al que se responsabiliza de la muerte del presidente Francisco I. Madero, al usurpador que dio el golpe de Estado en 1913, al personaje que toda una naci¨®n conoce m¨¢s como El Chacal. Su repudio es tal que en 2020, el entonces secretario de Cultura de la Ciudad de M¨¦xico, Jos¨¦ Alfonso Su¨¢rez del Real y Aguilera, lleg¨® a decir que este personaje ¡°no merece tener una fotograf¨ªa en ninguna p¨¢gina de la historia¡±. Y todo un pa¨ªs coincide con ¨¦l, a excepci¨®n del escritor Gustavo V¨¢zquez Lozano (Aguascalientes, 54 a?os), quien ha publicado una novela biogr¨¢fica de aquel presidente titulada El indio Victoriano Huerta (Debate, 2023).
Al regresar de sus estudios en Nueva York y Washington, y con algunos t¨ªtulos de divulgaci¨®n hist¨®rica ya publicados, le propusieron a V¨¢zquez colaborar en la creaci¨®n de un libro sobre an¨¦cdotas presidenciales con datos curiosos de cada mandatario de M¨¦xico. Cuando le toc¨® llegar a Huerta, iba a dejarlo de lado por los prejuicios que comparten muchos de sus compatriotas sobre la mancha negra en la Revoluci¨®n. Pero un detalle de su biograf¨ªa le hizo darle una oportunidad. ¡°Para mi sorpresa, vi que Huerta en su juventud fue astr¨®nomo y matem¨¢tico, un hombre de ciencias. Y a m¨ª me encantaba la astrolog¨ªa de chico¡±, confiesa. Eso, sumado a que nadie se hab¨ªa atrevido a publicar una biograf¨ªa completa de ¨¦l, le dio el valor para lanzarse a escribir la historia del presidente m¨¢s odiado de M¨¦xico.
Sin embargo, la tarea no era f¨¢cil. Apenas se conservan documentos de la vida de Huerta antes de entrar al Colegio Militar de M¨¦xico. Adem¨¢s de que intentar que los lectores empaticen con el repudiadio expresidente parec¨ªa imposible. ?C¨®mo mostrar el lado humano del villano nacional, aquel que la historia despreci¨® tanto que lo convirti¨® en una caricatura desalmada? ¡°Cualquier villano tiene que ser todo deslealtad, aberraci¨®n, la imagen de lo otro, de lo que no somos. Hace falta no una revisi¨®n hist¨®rica, sino usar el poder de la novela, de la literatura, para tratar de formar conexiones emocionales y comprender mejor el contexto de sus acciones¡±, dice el escritor.
A trav¨¦s de cartas, notas period¨ªsticas de la ¨¦poca, archivos hist¨®ricos, partes de guerra militares y fotograf¨ªas pudo desandar los pasos de Huerta y ponerse en sus zapatos. Su infancia fue lo m¨¢s dif¨ªcil. El expresidente naci¨® de padres ind¨ªgenas en el pueblo de Colotl¨¢n, en Jalisco. Los pocos registros que hay de los primeros a?os de su vida all¨ª hablan de inundaciones, epidemias de c¨®lera e incursiones de bandidos que llegaban al pueblo, robaban, quemaban y dejaban el pueblo en ruinas. ¡°El personaje madura odiando las revueltas, los pronunciamientos y el bandidaje, y en su edad adulta privilegia la paz como el valor m¨¢ximo que pueda conseguirse¡±, a?ade V¨¢zquez sobre las ra¨ªces de su protagonista, quien luc¨ªo marcas de viruela reveladoras de unos or¨ªgenes en la pobreza.
La narrativa m¨¢s lograda es la historia detr¨¢s de la ceguera de Huerta, que le hizo llevar sus caracter¨ªsticos lentes oscuros en la ¨²ltima mitad de su vida. Para ello, V¨¢zquez us¨® el rasgo que m¨¢s le gustaba del protagonista: su af¨¢n por el descubrimiento cient¨ªfico y su obstinaci¨®n por la astronom¨ªa. Solo tuvo que juntarlo con un acontecimiento en el cielo que ocurri¨® en agosto de 1882, cuando El Chacal estaba en Veracruz en una de sus incursiones en la Comisi¨®n Geogr¨¢fica para trazar los l¨ªmites entre ese Estado y Puebla. ¡°Sabemos que estaba en ese lugar tratando de ver el tr¨¢nsito de Venus y lejos de todo telescopio. Yo ten¨ªa dos opciones: imagin¨¢rmelo renunciando a tratar de ver el evento o me lo imaginaba con su car¨¢cter fuerte, impulsivo y sin miedo haciendo la lucha de ver el Sol, aunque se hubiera quemado los ojos¡±, cuenta el escritor.
Estas an¨¦cdotas inspiran una compasi¨®n que contradice los sentimientos del lector por el villano a lo largo de las p¨¢ginas, y le hacen replantearse su repudio. V¨¢zquez tambi¨¦n usa descripciones que hicieron extranjeros que le conocieron, los cuales le llaman ¡°nuestro querido viejo¡± por c¨®mo los hac¨ªa re¨ªr. ¡°Si aqu¨ª en M¨¦xico los rastros que quedaron de ¨¦l lo describ¨ªan como un alcoh¨®lico, drogadicto, bruto, analfabeto, indio, yo ve¨ªa que los extranjeros que estuvieron en M¨¦xico en la Revoluci¨®n lo describen como encantador, culto, simp¨¢tico y siempre alerta¡±, subraya V¨¢zquez. Las cartas que les escribi¨® a sus hermanas revelan una personalidad sensible, tambi¨¦n la desgraciada historia de un enamoramiento frustrado por un amigo que le arrebat¨® al amor de su vida. ¡°Veo una persona sensible, y suena tan escandaloso decirlo¡±, confiesa.
