Vuelos de la muerte en la base militar de Pie de la Cuesta en Acapulco: ¡°El Estado mexicano tiene una deuda con las v¨ªctimas¡±
El Centro de Derechos Humanos Miguel Agust¨ªn Pro Ju¨¢rez y la oficina de investigaciones visuales de SITU Research dan a conocer un video que reconstruye c¨®mo se realizaba esa pr¨¢ctica
Entre las d¨¦cadas de 1960 y 1980, el r¨¦gimen priista que gobernaba M¨¦xico abr¨ªa los brazos a exiliados que hu¨ªan de las dictaduras en Sudam¨¦rica, como las de Chile o Argentina. Mientras tanto, en silencio y con la complicidad de todo un aparato represivo, aniquilaba en su propia casa cualquier intento de rebeli¨®n social. En la base a¨¦rea militar de Pie de la Cuesta, en Acapulco, Guerrero, una de las pr¨¢cticas m¨¢s oscuras de la violencia estatal tuvo lugar durante el programa de los vuelos de la muerte.
La informaci¨®n habla de m¨¢s de 200 vuelos registrados en ese lugar entre 1975 y 1981. Por lo menos 30 de ellos fueron identificados como vuelos en los que se arrojaron al mar los cuerpos de campesinos, maestros, activistas, estudiantes o m¨¦dicos detenidos de forma irregular. ¡°El Estado tiene una deuda con las v¨ªctimas, con sus familias y con las generaciones que no conocen los vuelos de la muerte¡±, dice un video que reconstruye por primera vez los vuelos hechos en esta base militar, realizado por el Centro Prodh y SITU Research.
La rutina de los altos mandos militares mexicanos era casi siempre la misma y se fue perfeccionando con el paso de los a?os y la cotidianidad de la pr¨¢ctica: el general les disparaba a los detenidos en la nuca con un rev¨®lver calibre 380, les colocaba una bolsa de pl¨¢stico en la cabeza para evitar que quedaran rastros de sangre y met¨ªa los cad¨¢veres dentro de costales con piedras pesadas. Los costales eran cosidos y transportados en carretilla hasta un avi¨®n de fabricaci¨®n israel¨ª, al que tambi¨¦n se le colocaba una lona para evitar que, otra vez, quedara alg¨²n rastro de sangre en el piso de la aeronave. Se dirig¨ªan luego hacia el mar y a unos 230 kil¨®metros de la costa los arrojaban uno por uno.
Centro Prodh y SITU Research difundieron la reconstrucci¨®n en el marco del D¨ªa Internacional del Derecho a la Verdad en relaci¨®n con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y la Dignidad de las V¨ªctimas. La fecha busca honrar la memoria de monse?or ?scar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980, despu¨¦s de una vida dedicada activamente a la denuncia de las violaciones de los derechos humanos de las personas m¨¢s vulnerables de El Salvador.
Con este proyecto de reconstrucci¨®n de las pr¨¢cticas represivas en Pie de la Cuesta, se busca que el Estado mexicano reconozca la existencia de los vuelos de la muerte durante Guerra Sucia en el pa¨ªs. Y que, de esa forma, las familias de las v¨ªctimas y las generaciones que desconocen tengan acceso a la informaci¨®n que se les ha negado por parte de instituciones como el Ej¨¦rcito. Los expedientes en cuyos registros podr¨ªan encontrarse las identidades de un centenar de detenidos que fueron v¨ªctimas de tortura y desapariciones forzadas est¨¢n blindados en los cuarteles. Se trata de personas de todos los estratos sociales, profesiones y origen, castigados con la muerte y el olvido por su manera de pensar, su militancia o su ideolog¨ªa.
Alicia de los R¨ªos Merino es hija de una mujer que lleva su mismo nombre, desaparecida hace 50 a?os. Alicia de los R¨ªos era estudiante en 1973 cuando decidi¨® sumarse a la dirigencia de la Liga Comunista 23 de Septiembre, una organizaci¨®n guerrillera mexicana fundada en los primeros a?os de la d¨¦cada de los a?os setenta, y su rastro se pierde para siempre en 1978, en la base a¨¦rea militar de Pie de la Cuesta. En 2022, en una conferencia oficial en el Campo Militar N¨²mero 1 en Ciudad de M¨¦xico, De los R¨ªos Merino reiter¨® que era una necesidad hist¨®rica la verdad y la justicia para familias como la de ella, pero tambi¨¦n para el resto de la sociedad.
¡°La historia rebelde fue ocultada por presidentes y autoridades del pasado que dise?aron planes contrainsurgentes, esas historias subterr¨¢neas son desconocidas por generaciones enteras actuales, civiles y militares. Nosotros las conocemos por la transmisi¨®n de las y los sobrevivientes que nos confiaron esos fragmentos de verdad. Sus testimonios son indiscutibles, pero hoy venimos por los que faltan. Esas huellas se encuentran en sus propios archivos, en los silencios de los soldados retirados que hoy tienen la oportunidad y el deber de hablar (...) No hay democracia con desaparecidos¡±, dijo.
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