Pol¨ªticas de la entrop¨ªa
Un acto de disculpa del Estado a una defensora cuyos derechos y cuyo cuerpo fueron violentados esconde la verdad de su incapacidad: los culpables siguen libres
Hace dos semanas, en este mismo espacio, habl¨¦ de la pol¨ªtica del trampantojo. Le¨ªa sobre la relaci¨®n entre Mozart y Salieri, cuando record¨¦ la disputa entre Parrasio y Zeuxis, la cual me hizo pensar en la trampantojizaci¨®n de la pol¨ªtica. Lo que buscaba era se?alar c¨®mo la pol¨ªtica, en general, y los pol¨ªticos, en particular, que hab¨ªan abandonado la mentira en nombre de la devaluaci¨®n de la verdad, hab¨ªan terminado por elegir la mentira transformada en verdad por ilusi¨®n.
Igual que una c¨²pula que busca enga?arnos mediante una concepci¨®n equivocada de los espacios y las perspectivas, es decir, una ilusi¨®n creada para nuestros sentidos ¡ªno hace falta, claro est¨¢, regresar hasta el medioevo, el renacimiento o el manierismo, basta pensar en los grafitis y est¨¦nciles de Banksy¡ª, los pol¨ªticos actuales se han abonado al truco.
Como ejemplos, apenas mencion¨¦ unos cuantos, aquellos que me parec¨ªan los m¨¢s sencillos: videos en los que vemos lo que desea aquel que hace p¨²blico un video determinado, en lugar de lo que hay en ese mismo video; audios en los que escuchamos aquello que ha decidido que escuchemos quien nos bombardea con una grabaci¨®n, en vez de lo que hay en ese audio.
Mi idea para este art¨ªculo era, siguiendo lo anterior, convertirlo en una serie de ejemplos, menos sencillos, sobre la trampantojizaci¨®n de la pol¨ªtica. Escribir, por ejemplo: mientras la autoridad monta y publicita un acto de disculpa a una defensora cuyos derechos y cuyo cuerpo fueron violentados por representantes del Estado, esa misma autoridad, que escenifica, para los sentidos del ciudadano, su contrici¨®n, esconde la verdad de su incapacidad ¡ªpor no decir falta de voluntad¡ª: los culpables siguen libres.
O escribir, tambi¨¦n a modo de ejemplo: a la vez que la autoridad despliega en conferencias, mediante comunicados de prensa, a trav¨¦s de medios afines y por intermedio de sus reba?os digitales, una y otra vez y una m¨¢s, el retrato intervenido ¡ªbellamente, cabe a?adir¡ª de un Francisco I. Madero que, por vez primera, sonr¨ªe y se parece al iluminado que hablaba con fantasmas, es decir: al mismo tiempo que la autoridad lanza contra los sentidos del ciudadano la violencia que ha sufrido un lienzo, esconde, por prestidigitaci¨®n, las violencias que sufren las mujeres mexicanas.
O: al tiempo que el Gobierno, otra vez, mediante su poder de comunicaci¨®n masiva, toma el centro del debate que ha suscitado el Tren Maya, imponiendo como verdades absolutas, perennes y ¨²nicas los beneficios que dicho proyecto llevar¨¢ a los pueblos del sureste y la certeza blindada de su buena voluntad, desaparece, meti¨¦ndolas adentro de la copa de un sombrero negro, las voces, las opiniones, las resistencias y hasta los gestos de aquellos que ven, no s¨®lo en el Tren Maya, sino en la buena voluntad del Gobierno, un error, una omisi¨®n o una traici¨®n de origen, quiz¨¢ incluso inadvertida para el traidor: tu idea de desarrollo esconde mis ideas de desarrollo, tu buena voluntad oculta mis voluntades.
Por supuesto, eran varios los ejemplos que hab¨ªa pensado y que quer¨ªa desarrollar en este art¨ªculo, precisamente, como ejemplos, porque la trampantojizaci¨®n de la pol¨ªtica es general: mientras el Gobierno externa sus condolencias por la muerte de un periodista y asevera que no se pueden permitir m¨¢s agresiones, repitiendo su discurso, tanto el verbal como el gestual y el simb¨®lico, en todos los foros que le es posible, la realidad, es decir, las condiciones que hicieron posible el asesinato ¡ªtodos los anteriores y, peor a¨²n, el que est¨¢ por llegar¡ª, son encubiertas por la ilusi¨®n ¡ªlas condolencias¡ª que las invisibilizan. Preocupado por hipnotizarnos, el mago, a pesar de sus palabras, manoteos y abrazos, ha olvidado asir la realidad y transformarla.
