Lilly T¨¦llez: hay gente pa t¨®

Cu¨¢ntas veces se viene a la cabeza la gran frase del torero espa?ol Rafael Ortega, El Gallo, el d¨ªa que le presentaron a Ortega y Gasset y le explicaron que los fil¨®sofos, como aquel, se dedican al estudio del pensamiento: ¡°Hay gente pa t¨®¡±, solt¨® castizo el matador. La expresi¨®n lo mismo denota sorpresa que constataci¨®n. Escuchando las declaraciones de la senadora mexicana Lilly T¨¦llez, en las que pide disculpas al presidente ecuatoriano Daniel Noboa por haber M¨¦xico ¡°violado el suelo ecuatoriano, su autonom¨ªa y libertad¡± en la crisis diplom¨¢tica que mantienen ambos pa¨ªses, solo cabe admirar la clarividencia de El Gallo: hay gente pa t¨®.

La frase, en efecto, constata que all¨¢ donde todo el mundo se ha puesto de acuerdo en condenar el asalto a la embajada mexicana por parte de una horda de polic¨ªas armados hasta los dientes, siempre se hallar¨¢ a alguien que lo haya visto al rev¨¦s. Es el caso de la conservadora Lilly T¨¦llez. Pocas veces un acontecimiento alcanza tal consenso nacional e internacional: La ONU, la CELAC, la OEA, la Uni¨®n Europea y decenas de pa¨ªses han condenado la intrusi¨®n de los agentes en la embajada mexicana y su comportamiento violento con el personal diplom¨¢tico. En M¨¦xico tampoco ha habido discrepancias notables al respecto: hasta la oposici¨®n, en plena campa?a electoral, ha optado esta vez por criticar la orden de Noboa de sacar de la embajada por la fuerza al exvicepresidente de su pa¨ªs Jorge Glas. La candidata panista, X¨®chitl G¨¢lvez, dijo: ¡°Las sedes diplom¨¢ticas de cualquier naci¨®n extranjera son inviolables¡±. Con l¨®gica pol¨ªtica y natural empat¨ªa.

Ya se ha dicho casi todo de lo que all¨ª ocurri¨®. Y se han visto las im¨¢genes en las que los agentes zarandean hasta echar al suelo al jefe de aquella canciller¨ªa, Roberto Canseco, que acab¨® con un collar¨ªn terap¨¦utico para paliar las lesiones. Sin embargo, la panista opina que este hombre fue quien viol¨® la ley y pide disculpas a los ecuatorianos en su nombre, Lilly T¨¦llez, y en el de millones de mexicanos.

La crisis de la embajada ven¨ªa precedida por unas declaraciones del presidente mexicano, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, que muchos han interpretado, tambi¨¦n T¨¦llez, como un exceso y una falta de respeto al mandatario ecuatoriano. Eso tiene margen para el debate. Lo que no lo tiene es la toma policial de una embajada y los abusos que all¨ª se dieron. Por eso cabe preguntarse a qu¨¦ millones de mexicanos ¡°de bien¡± se refiere la senadora. Hablar en nombre de otros siempre es un riesgo, en nombre de millones, un absurdo.

Hay gente pa t¨®, se dec¨ªa arriba, tambi¨¦n expresa sorpresa: no solo que alguien discrepe de media humanidad, sino que lo haga Lilly T¨¦llez, mexicana y conservadora hasta el punto de coquetear con la ultraderecha. De una ideolog¨ªa as¨ª suelen esperarse las t¨ªpicas claves nacionalistas que en otros tiempos ser¨ªan Dios, patria y rey y ahora se concentran en Dios, patria, familia y xenofobia. Hagamos Am¨¦rica grande, los inmigrantes son el demonio, la familia es una y cat¨®lica, y lo dem¨¢s son aberraciones. En esas simples coordenadas se mueve la ultraderecha en pr¨¢cticamente todo el mundo. Y en M¨¦xico, adem¨¢s, el nacionalismo y el amor a la bandera son resabios priistas con los que ha crecido todo el mundo. ?Traiciona T¨¦llez esos principios por molestar al presidente L¨®pez Obrador, por situarse al lado de un presidente, Daniel Noboa, que quiz¨¢ comparte con ella la ideolog¨ªa? Si hasta la Argentina de Javier Milei ha condenado el asalto a la embajada.

T¨¦llez reprocha a L¨®pez Obrador haber echado por tierra, con sus declaraciones sobre el Gobierno de Ecuador, la frase de Benito Ju¨¢rez: ¡°El respeto al derecho ajeno es la paz¡± y le acusa de g¨¢nster, irrespetuoso, violador de leyes, rid¨ªculo e intruso. Para inmediatamente despu¨¦s, compararle con Nayib Bukele. Si la senadora fuera presidenta de M¨¦xico, estar¨ªamos ante otra crisis diplom¨¢tica, ahora con El Salvador. Por eso hay que distinguir entre la verborrea pol¨ªtica de unos y otros y un escandaloso asalto a una embajada. Aunque eso nunca nos libre de la sorpresa y la constataci¨®n de que hay gente pa t¨®.

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