El M¨¦xico que merecemos
En tres a?os de Gobierno de L¨®pez Obrador, el pa¨ªs ha cambiado de manera importante, pero seguimos pareci¨¦ndonos demasiado al pa¨ªs que decidimos rechazar en la elecci¨®n del 2018
Este es un manifiesto por el pa¨ªs que podr¨ªamos tener y contra el que tenemos. Siendo los principales socios comerciales de Estados Unidos y la d¨¦cima quinta econom¨ªa m¨¢s grande del mundo, los mexicanos tenemos el potencial y la posici¨®n comercial estrat¨¦gica para tener una clase media 58% m¨¢s grande que la que tenemos y un poder de consumo al menos 8,4% superior.
Es tiempo de discutir por qu¨¦ no somos lo que podr¨ªamos ser.
L¨®pez Obrador gan¨® la elecci¨®n prometiendo ese M¨¦xico al que todos aspiramos. Uno que pusiera primero a los pobres, donde se separara el poder pol¨ªtico del poder econ¨®mico y donde la corrupci¨®n fuera erradicada desde las m¨¢s altas esferas del poder hasta todos los rincones del actuar p¨²blico y privado.
Su campa?a toc¨® a la mayor¨ªa de los mexicanos. En todo nivel socioecon¨®mico, regi¨®n y g¨¦nero L¨®pez Obrador fue el m¨¢s votado. Su promesa fue simple y poderosa: ser lo que sabemos que podemos ser.
A tres a?os de su Gobierno M¨¦xico ha cambiado de manera importante, pero insuficiente. Los salarios han aumentado, las leyes laborales se aplican con m¨¢s fuerza y muchos de los m¨¢s grandes evasores fiscales han sido puestos de rodillas. Sin embargo, a¨²n con ello, seguimos pareci¨¦ndonos demasiado al pa¨ªs que decidimos rechazar en la elecci¨®n del 2018.
Lo que nos toca
Tengo consciencia de que no es posible terminar con d¨¦cadas de abuso y de colusi¨®n entre el poder pol¨ªtico y el econ¨®mico en tres a?os de Gobierno. Sin embargo, tambi¨¦n s¨¦ que para efectivamente lograr esa tarea tan trascendental para M¨¦xico se necesitan m¨¢s que buenas intenciones. Se necesita tener un rumbo claro, una estrategia innovadora y una ambici¨®n social sin precedentes. No veo que este Gobierno lo tenga.
Habr¨¢ quien diga que ning¨²n Gobierno lo ha tenido y en ello tienen raz¨®n. Ese es precisamente el problema que hoy toca resolver.
Toca darnos cuenta de que el M¨¦xico que merecemos no llegar¨¢ como un regalo cuando haya otro partido en el poder. Ya hemos cambiado de partidos m¨²ltiples veces. La ¨²nica constante de la alternancia electoral mexicana son sus pobres resultados.
Tener el pa¨ªs que merecemos requiere salir de nuestra zona de confort. Dejar de pretender que el problema son nuestros pol¨ªticos y darnos cuenta de que muy probablemente, el problema es c¨®mo nos relacionamos nosotros con ellos. Requiere dejar de hablar de L¨®pez Obrador, de Ricardo Anaya, de Manuel Bartlett y de todos ellos. Y comenzar a hablar de nosotros. Del cambio profundo que necesitamos en las reglas del juego y en c¨®mo funciona M¨¦xico.
El problema
Es por eso que hoy quiero retar la idea copiosamente difundida de que el problema es qui¨¦n nos gobierna. Pienso que no es as¨ª.
El problema es m¨¢s grave: es que, no importa qui¨¦n nos gobierne, qu¨¦ partido est¨¦ en el poder, qu¨¦ pol¨ªtico gane las elecciones, el mexicano promedio carece de mecanismos claros para demandar un plan estrat¨¦gico, ambicioso e innovador para construir una sociedad m¨¢s justa desde abajo. Para demandar como ciudadanos.
A lo largo de mi carrera como acad¨¦mica y experta en pol¨ªtica p¨²blica mexicana he entendido las estrategias que existen entre m¨²ltiples grupos organizados para demandarle resultados al poder. En su mayor¨ªa estas son obscuras, pero muy efectivas.