Este art¨ªculo, sin embargo, no es ¡ªo tal vez s¨ª¡ª s¨®lo ese texto que quer¨ªa ejemplificar la trampantojizaci¨®n de la pol¨ªtica. Y es que Exhalaci¨®n, el libro de Ted Chiang que Sexto Piso publicar¨¢ en espa?ol dentro de unas cuantas semanas, me hizo darme cuenta de que hoy son tan importantes las pol¨ªticas del trampantojo como esas otras que podr¨ªamos llamar de la entrop¨ªa. Me explico: leyendo el relato que da t¨ªtulo al libro mencionado, en el que un estudiante de anatom¨ªa devenido cient¨ªfico construye una m¨¢quina para diseccionar y estudiar su propio cerebro, con el objetivo de observar el funcionamiento de sus recuerdos, pens¨¦, precisamente, en el car¨¢cter entr¨®pico de nuestros pol¨ªticos.
Y es que buscando en sus neuronas la explicaci¨®n del por qu¨¦ ha perdido ciertas facultades, el personaje de Chiang descubre que el problema no est¨¢ en sus neuronas ¡ªque en este caso son min¨²sculos filamentos de oro¡ª sino en c¨®mo interact¨²an ¨¦stas con el aire. El problema, pues, est¨¢ en el aire, en la presi¨®n con la que este corre por sus venas. Dicho problema, sin embargo, es mucho m¨¢s grande de lo que hab¨ªa imaginado: est¨¢ cambiando la presi¨®n de su mundo, de modo que m¨¢s all¨¢ de las facultades que est¨¢ perdiendo, lo que deja ver el futuro es el fin de la vida tal y como se le conoce.
Lo peor es que el descubrimiento del personaje de Exhalaci¨®n no parece tener soluci¨®n, pues son ellos, los miembros de su especie, quienes est¨¢n, con cada inhalaci¨®n y exhalaci¨®n, llevando la presi¨®n del universo hacia su punto de equilibro. Se trata de un problema entr¨®pico, que, como confiesa el propio Chiang, fue inspirado por una de las ideas que Roger Penrose desarrolla en La nueva mente del emperador: aquella que dice que no es del todo correcto decir que al alimentarnos generamos energ¨ªa.
Y es que, en realidad, al alimentarnos, lo que hacemos es transformar energ¨ªa y, sin ser conscientes de ello, contribuir al desorden del universo, pues transformamos energ¨ªa qu¨ªmica (una manzana, por ejemplo), que es entr¨®picamente baja, en energ¨ªa f¨ªsica (el calor que libera nuestro cuerpo, por ejemplo), que es entr¨®picamente alta. Y ac¨¢ es donde la trampantojizaci¨®n se vincula con la entropizaci¨®n.
Adem¨¢s del calor que libera nuestro cuerpo, ?qu¨¦ otras formas de transformar en energ¨ªa entr¨®picamente alta la energ¨ªa entr¨®picamente baja tenemos los seres humanos? La m¨¢s evidente, para m¨ª, es el habla, que no es sino otra forma de exhalaci¨®n. Hablar, en pocas palabras, contribuye al desorden de nuestro universo.
De ah¨ª que sea algo que deber¨ªamos hacer ¨²nica y exclusivamente para nombrar aquello que resulta esencial y necesario, aquello que transparenta y no aquello que oculta, aquello que enuncia sentido y no aquello que enga?a o ilusiona.
Cada vez que un pol¨ªtico decide transformar una mentira en verdad por ilusi¨®n, gasta, como menos, el doble de palabras de las que el universo requer¨ªa. Esconder, ocultar, invisivilizar es liberar energ¨ªa entr¨®picamente alta, sin necesidad alguna. Por eso resulta indispensable correr los velos que enga?aron a Zeuxis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.