La debilidad del poderoso presidente
Todo el poder de L¨®pez Obrador resulta incapaz de insuflar en la econom¨ªa los niveles de inversi¨®n y creaci¨®n de empleos que se necesitan para activar a las regiones deprimidas
El presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador pol¨ªticamente est¨¢ cada vez m¨¢s fuerte, pero parad¨®jicamente las posibilidades de llevar a buen puerto su proyecto de transformaci¨®n econ¨®mica y social disminuyen en la misma proporci¨®n. M¨¦xico vive hoy un peligroso divorcio entre pol¨ªtica y econom¨ªa. Y esa es la debilidad de tan poderoso presidente. Empecemos por lo primero.
Todo indica que el presidente saldr¨¢ fortalecido de las decisivas elecciones intermedias que se celebrar¨¢n este verano, lo cual har¨ªa a¨²n m¨¢s preeminente su peso en lo que resta del sexenio. Por un lado los sondeos se?alan que Morena, el partido en el poder, arrasar¨¢ en las gubernaturas (tiene pron¨®stico favorable en 13 de las 15 que estar¨¢n en disputa) y hay pocas dudas de que mantendr¨¢ la mayor¨ªa en el Congreso (resta saber si conseguir¨¢ la mayor¨ªa calificada que le permite cambios constitucionales o solo la mayor¨ªa simple, que le obligar¨ªa a negociarlos). Los otros factores de poder poco a poco se han alineado o han sido neutralizados: el Ej¨¦rcito se ha convertido en aliado privilegiado; el poder judicial se encuentra a la defensiva y la Suprema Corte pendula hacia el obradorismo; el Gobierno de Biden, que pod¨ªa ser un contrapeso, s¨²bitamente ha perdido un poco de capacidad de negociaci¨®n frente a la crisis pol¨ªtica dom¨¦stica que ha generado la migraci¨®n centroamericana, donde M¨¦xico juega un papel estrat¨¦gico; los empresarios est¨¢n desunidos y un tanto atemorizados por una pol¨ªtica fiscal punitiva en la que muchos de ellos tienen un pasado vulnerable; los partidos de oposici¨®n lejos de recuperarse de la debacle de 2018 parecen estar a¨²n m¨¢s debilitados. Y tan importante como todo lo anterior: el presidente mantiene su popularidad intacta, a pesar de la pandemia, los esc¨¢ndalos, la propaganda adversa y el calamitoso a?o que hemos vivido.
En suma, la escena p¨²blica es, en gran medida, la de un solo hombre. No obstante, al mismo tiempo, se trata de un hombre cada vez m¨¢s imposibilitado de sacar adelante su ambicioso proyecto: instaurar un r¨¦gimen capaz de provocar un cambio sustantivo en la vida de los m¨¢s pobres. El presidente buscaba crear las condiciones para un mejor reparto de la riqueza pero hacerlo sin violencia, sin expropiaciones radicales y sin despojar de la suya a los sectores acomodados. Quer¨ªa hacerlo, s¨ª, suprimiendo las malas pr¨¢cticas y acotando al empresariado crecido parasitariamente a la sombra del poder p¨²blico. Pero en ning¨²n momento se plante¨®, ni se ha planteado, una redistribuci¨®n de la riqueza quit¨¢ndole a unos para d¨¢rselo a otros. Ni siquiera se concibi¨® una reforma fiscal m¨¢s progresiva, como se hace en Europa, para gravar al gran capital en beneficio de los de abajo.
Siendo as¨ª, la ¨²nica posibilidad de mejorar la dotaci¨®n que se llevan los que menos tienen resid¨ªa en aumentar la riqueza. Una parte saldr¨ªa del combate a la corrupci¨®n, pero otra tendr¨ªa que ser resultado de una nueva expansi¨®n econ¨®mica. El presidente realmente cre¨ªa que el pa¨ªs iba a crecer tan pronto como se estimulara el poder adquisitivo de los sectores populares. La propuesta econ¨®mica del Gobierno al arrancar el sexenio no era mala y ciertamente era m¨¢s justa. Buscaba reactivar el mercado a trav¨¦s de enormes transferencias sociales capaces de incrementar el ingreso de los sectores populares y, por ende, la demanda. Se trataba de una medida de justicia social, pero tambi¨¦n una manera de incentivar la expansi¨®n productiva del sector empresarial. A ese est¨ªmulo a la inversi¨®n privada se agregar¨ªa un clima favorable mediante finanzas p¨²blicas sanas, inflaci¨®n contenida, impuestos estables y una moneda s¨®lida. Su Tren Maya o su proyecto de inversi¨®n en el Istmo intentaban convertirse en detonantes puntuales para paliar la falta de inversi¨®n en regiones marginales.
