Si eres ind¨ªgena tienes que calzar huaraches
Un marat¨®n de Ciudad Ju¨¢rez tiene atrapadas a las corredoras tarahumaras entre el viejo y el nuevo mundo
![Ver¨®nica Palma Marat¨®n de Ciudad Ju¨¢rez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GILDAY2WZNAOJLOHWQ5Q7YMSKU.jpeg?auth=7f07541e4ec9adcdb09ef426081ebba2c2c21aa8ec52927050d29596b2e4e95f&width=414)
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En el marat¨®n internacional de Ciudad Ju¨¢rez hay una categor¨ªa Ind¨ªgena. No una infantil o juvenil, no, ind¨ªgena. Una para hombres y otra para mujeres, s¨ª, pero ind¨ªgenas. A las mujeres que se inscriben las obligan a correr con vestidos floreados y huaraches, sandalias, pues. Los requisitos usan hasta letras may¨²sculas para que a nadie se le olvide. Dicen, textualmente, las cl¨¢usulas en su letra e: Todos los corredores que participen en la categor¨ªa IND?GENAS, el d¨ªa del evento deber¨¢n participar (correr) OBLIGATORIAMENTE con su traje t¨ªpico y el calzado deber¨¢ ser, sin excepci¨®n, huaraches o sandalias (NO TENIS). Es para salir corriendo, desde luego, pero de indignaci¨®n.
Contaba en este peri¨®dico Marco Romero la pasada semana, lo sucedido a Ver¨®nica Palma, una mujer de 33 a?os, cuando particip¨® en la carrera de octubre de 2022. Lleg¨® la primera, pero qued¨® descalificada tras una denuncia en la que se expon¨ªa que en mitad de recorrido se hab¨ªa calzado unas deportivas. No es objeto de este art¨ªculo qui¨¦n puso la denuncia, qu¨¦ pruebas ofreci¨® o si ten¨ªa raz¨®n en lo que se?alaba. Lo que aqu¨ª se viene a contar es qu¨¦ opinar¨ªa el mundo entero si en las carreras de velocidad se pusiera una categor¨ªa exclusiva para los et¨ªopes o keniatas y se les obligara a correr descalzos, por ejemplo. O una solo para las negras.
Los tarahumara de Chihuahua son excepcionales corredores de fondo. Tambi¨¦n se les denomina rar¨¢muris, es decir, ¡°de pies ligeros¡± y en su particular cosmovisi¨®n honran a los ancestros corriendo, porque entienden que si dejan de hacerlo el mundo se detiene, de ah¨ª que hayan perfeccionado como pocos eso que ahora se denomina deporte y que se sumen como cualquier otro a un marat¨®n con requisitos determinados. Pero est¨¢n atrapados entre dos mundos, el antiguo y el actual. Si quieren usar deportivas tienen que hacerlo en la categor¨ªa corriente, pero si no corren en la modalidad ind¨ªgena sienten que les repudiar¨¢n por deshonrar a su pueblo, por sentir verg¨¹enza de sus costumbres. Al otro lado, los que no son ind¨ªgenas no pueden participar de estas costumbres aunque quisieran.
Las tarahumara quieren demostrar la enorme capacidad de sus piernas, bombeadas por el mismo coraz¨®n que gastan las dem¨¢s, y ganar el premio, 10.000 pesos, pero est¨¢n encarceladas en un mundo ancestral que no les permite sumarse a las innovaciones del vestuario de las que gozan otras participantes. Hay voces, entre las propias corredoras, que critican la ¡°floclorizaci¨®n¡± de esta cita. La carrera de San Silvestre del 31 de diciembre, que se disputa en medio mundo, en Chihuahua tambi¨¦n obliga a llevar huaraches a quienes se apuntan en la modalidad ind¨ªgena. Se dir¨ªa que penalizan a los mejores atletas para que no averg¨¹encen a quienes tienen peores aptitudes. Es como salir de la meta con una bola de hierro encadenada a los tobillos, para deleite tur¨ªstico. O como esas payasadas de hombres corriendo en tacones que todav¨ªa se estilan en algunas fiestas. Por cierto, los tarahumara corren con huaraches, pero no con falda. El martirio tambi¨¦n tiene diferencias de g¨¦nero.
No se trata de perder las costumbres, ni las tradiciones ni el floclore, el asunto es qui¨¦n est¨¢ obligado a conservarlas. ?Por qu¨¦ no se obliga a las mujeres blancas a correr como se hac¨ªa hace 100 a?os? Con huaraches no les dejan porque no son tarahumaras, otra cuesti¨®n de extra?a discriminaci¨®n. Si se trata de una carrera folcl¨®rica ?por qu¨¦ no puede participar quien lo desee atendiendo a los requisitos? Pero ?qui¨¦n quiere molerse los pies hasta dejarlos ensangrentados, cuando puede correr convenientemente equipado para ganar velocidad y comodidad con las nuevas tecnolog¨ªas? Palma, con 17 a?os ya de vida sobre el asfalto de Ciudad Ju¨¢rez, no se adapta a los huaraches. Y las que bajan de la monta?a, aunque est¨¢n acostumbradas, no encuentran en el duro suelo las mejores condiciones. La mujer asegura que en 2022 los organizadores se comprometieron a anular este requisito, pero no ha sido as¨ª.
El mundo no para de girar, efectivamente, los tarahumaras tienen raz¨®n, nunca se detiene. Muchas de las antiguas tradiciones se han ido acomodando a los nuevos tiempos con el cuidado de no desvirtuar sus or¨ªgenes en la medida de lo posible, pero rompiendo con aquello que se hace indigerible. Hay t¨¦cnicas para simular la muerte de 100 caballos en una batalla cuando se est¨¢ rodando una pel¨ªcula; o para escenificar el fin de un esclavo romano devorado por los leones sin impedir que el actor llegue a cenar a su casa. Acabar una carrera con los pies ensangrentados solo es apto para la Semana Santa.
Cuando el viejo mundo se encuentra con el nuevo siempre hay cosas que cambiar. O acaso los tarahumaras no tienen un refrigerador, no se asean en una ba?era o usan una computadora para estudiar. De nuevo, el eterno dilema entre lo que se puede o debe conservar y lo que hay que aniquilar para siempre. En las fiestas de 15 a?os que se celebran en M¨¦xico, las muchachas van vestidas de princesas, pero antes incluso de que alguien se haya parado a reflexionar seriamente sobre esta tradici¨®n, muchas han decidido ya que debajo de los faldones de tules dorados quieren calzarse unas deportivas en lugar de machacarse los pies todo un d¨ªa de bailes y atenciones. Por algo se empieza. Urge separar la paja del grano, distinguir tradici¨®n del suplicio, honrar lo bueno de la historia antigua sin desde?ar lo mejor de la moderna. El mundo no va a parar nunca y cada d¨ªa a?ade sus 24 horas de historia.
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