Narcomex 2022
En el amanecer de un nuevo a?o es dable formular la pregunta de si en t¨¦rminos de seguridad el Estado mexicano es una mera entelequia, de si es ya preciso reconocer cu¨¢nto del orden de las cosas lo establecen los criminales
De arranque hay que aclarar que es incorrecto pensar que todos los problemas de violencia e inseguridad en M¨¦xico se deben al narcotr¨¢fico. Hoy las bandas criminales, com¨²nmente llamadas c¨¢rteles, medran con mucho m¨¢s que con la producci¨®n, trasiego o venta de estupefacientes; pero la diversidad de sus actos delictivos, tambi¨¦n hay que decirlo, no excluye a los narc¨®ticos.
El santo y se?a del inicio del 2022 en la Rep¨²blica mexicana es la demostraci¨®n del poder¨ªo de los criminales, y la podredumbre ¨Cy mansedumbre¨C de los aparatos gubernamentales que deber¨ªan enfrentar ese flagelo.
En apenas la primera semana del a?o tuvimos noticia de masacres en Zacatecas y Veracruz, pero tambi¨¦n recuentos puntuales de decenas de asesinatos en poblaciones de Estados como Jalisco, Guanajuato o Baja California, entre muchos otros.
Nadie, sin embargo, podr¨ªa llamarse a sorpresa ante estos hechos, pues son todo menos novedosos: en cuanto a violencia el calendario 2022 se ha inaugurado con un signo de peligrosa continuidad.
Continuidad entendida como la imparable ola anual de asesinatos en toda la Rep¨²blica, y lo mismo si hablamos de masacres: porque las im¨¢genes de un mont¨®n de cuerpos sin vida, con se?ales de tortura, hallados el viernes en la veracruzana regi¨®n del Papaloapan, as¨ª como los diez cad¨¢veres dejados un d¨ªa antes en una camioneta afuera del palacio de Gobierno zacatecano, traen a la memoria similares tiraderos de cad¨¢veres en los ¨²ltimos 15 a?os en M¨¦xico.
Porque cada uno de las ejecuciones que ocurren en M¨¦xico hasta acumular la cifra anual, fija en 30.000 homicidios desde hace tres a?os por m¨¢s que la Administraci¨®n quiera decir lo contrario ¨Cy eso sin contar los miles de desaparecidos¨C, es una muesca que recuerda a los mexicanos qui¨¦n manda, y ese no es el Gobierno federal y mucho menos los estatales.
Y hablando de estos ¨²ltimos, por si faltaran argumentos sobre qui¨¦n es qui¨¦n en eso del poder, este arranque de a?o nos trajo una sugestiva imagen: el diario El Sol de M¨¦xico public¨® en la semana una fotograf¨ªa donde Cuauht¨¦moc Blanco, gobernador de Morelos, aparece abrazado de tres personas identificadas por autoridades y expertos como l¨ªderes de peligrosas bandas criminales (actualmente uno de ellos fallecido y otro en prisi¨®n).
La reacci¨®n a lo publicado va de la abulia mostrada por el Gobierno federal a explicaciones victimistas por parte del exfutbolista. En eso tambi¨¦n hay continuidad.
De la patada
Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador prometi¨® que pacificar¨ªa al pa¨ªs con dos grandes herramientas. Sus programas sociales har¨ªan que los pobres no fueran carne de ca?¨®n de los ej¨¦rcitos criminales; y el Ej¨¦rcito mexicano sustituir¨ªa a la Polic¨ªa Federal mediante la creaci¨®n de una Guardia Nacional que pronto triplicar¨ªa en elementos a los polic¨ªas de tiempos de Felipe Calder¨®n y Enrique Pe?a Nieto, y que se desplegar¨ªa por todo el territorio con cuarteles fijos, cosa que la PF nunca tuvo. Tres a?os despu¨¦s el experimento dual no da frutos tangibles.
Desde el arranque del Gobierno, L¨®pez Obrador sostiene reuniones cada ma?ana con su gabinete de seguridad. Tanto los indicadores de violencia ¨Cel m¨¢s recurrido es el de homicidios dolosos¡ª como el poder¨ªo evidente de los grupos armados hablan de que o esas reuniones son solo un montaje, o la estrategia ah¨ª discutida es totalmente insustancial.
El Gobierno tiene un discurso que no empata con la realidad. La alternancia de 2018 no ha significado en forma alguna que cambien para bien la vida en distintas regiones que de tiempo atr¨¢s carecen de Gobierno legal.
