Tsy?l?. Chale: Las posibilidades de conversar
El hecho de que la escritura haya sido un proceso truncado y negado para mi lengua materna provoc¨® que la conversaci¨®n se volviera un recurso privilegiado para construir textos argumentativos conjuntos
La masa textual que se crea en una conversaci¨®n tiene unas caracter¨ªsticas que la hacen distinta de otro tipo de texto. Cada interacci¨®n moldea, sin poder anticiparlos, el rumbo y la forma que tendr¨¢n las interacciones ling¨¹¨ªsticas. En una conversaci¨®n, las palabras que emito, los ademanes con los que acompa?o esas palabras, las variaciones en el tono de mi voz y la sintaxis en las que las acomodo tendr¨¢n un impacto directo en lo que emitir¨¢ como respuesta la persona que juega el papel de mi interlocutora. La conversaci¨®n se vuelve un texto que se va tejiendo a dos manos en donde la interpretaci¨®n juega tambi¨¦n un papel crucial. Nunca sabemos con certeza a qu¨¦ conclusiones nos llevar¨¢ una conversaci¨®n cuando esta se trata de confrontar ideas distintas sobre temas variados: ?Cambiar¨¢ mi forma de pensar sobre un asunto? ?Confirmar¨¢ las ideas que ten¨ªa sobre ello? ?Me informar¨¢ sobre consideraciones que no hab¨ªa siquiera contemplado? Conversar con ¨¢nimo de entender y en la mejor disposici¨®n conlleva el deseo de dejarse impactar, de dejarse transformar y tal vez por eso, platicar, conversar, es mi actividad de ocio favorita y lo es tambi¨¦n de una gran parte de mi familia. A veces pienso que el hecho de que la escritura haya sido un proceso truncado y negado para mi lengua materna durante los dos ¨²ltimos siglos, provoc¨® que la conversaci¨®n se volviera el recurso privilegiado para construir textos argumentativos conjuntos. No pod¨ªamos escribir ensayos en mixe as¨ª que aprendimos a argumentar conversando.
Ejercitar cotidianamente la pl¨¢tica, me ense?¨® del gran placer de coincidir y de descubrir que alguien ha llegado a las mismas conclusiones que yo: ¡°As¨ª que t¨² tambi¨¦n piensas esto, ?verdad que es as¨ª?, yo tambi¨¦n pienso lo mismo¡± exclamamos con entusiasmo cuando hallamos un reflejo de nuestros pensamientos en las palabras de las personas con las que conversamos. Hay un gran placer en coincidir, descubrir que coincides en medio de una conversaci¨®n supone un alegre ¡°eureka¡± para el ¨¢nimo. Por el contrario, puede que alguien a quien acabamos de conocer nos caiga muy bien al darnos cuenta de que coincidimos en muchos puntos, pero de pronto algo se rompe y la sombra de una nube eclipsa nuestro entusiasmo cuando descubrimos que esa misma persona odia nuestra bebida preferida o desprecia a nuestra cantante favorita. Las desavenencias tienen algo de anticlim¨¢tico en una conversaci¨®n.
Al contrario, ?qu¨¦ sucede cuando la conversaci¨®n es r¨ªspida y tensa por falta de acuerdos, pero de pronto hallamos un peque?o punto en com¨²n del cual partir para construir una coincidencia? Hace tiempo, un profesor ruso de morfolog¨ªa ling¨¹¨ªstica cuyo nombre ya no recuerdo, nos dijo durante una ponencia que cuando dos personas sensatas no pueden llegar a ciertas conclusiones compartidas es porque una de ellas o ambas no son muy sensatas en realidad, o porque est¨¢n hablando de cosas totalmente distintas y no se han dado cuenta a¨²n. Esta explicaci¨®n me hizo pensar que, para una buena conversaci¨®n sobre temas en los que no hay muchas coincidencias de opini¨®n, muchas veces es necesario partir de un piso com¨²n de supuestos. Es posible que, si estamos hablando de temas pol¨ªticos, no podamos llegar a una m¨ªnima conclusi¨®n compartida por el simple hecho de que estemos partiendo de definiciones de ¡°izquierda¡± bastante diferentes. En esos casos, es mejor preguntar ?qu¨¦ entiendes por ¡°izquierda¡±? ?Cu¨¢l es tu definici¨®n?
