Estoy con Sergio Ram¨ªrez
Daniel Ortega ha decretado orden de captura y promesa penitenciaria para el escritor nicarag¨¹ense y juro que la intenci¨®n de estas l¨ªneas es no solo abrazarlo sino acompa?arlo ¨Cde ser necesario¡ªa la celda que le asignen
Dichoso el ¨¢rbol, que es apenas sensitivo porque no puede llorar la desgracia de Nicaragua ni re¨ªrse ante las ocurrencias autoritarias de un dictador otrora guerrillero y su consorte pitonisa antip¨¢tica y m¨¢s la piedra dura porque esa ya no siente los dolores de la represi¨®n sigilosa y abierta, la telara?a corrupta del poder omn¨ªmodo y demencial. Las nubes que tat¨²an el lago de Managua o el paisaje que grita ?Viva Le¨®n jodido! se libran de las cicatrices abiertas por un miope y astigm¨¢tico que se engolosinado con su propia efigie en el espejo distorsionante de un circo que lo ha vertido en clon del dictador que ¨¦l mismo ayud¨® a derrocar y clon tambi¨¦n de un sismo que dej¨® piedra sobre piedra la imagen de Nicaragua derrumb¨¢ndose como ahora.
Al escribir estas l¨ªneas pienso en una hermosa monja mercedaria de ojos azules y acento inexplicablemente vasco que luch¨® en la revoluci¨®n sandinista contra Somoza desde las trincheras de Chinandega rodeada de patojos heroicos que donaron sus vidas. Era hermana de mi padre y en una FIL de Guadalajara me pidi¨® presentarla con Sergio Ram¨ªrez para besarle las manos por tanta bendici¨®n que el gigante de Masatepe hab¨ªa hecho por su patria compartida y pienso tambi¨¦n en el fantasma barbado y la mirada ya perdida de un poeta vaquero que luch¨® en la selva nicarag¨¹ense y repudiar¨ªa con sorna la traici¨®n con la que el otrora comandante Daniel Ortega ha pisoteado la lucha por la libertad y la democracia que sigue pendiente en esa tierra que fue coto privado de los Somoza, cementerio de Sandino, paisaje de breve esperanza nutrido de versos y ahora el paisaje humeante del terror desatado.
En las pasadas semanas el r¨¦gimen matrimonial del dictador y su esposa vicepresidenta ha encarcelado a casi dos veintenas de voces opositoras con pretextos inventados, artima?as de alambique y mentiras puras pinches mentiras como las que acostumbran urdir los err¨¢ticos y confusos poderosos. En el colmo del delirio de su propia persecuci¨®n, Daniel Ortega ha decretado orden de captura y promesa penitenciaria para Sergio Ram¨ªrez. Por eso, yo estoy con Sergio y juro que la intenci¨®n de estas l¨ªneas es no solo abrazarlo (y a su esposa y familia entera) sino acompa?arlo ¨Cde ser necesario¡ªa la celda que le asignen¡ que se llenen las mazmorras y todas las cruj¨ªas con la infinidad de lectores que le debemos cada p¨¢rrafo y cada l¨ªnea; que vuelva de un calabozo en Argel el mism¨ªsimo Cervantes para hacerle coro a Sergio y a todas las almas libres que se oponen al tirano Ortega y que me encadenen de un tobillo a la sombra que llora por un callej¨®n de La Habana, siam¨¦s de Sergio por el Premio Alfaguara, para bailar una rumba de mofa y burla con cada gramo de maquillaje de la bruja vicepresidenta Ortega.
Estoy con Sergio en cada p¨¢gina que le debo. En sus cuentos que no se comentan tanto como sus novelas donde ha estilizado la econom¨ªa amable de desescribir lo que le sobra a una historia para condensar la trama en un trayecto caminable. Celebro sus personajes y el entramado de sus hilos casi transparentes, los que forman los nudos de cuentos que sofocan la tr¨¢quea o alivian el pecho, all¨ª donde late el coraz¨®n de sus novelas varias. Novelista de la vida palpable y de la imaginaci¨®n desatada, Ram¨ªrez es un autor armado (por lo visto, peligrosamente) de palabras, de todas las palabras que ofenden al Dictador y que embelesan a la Musa, palabras que navegan en murmullos como de Rulfo o en la clara voz de Dar¨ªo. Ram¨ªrez es hombre de letras y libros y al allanar la casa con la demencial orden captura, la polic¨ªa paramilitar de Daniel Ortega estar¨¢ clonando la ignorancia talibana de destrozar todo lo racional o musical en abono del silencio de la imbecilidad y la obstinada codicia del poder por el poder.
Estoy con Sergio en el recuerdo intacto de una sobremesa donde recit¨® a Rub¨¦n Dar¨ªo y me explic¨® el Humani Corpore Fabrica de Vesalio, all¨ª sobre el mantel recreando escenas de sus andanzas y a?os despu¨¦s, en una comida de carne asada en Guadalajara donde a ambos ya s¨®lo nos tocaba evocar a Lichi, al gran Eliseo Alberto que anda por el mundo atado siempre a nuestras almas. Estoy con Sergio y Tulita en cada ocasi¨®n que veo su sonrisa que nace de los ojos y despu¨¦s, s¨®lo despu¨¦s, llega a los labios para entrecerrar los ojos bajo el dintel de un pelo como gorra de sabio y en ese hablar liviano y sabio con el que va dosificando cada adjetivo. Estoy con Sergio porque consta que con ¨¦l se abraza a un gigante, m¨¢s fuerte que Charles Atlas y cuya imbatible dignidad ha de contribuir al derrumbe del dictador.
Daniel Ortega no merece m¨¢s p¨¢rrafo que ¨¦ste en el que le auguro una escena final a la manera del s¨¢trapa rumano y su esposa lun¨¢tica o una pat¨¦tica y sangrienta venganza del pueblo oprimido por ¨¦l que ha de colgarlo de cabeza, recreando el cuadro italiano de un Benito con su Clara¡ y la memoria infalible de que constan ya imborrables todos los discursos de su enga?o, toda la retah¨ªla de mentiras y toda la n¨®mina de sus v¨ªctimas con la lista de atropellos y locuras. ?C¨®mo no dejar constancia de su ocurrencia de contratar a un mago chino de la telefon¨ªa celular para trazar un imaginario canal que rivalizara con el de Panam¨¢! En fin, que no merece m¨¢s p¨¢rrafo que el breve espacio en el que condeno su despotismo desatado y deseo que alg¨²n entienda que un yo se vuelve cientos por milagro y obra de la lectura. Todos esos que en realidad somos miles que estamos con Sergio.
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