La zona caliente de Michoac¨¢n fue en 2021 una vez m¨¢s escenario de enfrentamientos entre bandos delincuenciales sin que la autoridad interviniera sustancialmente. Ah¨ª ¨Cdonde en 2006 Felipe Calder¨®n inici¨® la llamada guerra contra el narcotr¨¢fico¡ª muy poco parece haber cambiado: los criminales imponen sus reglas sobre qui¨¦n transita y los tributos correspondientes.
Ese poder¨ªo tambi¨¦n se manifiesta ¨Cigual que antes¨C en entidades como Guerrero o el Estado de M¨¦xico. Pero tambi¨¦n en los ¨²ltimos 12 meses vimos balaceras en Tamaulipas ¨Ccomo antes¨C, activistas y defensores de la tierra asesinados ¨Ccomo antes¨C, periodistas violentamente silenciados ¨Ccomo antes¡ª y, por supuesto y al igual que antes, pol¨ªticos asesinados en las campa?as electorales.
Es decir, con medio sexenio a cuestas no existen indicios de que el presidente L¨®pez Obrador est¨¦ en la ruta de cumplir su promesa de pacificar el pa¨ªs.
Mas no todo es similar a lo de antes. En la actual Administraci¨®n hay en este rubro al menos dos novedades.
La primera: en el 2021 la oposici¨®n, y detallados recuentos period¨ªsticos, denunciaron que en las elecciones de junio pasado se padeci¨® una intervenci¨®n ¨Chasta ahora tolerada y no castigada¨C de actores criminales. El com¨²n denominador de esa operaci¨®n, de escala inocultable en Estados como Sinaloa, es que habr¨ªa favorecido a candidatos del partido del presidente de la Rep¨²blica.
La segunda: L¨®pez Obrador no oculta su reticencia a descalificar a grupos criminales como el cartel de Sinaloa, al punto de llegar a recelar en p¨²blico cuando Estados Unidos en diciembre pasado ofreci¨® recompensa a quienes ayuden a la captura de los hijos del fundador de ese grupo, entre los que destaca, por supuesto, Ovidio Guzm¨¢n, al que L¨®pez Obrador liber¨® un par de a?os atr¨¢s en medio de un desastroso operativo en Culiac¨¢n.
Estas particularidades podr¨ªan de nuevo entrar en juego en 2022, a?o en que habr¨¢ elecciones en seis Estados de la Rep¨²blica, entre ellos tres donde la delincuencia organizada ha demostrado apetito y poder¨ªo.
Si por un lado la estrategia del Gobierno federal no inhibe la acci¨®n de los criminales en m¨²ltiples terrenos, y por el otro la Administraci¨®n ha sido omisa a las denuncias de intervenci¨®n delincuencial a favor de Morena, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ en los venideros comicios en Quintana Roo, Durango y Tamaulipas?, por mencionar a tres entidades donde el crimen organizado ha sentado sus reales de tiempo atr¨¢s.
Si los criminales inciden en el resultado de los comicios, ?no deber¨ªamos empezar a llamar plazas a las entidades donde manos oscuras determinan triunfador? ?No deber¨ªamos incorporar el argot delincuencial al habla formal? Si a final de cuentas el triunfo tiene due?o y este no es la ciudadan¨ªa sino un poder f¨¢ctico surgido de la corrupci¨®n y la sangre, para qu¨¦ seguir con la ficci¨®n de que se tienen gobiernos cuando en realidad llegan a alcald¨ªas y gubernaturas gente que es instrumental de oscuros intereses.
Y eso por hablar de las elecciones, porque la vida cotidiana de los mexicanos se puebla con im¨¢genes de la impunidad con que circulan caravanas de criminales, que lo mismo asesinan que patrocinan bailes o entregas de regalos en festividades o v¨ªveres en ocasi¨®n de alguna tragedia.
Frente a todas esas demostraciones, la respuesta del Gobierno de la Rep¨²blica es una ret¨®rica tibia y hueca, una formulaci¨®n de lugares comunes que no convence ni a los convencidos por m¨¢s que estos disimulen que vivimos en normalidad.
En realidad, la normalidad de algunos Estados ser¨ªa m¨¢s parecida a lo que revel¨® El Sol de M¨¦xico el martes. Ver al gobernador Cuauht¨¦moc Blanco abrazado de tres individuos calificados de cabecillas de grupos criminales escandaliza no porque descubra algo, sino porque confirma lo ¨²nico l¨®gico: la inoperancia de esa Administraci¨®n en la lucha anticrimen se deber¨ªa fundamentalmente a la complicidad, antes que a incapacidad, si bien ¨¦sta haya quedado de suyo demostrada.
Tan reveladora es la fotograf¨ªa de Blanco como su respuesta a la publicaci¨®n, donde va del no me acuerdo, no me entero al me hago tonto al fin y al cabo si en alg¨²n lugar parecen no preocuparse con que haya circulado la imagen es en el Palacio Nacional, sede del Gobierno m¨¢s reacio a darle importancia a la demanda de las v¨ªctimas de la violencia que haya tenido M¨¦xico en todo el siglo.