Para los grandes empresarios y sus cabilderos, la pol¨ªtica se juega a puerta cerrada, en reuniones de lujo donde se promete ayuda mutua. La ayuda puede ser la generaci¨®n de ciertas inversiones, el pago de gastos de campa?a o simplemente, una promesa de que la econom¨ªa mexicana seguir¨¢ avanzando sin contratiempos ¨Csin que nadie le ponga el pie¨C.
Los cabilderos m¨¢s efectivos no prometen nada abiertamente, simplemente se disfrazan. Disfrazan ideas que benefician a sus clientes corporativos como si beneficiaran a todo M¨¦xico y venden estas ideas a todo legislador que carezca de conocimientos reales sobre el tema. El legislador se convence (o se deja convencer) de que el cabildero busca un beneficio mutuo y as¨ª se aprueban leyes a modo.
Entre algunos sindicatos tradicionales los acuerdos son m¨¢s desfachatados. Con descaro se prometen votos, ¡°paz laboral¡± o relativa estabilidad en los contratos. Los empresarios o los gobiernos aceptan y con ello acceden a mirar al otro lado cuando los l¨ªderes sindicales se enriquecen. Los agremiados acceden a lo mismo porque han perdido esperanza de poder hacer otra cosa.
Los ambulantes, los taxis piratas y las organizaciones de barrio tambi¨¦n hacen pol¨ªtica, pero demandando demasiado poco. Los l¨ªderes locales les prometen acceso a ciertos programas, a tinacos, cemento o simplemente, les dan la certeza de que se les ¡°permitir¨¢ continuar trabajando¡±. Los ciudadanos aceptan y ven pasar e irse a pol¨ªticos. No importa. A cierta distancia todos los partidos son iguales. El barrio ve al pol¨ªtico como un representante, pero tambi¨¦n como un mal necesario para darle vuelta a una ley que no est¨¢ pensada para ellos ¨Cpara los de abajo¨C.
La nueva democracia
La gran mayor¨ªa de la sociedad mexicana ha quedado fuera de esta democracia oscura. Sin canales reales de comunicaci¨®n con el poder hemos hecho de las encuestas de opini¨®n nuestra ¨²nica voz y por tanto nuestra debacle pol¨ªtica. Hacemos pol¨ªtica con nuestros pies (y¨¦ndonos a vivir fuera de M¨¦xico), con nuestra cartera (contratando servicios privados que deber¨ªan ser p¨²blicos) o con nuestro desd¨¦n (leyendo los peri¨®dicos mientras hacemos caras feas).
Me parece que es momento de aceptar el reto de subirle la temperatura a la democracia mexicana y demandar cabida para la agenda de la mayor¨ªa. Hacernos escuchar m¨¢s all¨¢ de las elecciones y demandarles a los pol¨ªticos, quien quiera que estos sean, una estrategia innovadora, un rumbo claro y una ambici¨®n social sin precedentes.
La democracia no debe ser escoger entre lo que los pol¨ªticos nos ofrecen sino pedirles m¨¢s de lo que aspiran a darnos.
El momento es hoy porque la temporada electoral ya ha tocado a la puerta de M¨¦xico. Absurdamente temprano, la oposici¨®n y Morena han comenzado a mostrar sus cartas y ninguna de ellas es una opci¨®n ganadora para la mayor¨ªa de los mexicanos. Vendr¨¢n antagonismos y luchas. Se avecina la construcci¨®n de aliados y la separaci¨®n de quienes cre¨ªamos que ir¨ªan juntos.
En todo este juego el ciudadano mexicano debe tener claro qu¨¦ es lo que quiere. M¨¢s all¨¢ de partidos. El centro deben ser las ideas.
El mayor desaf¨ªo
Considero que existen cambios impostergables y urgentes para acercarnos al M¨¦xico que nos merecemos. Es decir, a un pa¨ªs de mejores trabajados, de un capitalismo en competencia y de un Estado que provea para todos. Un pa¨ªs donde ser clase media sea lo normal y no un raro triunfo.