Ese era el plan. La pandemia barri¨® con ¨¦l. Nunca sabremos cu¨¢l habr¨ªa sido el impacto real de la propuesta econ¨®mica de la 4T. Nada resiste un tsunami capaz de desplomar la producci¨®n de esa manera. Con o sin L¨®pez Obrador, y all¨ª est¨¢n tasas similares de pa¨ªses europeos m¨¢s s¨®lidos, el desplome habr¨ªa sido brutal. El 9% que cay¨® el PIB no sorprende de una econom¨ªa tan sensible al turismo, al petr¨®leo, al intercambio comercial y tan afectada por la presencia del sector informal. La crispaci¨®n entre las ¨¦lites, durante y posterior a la pandemia hizo el resto.
El poder pol¨ªtico y el poder econ¨®mico no pudieron ponerse de acuerdo para convenir una tregua o para encontrarse a medio camino. Ambos se han atrincherado cada uno en sus propias fortalezas: L¨®pez Obrador se ha hecho pol¨ªticamente m¨¢s fuerte; por su parte, los empresarios han dado un paso atr¨¢s y han asumido una actitud m¨¢s pasiva, algunos por precauci¨®n, otros por irritaci¨®n.
Lo cierto es que la aton¨ªa econ¨®mica que estamos viviendo, amordaza en la pr¨¢ctica a los ambiciosos y bienintencionados planes del presidente. Hoy las enormes transferencias sociales son m¨¢s un tema de bienestar y de ¨¦tica social; sirven apenas para paliar la miseria, pero distan de ser un factor de reanimaci¨®n capaz de impulsar a la econom¨ªa. Quiz¨¢ lo habr¨ªan sido en otras condiciones. Hoy hay m¨¢s pobres que en 2018.
En este momento todo el poder del presidente resulta incapaz para insuflar en la econom¨ªa los niveles de inversi¨®n y creaci¨®n de empleos que se necesitan para activar a las regiones deprimidas y sacar de la pobreza a los sectores abatidos. No hay manera de crecer sin inversi¨®n, de la misma forma que no se puede cosechar sin haber sembrado; y tanto la inversi¨®n p¨²blica como la privada tienen dos a?os deprimidas y sin un cambio significativo a la vista.
Frente a esta situaci¨®n el presidente parece decidido a cambiar lo que s¨ª puede, es decir, lo que sus poderes pol¨ªticos ampliados le permiten: la estructura jur¨ªdica e institucional para instaurar un r¨¦gimen menos inclinado a las ¨¦lites. De all¨ª su insistencia en los cambios constitucionales o en entregar al Ej¨¦rcito los beneficios futuros de obras de infraestructura para evitar su privatizaci¨®n. No puede imponer al empresariado un mandato para que invierta o genere empleos, pero puede dictaminar salarios m¨ªnimos m¨¢s altos y mejores prestaciones para que sean efectivas cuando tales empleos vuelvan a crearse.
Nos esperan tres a?os complicados. Un presidente fuerte en lo pol¨ªtico y maniatado en lo econ¨®mico decidido a conseguir, aunque sea a tirones y jalones, un andamiaje institucional m¨¢s justo para los mexicanos empobrecidos. Resultados sustantivos en la vida diaria de todos ellos ser¨¢n escasos. No es poca cosa, pero se queda corta con respecto a las expectativas. En 2024 veremos el encontronazo de aquellos que quieran revertir los cambios para deshacer este andamiaje y aquellos que deseen aterrizarlos bajo condiciones m¨¢s favorables. Pero esa es otra historia.
@jorgezepedap
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