Blanco nunca debi¨® gobernar un Estado como Morelos, uno donde los problemas de inseguridad son a?ejos y en donde se hab¨ªa avanzado en el combate de los mismos hasta que ¨¦l lleg¨® al poder.
Su inclusi¨®n misma en la competencia electoral de 2018 est¨¢ llena de suspicacias de irregularidades e ilegalidades. Tres a?os despu¨¦s de una Administraci¨®n que es un montaje ¨Co habr¨ªa que decir m¨¢s puntualmente un negocio de unos cuantos¡ª tolerado por L¨®pez Obrador, tenemos un Estado en el que se puede decir todo, menos que se haya caracterizado por su beligerancia contra el crimen organizado.
A final de cuentas, el exfutbolista parece atender al pie de la letra la instrucci¨®n presidencial de que frente a la delincuencia los gobiernos deben promover los abrazos, no los balazos.
Pero el de Morelos es solo un caso m¨¢s de la falta de gobernabilidad, en t¨¦rminos de seguridad, que priva en M¨¦xico.
Las Fuerzas desarmadas
Si volvemos a Zacatecas, lugar donde el jueves se dio el hallazgo de los diez cuerpos abandonados afuera del palacio de Gobierno, un desplante criminal in¨¦dito incluso en un pa¨ªs que en el pasado vio apilarse decenas de cad¨¢veres en Boca del R¨ªo o en Guadalajara, sucede que el desaf¨ªo del jueves ocurre semanas despu¨¦s de que L¨®pez Obrador hab¨ªa anunciado en noviembre que su Gobierno fortalecer¨ªa a esa entidad, desde el 2021 gobernada por alguien de su partido.
Los anuncios del Gobierno parecen no disuadir ah¨ª, ni en otras latitudes y en forma alguna, a los criminales.
La estrategia de L¨®pez Obrador ni contiene ni desarticula. El presidente es adverso a los enfrentamientos con los criminales y su estrategia de llenar de cuarteles el territorio nacional no se ha traducido en reducci¨®n de homicidios o recuperaci¨®n de la paz.
Se desapareci¨® a una Polic¨ªa Federal y se ha instalado en su lugar a una Guardia Nacional que no pesa. Solo hab¨ªa una cosa peor que meter a las fuerzas armadas a la lucha anticrimen ¨Ctarea para la que ni est¨¢n llamados ni est¨¢n preparados¨C, y esa es ponerlos de elementos decorativos.
M¨¦xico es el pa¨ªs de las regiones capturadas por los criminales en donde estos imponen retenes mientras las polic¨ªas, nacionales o locales, miran hacia otra parte; un pa¨ªs en el que la Secretar¨ªa de Seguridad federal es un aparato burocr¨¢tico dedicado ¨Cen el mejor de los casos¨C a poner vacunas y la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica se ocupa de los pleitos de la agenda personal de su titular y no en perseguir a los grandes c¨¢rteles.
En este a?o el presidente quiere que el Congreso d¨¦ a¨²n m¨¢s poder a las Fuerzas Armadas para hacerse cargo de la seguridad. La falta de controles civiles de los elementos castrenses en esa tarea, adem¨¢s de los riesgos de violaciones a los derechos humanos, ya eran suficientes razones para considerar equivocada tal decisi¨®n. Para qu¨¦ darle m¨¢s poder a los que parecen no querer enfrentar, o no tener orden de enfrentar, al crimen.
En el amanecer de un nuevo a?o es dable formular la pregunta de si en t¨¦rminos de seguridad el Estado mexicano es una mera entelequia, de si es ya preciso reconocer cu¨¢nto del orden de las cosas lo establecen los criminales y no las autoridades electas.
?Qui¨¦n manda en M¨¦xico? ?Qui¨¦n define que tal camino o autopista es transitable de d¨ªa o de noche? ?De qui¨¦n en realidad son las calles, los montes, de qui¨¦n el subsuelo? ?Para qu¨¦ son las elecciones, si el sufragio efectivo en gubernaturas queda en entredicho por la operaci¨®n de eso que todo mundo conoce como la ma?a? ?Para tener paz debemos rendirnos al consuelo de que sea un solo grupo el que domine nuestra regi¨®n, nuestra localidad? ?Tiene sentido pagar impuestos si para construir debe darse cuota y comprar a proveedores ama?ados? ?Para qu¨¦ preocuparse de la inflaci¨®n si el precio del pollo o la tortilla lo ponen los extorsionadores, no el mercado y menos el Gobierno? ?Estamos en el umbral de algo llamado Narcomex 2022?
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