El desaf¨ªo m¨¢s grande es aumentar la ambici¨®n de las acciones p¨²blicas a fin de atemperar los efectos negativos de la ambici¨®n privada y propagar los positivos. Debemos demandar un Gobierno que comprenda que la pobreza no se reduce fuera del mercado sino dentro de este, mediante buenos empleos. Y que ello requiere cambiar la ley laboral, fiscal y de competencia para filtrar los empresarios que solo buscan su enriquecimiento personal de aquellos que son socialmente positivos. A los primeros hay que quebrarlos, a los segundos, multiplicarlos.
Multiplicar los buenos empleos y las buenas empresas requiere de acciones p¨²blicas porque el mercado por s¨ª solo no genera muchos campeones sino muchos perdedores. El Gobierno debe brindar capacitaci¨®n a empresas peque?as para que se vuelvan productivas y debe velar porque dicha productividad se traduzca, no en ganancias de capital para los due?os, sino en buenos salarios.
Ello requiere demandar un Gobierno que deje de tener por meta reducir la pobreza y comience a tener por meta ampliar la clase media. Los programas sociales de transferencia directa son necesarios para ello, pero son solo una de m¨²ltiples herramientas.
La herramienta m¨¢s importante es la distribuci¨®n del poder. Las personas no van a salir de pobres cuando las mentes m¨¢s brillantes de M¨¦xico dise?en mejores programas sociales, sino cuando los pobres tengan el poder de demandar una democracia que funcione bien para ellos. El Gobierno debe tener por meta empoderar a quienes hasta hoy no han tenido el poder.
Por ejemplo, es urgente tener una conversaci¨®n p¨²blica sobre c¨®mo vamos a lograr que las mujeres y las personas de tez m¨¢s morena no se encuentren en perpetua desventaja para alcanzar sus sue?os. La exclusi¨®n y la discriminaci¨®n de grandes partes de la sociedad mexicana nos afectan a todos porque nos impide crear un mercado amplio de consumidores. Ser mujer debe dejar de ser un deporte extremo. Tener la tez morena debe dejar de ser un lastre.
Salir del absurdo
La absurda visi¨®n opositora de que todo esfuerzo p¨²blico y toda inversi¨®n de Estado nos acerca a ser Venezuela es t¨®xica, sobre todo para la oposici¨®n misma. La deja habl¨¢ndose a s¨ª sola. Ninguna discusi¨®n anal¨ªtica inteligente hoy en d¨ªa asume que el mercado puede dar resultados justos o deseables por s¨ª solo.
La izquierda de L¨®pez Obrador tambi¨¦n tiene trabajo que hacer. El principal es dejar de creer que todo empresario es rico y explotador porque no es as¨ª. En M¨¦xico el 45% de los empresarios no alcanzan a terminar la quincena. Esos empresarios no pueden ser alienados de la agenda de izquierda sino atra¨ªdos a ella. En M¨¦xico la mayor¨ªa de las personas m¨¢s pobres no son trabajadores subordinados, son microempresarios de autoconsumo.
Pero, sobre todo, es momento de invitarnos a pensar un M¨¦xico que revolucione sus objetivos. Que deje de ser un pa¨ªs que aspira a ser maquilador de Estados Unidos y que comience a ser su socio. Ello requiere del gobierno para brindar el entrenamiento, el capital y el empuje a empresas peque?as para que se vuelvan exportadoras, y a empresas medianas para que compitan con las grandes.
Tener el Gobierno que necesitamos y con la capacidad de realizar las labores antes mencionadas requiere recursos. Por ello, es impostergable hacer que los ricos y las empresas paguen sus impuestos y cumplan su responsabilidad con un M¨¦xico que les ha dado tanto. La transformaci¨®n requiere que todos comprendamos que la forma en la que hoy funciona el pa¨ªs nos afecta a todos. A la mayor¨ªa.
Sue?o con tener un d¨ªa el M¨¦xico que merecemos. Ni m¨¢s, ni menos. No tengo duda de que podemos tenerlo si nos avocamos a acrecentar nuestra honestidad intelectual y sobre todo a organizarnos para elevar la temperatura de nuestra democracia y la ambici¨®n de nuestros gobiernos. M¨¦xico puede muy pronto ser lo que debemos ser.
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