EEUU - M¨¦xico¡ no provoquen a Sheinbaum
Que M¨¦xico haya sido dejado a oscuras durante todo este tiempo tras la ca¨ªda del ¡°Mayo¡±, marcar¨¢ el punto de partida de la nueva relaci¨®n con Estados Unidos
Los comicios en Estados Unidos activar¨¢n una nueva fase en la relaci¨®n entre Washington y Morena. Gane quien gane allende el r¨ªo Bravo, el T¨ªo Sam intentar¨¢ apretar a su vecino del sur. El actual gobierno mexicano no se allanar¨¢: es una lucha que le anima.
La presidenta Claudia Sheinbaum llega al martes electoral con buenas credenciales en t¨¦rminos de fortaleza. Tras su primer mes en Palacio Nacional, proyecta control en medio de las crisis heredadas, una en inseguridad y la otra, precisamente, con el vecino del norte.
En materia diplom¨¢tica, Sheinbaum camin¨® hacia la normalizaci¨®n con Washington. No se enred¨® a la hora de quitar la pausa, un t¨¦rmino vago en diplomacia y por tanto efectivo, que su antecesor decret¨® luego de que Estados Unidos manifestara cr¨ªticas a la reforma judicial.
El canciller Juan Ram¨®n de la Fuente es ahora el interlocutor oficial del representante estadounidense Ken Salazar ¡ªlo cual empodera a la presidenta¡ª, mientras la agenda bilateral padece el letargo propio de una incertidumbre electoral.
Las cosas ser¨¢n muy distintas a partir del martes. No necesariamente porque ese d¨ªa, quiz¨¢ ni en los siguientes, sepamos qui¨¦n gobernar¨¢ la potencia los venideros cuatro a?os, sino porque cualquier tensi¨®n que all¨¢ se viva podr¨ªa alimentar el deseo de dar coletazos ac¨¢.
Ah¨ª empezar¨¢ el segundo mes de Sheinbaum en la presidencia. Las odiosas comparaciones se cernir¨¢n sobre ella, lo mismo si el resultado de las urnas tarda en ser oficial, lo mismo si hay claro ganador, ya sea el republicano Donald Trump o la dem¨®crata Kamala Harris.
Al antecesor de Sheinbaum le toc¨® resistir a Trump y a Joe Biden en la Casa Blanca. Utiliz¨® recursos muy distintos ante ambos, si bien las monedas de cambio fueron las mismas. M¨¦xico canje¨® respeto a sus pol¨ªticas a cambio de ser el patio migratorio de Estados Unidos.
Morena, que tiene en el antiyanquismo uno de sus genes dominantes, nunca fue m¨¢s pragm¨¢tico que su manejo de los intereses de EEUU. No fue sumisi¨®n pura, sino acuerdos quid pro quo que no impiden a M¨¦xico la arenga nacionalista o desplantes unilaterales.
Sheinbaum hered¨®, adem¨¢s del portazo a Ken Salazar, quien cerr¨® el sexenio anterior apestado en Palacio Nacional, donde tantas veces fue recibido, una tensi¨®n creciente en el tema del narco, el vector junto con el comercio que han marcado d¨¦cadas de relaci¨®n bilateral.
El exmandatario desconfiaba de la operaci¨®n de las agencias estadounidenses en suelo mexicano. Y la crisis por la sorpresiva detenci¨®n del general Salvador Cienfuegos, extitular de la Defensa Nacional detenido en Los ?ngeles en 2020, confirm¨® las suspicacias.
Ni la liberaci¨®n de Cienfuegos, expedita y sin que en M¨¦xico se le investigara realmente, cosa que molest¨® en Estados Unidos, reencauz¨® la cooperaci¨®n antinarco.
En medio de esos recelos, en julio de este a?o el narcotraficante Ismael ¡°Mayo¡± Zambada acab¨® en suelo americano, en un secuestro donde el gobierno estadounidense niega haber participado, versi¨®n que ha sido tan opaca en detalles como inveros¨ªmil.
Esta misma semana la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica ha vuelto a denunciar la reticencia de Washington, y ha cuestionado la falta de arrestos y otras diligencias en ese esc¨¢ndalo. Este reclamo se hizo en la ma?anera, en donde reapareci¨® el fiscal Alejandro Gertz Manero.
Si bien Sheinbaum dio continuidad al reclamo mexicano a EEUU por la falta de informaci¨®n del operativo en donde uno de los hijos del Chapo Guzm¨¢n entreg¨® al narcotraficante Zambada, al invitar a Gertz Manero a la conferencia de prensa la mandataria hizo escalar el diferendo.
Salazar contest¨® a Gertz manifestando su extra?eza de que el operativo no sea considerado una victoria de ambos pa¨ªses. Una postura que groseramente desde?a lo elemental: el rapto de este ciudadano mexicano no pudo ocurrir sin pacto previo entre los Guzm¨¢n y EEUU.
Que M¨¦xico haya sido dejado a oscuras durante todo este tiempo tras la ca¨ªda del ¡°Mayo¡±, marcar¨¢ el punto de partida de la nueva relaci¨®n con Estados Unidos en una materia caldeada adem¨¢s por el hecho de que el poder¨ªo de los c¨¢rteles mexicanos fue tema electoral en EEUU.
Cuando eventualmente los gobiernos retomen el di¨¢logo sobre el crimen organizado, en el mismo incidir¨¢ la guerra en Sinaloa, y en otros estados, provocada por la detenci¨®n del ¡°Mayo¡±, escalada que encierra una paradoja bilateral.
