Jazmina Barrera, escritora: ¡°Elena Garro era una mujer muy valiente, pero tambi¨¦n muy imprudente que se hizo muchos enemigos¡±
El libro ¡®La reina de espadas¡¯ recupera fragmentos de la obra de la novelista y dramaturga mexicana, cartas llenas de an¨¦cdotas y pasajes de su diario para contar su vida zarandeada por los acontecimientos del siglo XX
Dec¨ªa Elena Garro en su novela m¨¢s famosa Los recuerdos del provenir que ella solo era memoria y la memoria que de ella se tenga. Pero, ?c¨®mo recordar a una mujer que con su vida tan fren¨¦tica, maltratada y con una personalidad contradictoria y err¨¢tica fue uno de los grandes enigmas del siglo XX? Una dramaturga y novelista a la que se le atribuye el primer experimento con el realismo m¨¢gico, pero que sus libros son dif¨ªciles de conseguir. La autora mexicana Jazmina Barrera ni siquiera la conoc¨ªa bien, cuando con 27 a?os cursando una maestr¨ªa en la Universidad de Nueva York, una profesora chilena le dijo que leyera a Garro porque sus libros se parec¨ªan a los que ella trataba de escribir. Ah¨ª empez¨® un viaje a trav¨¦s de sus documentos personales ¡ªque a d¨ªa de hoy todav¨ªa conservan manchas de caf¨¦ y olor a orines de gato¡ª. Se zambull¨® en las cartas de sus amantes y de su marido, Octavio Paz, en los diarios de la atormentada escritora de Puebla, analiz¨® fragmentos de su obra y rescat¨® de ellos los trazos autobiogr¨¢ficos, recolect¨® an¨¦cdotas de conocidos de Garro y los mezcl¨® con vivencias en primera persona y lleg¨® hasta hacer consultas al tarot. Todo para responder a una pregunta: ?Qui¨¦n diablos era Elena Garro? La traves¨ªa llena de baches qued¨® documentada en el libro La reina de espadas que no es una biograf¨ªa, ni un ensayo, ni una novela. Es, en palabras de su autora, ¡°una colecci¨®n de historias, ideas, datos¡± que tiene un esp¨ªritu tan libre como el de la mujer a la que trata de descifrar.
Barrera (Ciudad de M¨¦xico, 36 a?os) se describe a s¨ª misma como una escritora, editora, madre y a veces traductora. Estudi¨® letras inglesas en la UNAM antes de recibir una beca en la Fundaci¨®n para las Letras Mexicanas. Su m¨¢ster en escritura creativa lo curs¨® en la Universidad de Nueva York donde descubri¨® a Garro, a quien investig¨® en profundidad a su regreso a M¨¦xico para instalarse a vivir en la capital. ¡°Ves en ella su capacidad de jugar con la memoria, con el tiempo. Su humor, su inteligencia. Su perspectiva de g¨¦nero que, aunque ella se dec¨ªa que no era feminista, en sus obras est¨¢ la denuncia a la violencia contra las mujeres y a la represi¨®n y mandato del matrimonio. Tambi¨¦n habla de la edad y cosas tan contempor¨¢neas¡±, enumera la autora, con los ojos llenos de admiraci¨®n. ¡°T¨² como escritora vi¨¦ndola a ella tambi¨¦n como escritora crees que fue injusto el trato que le acab¨® dando el mundo a su obra¡±, lamenta Barrera, quien describe a Garro como una mujer particular. ¡°Una mujer, por un lado, muy valiente y, por otro lado, muy imprudente que se hizo de muchos enemigos¡±, resume.
Lo cierto es que Elena Garro, pese a su talento y su magnetismo, tuvo una vida llena de giros y obst¨¢culos que explican por qu¨¦ su obra no est¨¢ reconocida como se merece, seg¨²n Jazmina Barrera. Para empezar, su matrimonio contra¨ªdo cuando ella todav¨ªa era menor de edad con unos de los autores m¨¢s queridos y emblem¨¢ticos del pa¨ªs, Octavio Paz. Este enlace en el libro se relata como una relaci¨®n profundamente t¨®xica, llena de violencia, amenazas y represi¨®n que dejan a Paz como un marido celoso y posesivo, al filo de maltratador psicol¨®gico. ¡°No me consta que ¨¦l haya puesto ning¨²n veto a la obra de Elena, pero entiendo por qu¨¦ mucha gente por congraciarse con ¨¦l hasta la fecha todav¨ªa la tilde de loca y desprecie sus libros¡±, se?ala Barrera. Quiz¨¢s su matrimonio contribuy¨® a su desgracia, pero no fue el ¨²nico factor.
