Qu¨¦ solos est¨¢n los poetas
Leer es muy antinatural para el ser humano y cuando se maneja la t¨¦cnica llega una poes¨ªa y lo descoloca todo
En la gran nave de la FIL de Guadalajara hay poetas, muchos. Llegan con lo puesto, muchos. Y hablan de lo que no tienen: dinero. Pertenecen a esa franja estrecha de la clase media mexicana que, pese a su formaci¨®n, tambi¨¦n pasa estrecheces. Qu¨¦ solos est¨¢n. Se r¨ªen diciendo que el 90% de los poetas odia al 90% de los poetas, pero no es cierto. Se quieren, se conocen y se arropan en las presentaciones de sus libros a las que no acuden las grandes figuras de los renglones cortos.
Citar al azar algunos nombres de poetas es poner a prueba la cultura de quienes lo saben casi todo de narrativa: Pedro Derrant, Luis Membrillo, Maira Col¨ªn, Claudia Luna Fuentes, Brenda R¨ªos, Jos¨¦ Antonio P¨¦rez Robleda. En estos d¨ªas de vino y libros pasean su sonrisa y sus dificultades para llegar a fin de mes y explican que escriben en las horas libres. Dicen que se odian porque hay pocas becas para repartirse y vuelven a re¨ªr.
?Por qu¨¦ la poes¨ªa no se lee, no se compra como la narrativa? Explicaba P¨¦rez Robleda en la FIL que leer es lo m¨¢s antinatural que existe para el ser humano y que solo se hace masivamente desde los ¨²ltimos 50 a?os. Es un gran artificio para el cerebro y exige, primero, saber leer, segundo, entender lo que se est¨¢ leyendo. Cuando ya se ha dominado la t¨¦cnica, llega un poeta con sus artificios caprichosos y lo hace m¨¢s complicado. ¡°La poes¨ªa es el lenguaje que est¨¢ sucediendo¡±, interpreta Derrant sobre las tesis de Mario Montalbetti. Es como un encaje de bolillos que se va creando y la mente humana no siempre est¨¢ preparada para traducirlo. Una lluvia fina de conceptos cae en los lugares inadecuados del cerebro. Pero moja y con eso basta para empezar.
La poes¨ªa es una violencia, dir¨¢ otra vez el joven Derrant. Sugiere que tambi¨¦n podemos hallar belleza en un poema antiguo de lenguaje endiablado. Entonces, ?podremos, del mismo modo, disfrutar unos versos en fin¨¦s? Alguien cont¨® sobre una manifestaci¨®n de protesta laboral en la puerta del Sol de Madrid a la que acudi¨® un sindicalista alem¨¢n para dar ¨¢nimos. Subi¨® al escenario y se solt¨® una soflama en su lengua, levantando el pu?o, moviendo el brazo con pasi¨®n: hacia adelante, mis tropas desharrapadas, interpretaron todos. La plaza entera disfrut¨® el poema que fue aquella hermandad obrera. Y no entendieron nada.
Muchos poetas han ido diciendo adi¨®s a su juventud y a sus sue?os de vivir en verso. Cuenta Derrant ante una cerveza que la escritora mexicana Priscila Palomares suele decir que el poeta es hoy el personaje m¨¢s perfectamente anticapitalista, el que no est¨¢ sujeto a las modas, un pantal¨®n y una camisa, desayuno, comida y cena sin salir de casa, unos libros y pocos caprichos. No hay para m¨¢s y quiz¨¢ tampoco lo quieren. El lenguaje po¨¦tico es el ant¨ªpoda del publicitario. Un lema publicitario est¨¢ dise?ado para entrar como un ob¨²s al cerebro, un tiro en la cabeza, sin escapatoria, inserta un deseo comercial. La poes¨ªa se dispersa como la neblina, se hace jirones, se deshebra sin encontrar el espacio. Exige. Y el mundo est¨¢ para pocas exigencias. Mejor comprar que tener, mejor ver que reflexionar, mejor o¨ªr que leer. La poes¨ªa es pura violencia.
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