En efecto, si Washington no hubiera apadrinado la ca¨ªda de Zambada, es probable que en Sinaloa reinara a¨²n la ¡°pax narca¡± que llevaba varios a?os. La violencia desatada desde ese arresto constituye, asimismo, una prueba de la incapacidad institucional de M¨¦xico.
Estados Unidos querr¨¢ intervenir para que sofocar el polvor¨ªn sinaloense signifique la destrucci¨®n de las capacidades de grupos criminales que infestan sus calles de fentanilo, provocando 70 mil muertos anuales. M¨¦xico tendr¨¢ que resistir halcones intervencionistas.
La presidenta no forjar¨¢ una cooperaci¨®n que no respete la soberan¨ªa (lo que incluye que EEUU pague consecuencias por el arresto del ¡°Mayo¡±), menos si se maltrata su narrativa de los cuatro ejes para construir la paz, y menos a¨²n si le hace parecer menos h¨¢bil que su predecesor.
Si Estados Unidos no tiene en cuenta lo anterior, descubrir¨¢ a la mala que Sheinbaum puede ser m¨¢s intransigente que el exmandatario. Se ha hablado mucho de que los mexicanos padecer¨¢n el cambio en la Casa Blanca, deber¨ªa hablarse tambi¨¦n a la inversa.
M¨¦xico vive un cambio de r¨¦gimen. De las muchas implicaciones que tiene esa transformaci¨®n, destaca el empoderamiento de la presidenta. Ella y su mayor¨ªa legislativa pueden, ya lo demostraron, hacer cualquier cambio constitucional. Cualquiera.
Para el grupo en el poder lleg¨® la hora de la redefinici¨®n de muchas cosas. Y tienen prisa al respecto. Como cualquier otro ente, Estados Unidos ha de entender que el nuevo gobierno desde?a conceptos democr¨¢ticos que fueron moneda de curso corriente en el pasado.
La Rep¨²blica Mexicana es vista hoy por quienes la gobiernan como una democracia ejemplar que ha de dar lecciones al mundo. La presidenta lo dice con respecto a la elecci¨®n de jueces, por ejemplo, y si lo dice es que lo cree.
La econom¨ªa, incluyendo el T-MEC, han de ajustarse a esta nueva manera mexicana de entender la democracia. Cualquier intento proteccionista de quien sea que llegue a la presidencia de EEUU en enero ser¨¢ resistido con renovado car¨¢cter.
El T-MEC ser¨¢ invocado por M¨¦xico tanto para resistir pol¨ªticas proteccionistas como para avanzar en batallas morenistas; por ejemplo, la que rechaza ¡°porque s¨ª¡± las semillas modificadas gen¨¦ticamente.
Morena jugar¨¢ en una banda donde sabe que la interdependencia de las econom¨ªas hace caro para las partes el desanudarse. Pero a diferencia de tiempos de Pe?a Nieto, e incluso del sexenio anterior, el componente ideol¨®gico guiar¨¢ la forma de proceder de M¨¦xico.
Si a Sheinbaum le hablan de violencia de los c¨¢rteles, ella hablar¨¢ de hipocres¨ªa porque no se menciona el millonario negocio de las armas estadounidenses y, por supuesto, de las mafias locales que lucran, sin ser estigmatizadas, con los narc¨®ticos en suelo americano.
Si a Sheinbaum le avientan aranceles, la presidenta recordar¨¢ su pasado ambientalista y podr¨ªa repensar autorizaciones como la otorgada a Mexico Pacific, con el que empresarios de Texas quieren inundar Asia con gas enviado desde el mism¨ªsimo Mar de Cort¨¦s.
Si le intentan arrinconar, la mandataria nacionalista recordar¨¢ que es cierto, que M¨¦xico no tiene por qu¨¦ pagar un muro verde olivo, o caqui por aquello de la Guardia Nacional, para detener y retener a quienes buscan cruzar suelo mexicano rumbo al sue?o americano.
Si Estados Unidos no quiere que se repitan casos de expropiaci¨®n ¡ªas¨ª se llamen de otra forma¡ª como el de Vulcan Materials en Quintana Roo (que se supone que una nueva administraci¨®n estadounidense presionar¨¢ para revertir), entonces que el injerencismo se vaya con pies de plomo, porque ac¨¢ la supermayor¨ªa y la presidencia supremacista no tienen complejos.
M¨¦xico puede ser un dolor de cabeza para Washington. Y no solo al rev¨¦s. Por principio, porque a diferencia del pasado inmediato, hace d¨¦cadas que no hab¨ªa una presidencia absoluta, que encima se asume con la obligaci¨®n de ahondar esa supremac¨ªa.
Buena suerte a los vecinos con su elecci¨®n. Que gane el que la mayor¨ªa, en su peculiar modelo electoral, decida. El gobierno de ac¨¢ est¨¢ listo para sentarse a la mesa, pero no lo har¨¢ a la defensiva.
Claudia Sheinbaum tiene lista una bater¨ªa de argumentos para comparar democracias. Sin hacerse menos, querr¨¢ negociar en todo terreno. Sin falsos temores, buscar¨¢ una era de complementariedad en Norteam¨¦rica. Pero no lo har¨¢ desde la supeditaci¨®n.
Vienen tiempos nuevos para una relaci¨®n que ha visto de todo.
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