A finales de los sesenta, Garro junto a su hija, ya curtidas en el activismo y la lucha campesina, apoyaban con dinero y refugio a estudiantes perseguidos por la guerra sucia de M¨¦xico. En esta ¨¦poca ambas se sent¨ªan amenazadas y perseguidas, tras varias llamadas amenazantes a su casa. Cuando ocurri¨® la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre, Garro culp¨® a la ¨¦lite intelectual mexicana de sembrar las ideas revolucionarias que le costaron la vida a decenas de j¨®venes. Sus declaraciones convirtieron a hombres como Paz pero tambi¨¦n a personajes reconocidos como Rosario Castellanos o Carlos Monsiv¨¢is en el chivo expiatorio de un movimiento masivo.
¡°Quise buscar en esa historia un cuento polic¨ªaco y me encontr¨¦, en vez, con una mezcla de azar, violencia, caos, intrigas, malas decisiones y p¨¦sima suerte¡±, escribe Barrera sobre este pasaje de la vida de Garro, quien despu¨¦s de airear sus acusaciones tuvo que huir de M¨¦xico en una nube de paranoia, con su hija y todos sus gatos, y envuelta en una trama de espionaje y repudio. ¡°Se vio reducida a nada, estaba en el exilio, no ten¨ªa dinero, no ten¨ªa ninguna red de protecci¨®n de amigos¡±, cuenta Barrera. Su distanciamiento con la ¨¦lite cultural mexicana y el Gobierno explica el vac¨ªo de publicaciones de Garro durante tantos a?os despu¨¦s del 2 de octubre, que solo termin¨® cuando ella volvi¨® a M¨¦xico tras residir durante m¨¢s de dos d¨¦cadas en Nueva York. ¡°Tuvo un peque?o resurgimiento cuando volvi¨®, pero ya fue muy dif¨ªcil. Ella ya estaba muy grande, muy cascarrabias, muy enojada y triste. Escrib¨ªa tambi¨¦n en esos a?os en un estado de mucha precariedad, tuvo que empe?ar su m¨¢quina de escribir. No ten¨ªa casi libros, no ve¨ªa bien y yo creo que muchos de sus libros no fueron bien editados ni fueron bien le¨ªdos cuando salieron¡±, reconoce Barrera.
Elena Garro tuvo una vida llena de luces, pero tambi¨¦n de sombras, como indica la autora. ¡°Ella es una de las mejores escritoras que hemos tenido. Era una mujer llena de contradicciones, llena de defectos pero tambi¨¦n valiente, brillante, entra?able, un personaje muy ic¨®nico¡±, narra. Agrega que la historia de Garro estuvo atravesada por la historia de muchos otros grandes personajes hist¨®ricos, como Elena Poniatowska, su amante Bioy Casares y la esposa de este, Silvina Ocampo, su amigo y director de cine Julio Bracho o el pol¨ªtico Carlos Madrazo. Todas estas intervenciones en su libro hacen que se devoren las p¨¢ginas, buscando la siguiente an¨¦cdota escondida de la narrativa hist¨®rica del siglo XX, en la seguramente hab¨ªa una disputa.
Ni siquiera se salv¨® su relaci¨®n con su hija, Helena Garro, su compa?era de vida y tumba. Ambas inspiraron varias obras literarias, como Las dos Elenas de Carlos Fuentes o El sue?o de los h¨¦roes de Adolfo Bioy Casares, pero la personalidad arrolladora de Garro acab¨® deteriorando este y m¨¢s de sus v¨ªnculos. En las p¨¢ginas de La reina de espadas, Barrera confiesa que la actitud err¨¢tica de Garro la desconcert¨® hasta el final. ¡°Despu¨¦s de meses de investigaci¨®n, de leer sus libros, su correspondencia, sus diarios y varias biograf¨ªas de ella, todav¨ªa hay muchas cosas que no entiendo¡±, se lee en las ¨²ltimas p¨¢ginas, cuando acude a que le echen las cartas del tarot para responder interrogantes pendientes sobre su protagonista y que le da t¨ªtulo a su libro. Barrera consuma con una reflexi¨®n en el cierre de su obra una dedicatoria para Garro y los fantasmas que la acecharon: ¡°Que quisiste ser una reina y acabaste siendo bruja. Una reina bruja ¡ªque las hay tambi¨¦n, claro que s¨ª¡ª perseguida y delirante, aislada del mundo con tus gatos, leyendo el tarot y las constelaciones¡±.
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