Como entusiasta de la pl¨¢tica que soy, las redes sociales han significado para m¨ª una posibilidad de extender el campo de la conversaci¨®n y entablar di¨¢logos con personas con las que no podr¨ªa hacerlo en mi contexto inmediato. No todas mis publicaciones son una invitaci¨®n a conversar necesariamente, muchas veces pueden ser divagaciones, pensamientos en voz escrita o, incluso, interjecciones vagas. En medida de lo posible estoy abierta a la discusi¨®n y a conversar sobre las posibles interpretaciones que puedan tener mis palabras, pero lo sucedido hace unos d¨ªas no ha dejado a¨²n de sorprenderme. Omar Garc¨ªa, el sobreviviente del ataque perpetrado contra los normalistas de Ayotzinapa, public¨® en Twitter fotos de su toma de protesta como diputado por el partido de Morena, compart¨ª esa publicaci¨®n anotando una palabra que aprend¨ª en la Ciudad de M¨¦xico y que no se ha ido de mi vocabulario: chale. No pod¨ªa creer lo que sucedi¨® despu¨¦s. Las interpretaciones de esa palabra llegaron incluso al extremo de que una persona sostuvo que ese ¡°chale¡± era mi contribuci¨®n a ¡°un golpe de Estado blando¡± contra el Gobierno de L¨®pez Obrador. Como es com¨²n cuando los ¨¢nimos se caldean en las redes sociales, las descalificaciones no se hicieron esperar y me pareci¨® que ser¨ªa una buena oportunidad de probar y estirar lo m¨¢s lejos posible algunas ideas que tengo sobre el establecimiento de conversaciones a¨²n en los entornos m¨¢s complicados. Como estaba en medio de trayectos ten¨ªa cierto tiempo disponible: puse mi nombre en el buscador y me fui a responder, preguntar, explicar y comenzar pl¨¢ticas en torno de m¨ª ¡°chale¡±. Me dispuse a la lectura y a la pl¨¢tica con todo el riesgo de alimentar a los troles. Lo peor que pod¨ªa suceder es que perdiera tiempo o que terminara en discusiones bizantinas o en pl¨¢ticas que de tan absurdas resultaran hasta divertidas, cosas que efectivamente tambi¨¦n sucedieron.
La primera idea que tengo sobre las discusiones en las redes sociales es que no es buena idea suponer. Dado que una publicaci¨®n escrita en estas plataformas no puede estar acompa?ada de los gestos de mi rostro, de mis ademanes o del tono de mi voz, es necesario siempre interpretar lo m¨¢s literal posible. Trato de serlo a veces hasta extremos tal vez risibles, pero que me han ayudado mucho; de este modo, si alguien me dice: ¡°no seas est¨²pida¡± probablemente le agradezca el consejo y no me ofenda a menos que me digan ¡°eres est¨²pida¡±. En este segundo caso pregunto por qu¨¦ piensan eso de m¨ª. Interpretar lo m¨¢s literalmente posible evita que terminemos pele¨¢ndonos con nuestras propias interpretaciones y no con lo que la persona en cuesti¨®n haya expresado. Entiendo que muchas personas se enojaron con la interpretaci¨®n que hicieron de m¨ª ¡°chale¡± como ¡°parte del golpe blando al Gobierno de AMLO¡± y no con mi ¡°chale¡± en s¨ª. La segunda idea que trato de ejercitar es aplicar una versi¨®n muy personal de lo que en filosof¨ªa llaman el ¡°principio de caridad¡±. Seg¨²n Wikipedia, este principio ¡°demanda que las declaraciones del interlocutor sean interpretadas como racionales y, en caso de disputa, que se considere su interpretaci¨®n m¨¢s s¨®lida. En su sentido m¨¢s estricto, el objetivo de este principio metodol¨®gico es evitar atribuir irracionalidad o falsedades a las declaraciones de los dem¨¢s, cuando es posible realizar una interpretaci¨®n coherente y racional de las mismas¡±. Digo que aplico una versi¨®n muy personal de este principio porque creo que lo que trato de hacer es interpretar lo mejor posible, asumiendo siempre buena voluntad, lo que me dicen o argumentan aunque no lo haga de la manera sistem¨¢tica y l¨®gica como en realidad lo exige el principio de caridad. Lo dem¨¢s es de manual y b¨¢sicamente se trata de evitar las falacias.
?Por qu¨¦ me parece importante dialogar incluso cuando no es posible hacerlo? No es por aparentar ¡°ser buenita¡± como tambi¨¦n me dijeron. Es m¨¢s bien porque, como ya les dije, platicar es de mis actividades favoritas adem¨¢s de que satisface mucho de lo que me da curiosidad (?por qu¨¦ hay tantas interpretaciones del ¡°chale¡± y por qu¨¦ hace enojar a tanta gente?), adem¨¢s tambi¨¦n me puse a responder porque creo que es peligroso (much¨ªsimo), dejar de platicar y renunciar a la posibilidad de ser impactados por las ideas, las palabras y las conversaciones de los otros. Los discursos de odio son precisamente monolitos discursivos que se construyen solo porque cierran las posibilidades de construirse en el di¨¢logo, no es posible rebatirlos porque no est¨¢n abiertos y, monolitos como son, han servido siempre para aplastar a otras personas cuando se usan con el suficiente poder. Conversar, o tratar de hacerlo, es una apuesta contra la construcci¨®n de los monolitos y, por fortuna, como qued¨® demostrado, hay a¨²n muchos entusiasmados con la posibilidad de dialogar a pesar del enojo que en un inicio les pudo causar mi ¡°chale¡±. A¨²n en medio de tanto enojo, pude hallar peque?os ¡°eurekas¡± para mi ¨¢nimo, espacios peque?itos en donde coincidimos un poquito y eso, ya de entrada, va conjurando la construcci¨®n de monolitos.
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