En varias ocasiones, se menciona en el libro la relaci¨®n que ten¨ªa con el presidente Benito Ju¨¢rez. Fue su protector en sus ¨²ltimos a?os en el cargo cuando Huerta todav¨ªa era un adolescente, el mecenas que consigue que le dejen entrar con 19 a?os al Colegio Militar, reservado para familias con apellidos importantes, el ¨²nico otro presidente ind¨ªgena que ha tenido M¨¦xico. ¡°Huerta en su madurez le platic¨® a su ministro de Educaci¨®n sobre la conversaci¨®n que tuvo con Ju¨¢rez y pese a que no tenemos detalles, hay una frase que sobrevivi¨® y que Huerta record¨® hasta su edad adulta: ¡®de indios como usted, la patria espera mucho¡±, relata V¨¢zquez.
Con todo, el destino aguard¨® finales muy diferentes para ambos presidentes. ¡°Pero si no somos tan desiguales: ¨¦l fue dictador por fuerza de las circunstancias, igual que yo, ¨¦l tuvo su rebeli¨®n en La Ciudadela y yo tambi¨¦n, ¨¦l tuvo su m¨¢rtir que fue Maximiliano de Hamburgo y yo tuve el m¨ªo, Francisco I. Madero¡±, protesta Huerta en el libro. Para ¨¦l, la llegada de la Decena Tr¨¢gica, el golpe militar que ocurri¨® entre el 9 y el 19 de febrero de 1913 que acorral¨® a Madero en el Palacio Nacional con Huerta como general, definir¨ªan el legado que dej¨® como presidente.
V¨¢zquez, quien recrea los di¨¢logos internos del general al firmar el pacto para derrocar a Madero y asumir ¨¦l la presidencia de M¨¦xico, insiste en que el golpe de Estado no lo inicia Huerta. Tambi¨¦n apunta a que la situaci¨®n militar entonces era desastrosa para que ¨¦l terminara con la revuelta, ya que ve c¨®mo las fuerzas rebeldes se atrincheran en La Ciudadela con un arsenal superior y en ventaja num¨¦rica respecto a su ej¨¦rcito. ¡°Huerta no tiene mucho margen de acci¨®n, y cuando llegan los refuerzos no est¨¢n claramente del lado de Madero. El general avizora la llegada del caos en el que varios soldados se van a batir en las ruinas de la ciudad hasta que quede el ¨²ltimo vivo¡±. Por ello, seg¨²n el escritor, Huerta decide aprovechar su influencia militar y que todav¨ªa tiene el favor de la poblaci¨®n, e interviene para ¡°tomar control de las cosas¡± antes de que la ciudad se caiga a pedazos. ¡°?l dir¨ªa si pudiera, como hizo al final de sus d¨ªas, que fue un nacionalista, no un monstruo. ¡®No mat¨¦ a Madero¡¯. Se lo dijo a su confesor en su lecho de muerte. Hasta el ¨²ltimo minuto de su vida insisti¨® en ello, que fueron militares y que alg¨²n d¨ªa se conocer¨ªa la verdad. Yo tengo que ser fiel a ese personaje¡±, contin¨²a V¨¢zquez.
Los libros sobre ¨¦l antepondr¨ªan el golpe de Estado a todo lo dem¨¢s, a la preocupaci¨®n que mostr¨® por mejorar la educaci¨®n en M¨¦xico, a su respeto a las huelgas, a su intento de nacionalizar el petr¨®leo y a mejorar los mapas que dar¨ªan m¨¢s adelante una incalculable ventaja militar a los futuros presidentes. ¡°La historia fue injusta con Victoriano Huerta¡±, sentencia V¨¢zquez, ¡°supo crear un gran villano a costa de olvidar su complejidad, de su formaci¨®n cient¨ªfica, de su estatus como nuestro otro presidente ind¨ªgena de M¨¦xico¡±. Sobre el car¨¢cter sanguinario que le valieron apodos como El fusilador y El carnicero, el escritor lo atribuye a la ¨¦poca y a la caracterizaci¨®n del villano. Admite todos los adjetivos, pero incide en que Huerta fue ¡°como muchos otros generales de su ¨¦poca¡±. Con una distinci¨®n importante. ¡°Huerta lo hac¨ªa en el contexto de la guerra, en el cumplimiento de una misi¨®n militar. Qu¨¦ diferencia con otros personajes como Pancho Villa que est¨¢n en nuestro pante¨®n de h¨¦roes nacionales y se sabe que ¨¦l fuera del contexto de la guerra mandaba a fusilar por venganza, desamor o porque estaba borracho¡±, matiza.
V¨¢zquez asegura que su intenci¨®n con esta novela no es defender al expresidente, sino poner en valor las contribuciones que hizo a M¨¦xico y despertar el inter¨¦s por estudiar el Gobierno de Huerta, ¡°tan tab¨² y repudiado¡±. Aun as¨ª, se atreve a confesar que estar¨¢ satisfecho si su libro consigue ¡°devolver el car¨¢cter humano a este personaje, devolverlo a la historia con todas sus complejidades¡±: ¡°Yo estar¨¦ muy contento si esto sucede¡±.
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