Ne¡¯ep. Una milpa sociopol¨ªtica
La milpa se opone a la l¨®gica de cultivo de la agroindustria capitalista que ha privilegiado el monocultivo
Una milpa, ese sistema agr¨ªcola tan caracter¨ªstico de Mesoam¨¦rica, es decididamente mucho m¨¢s que un campo de ma¨ªz. Una milpa, sobre todo, no es un campo de ma¨ªz, en otras palabras, una milpa no es un monocultivo. En ese sistema complejo al que llamamos milpa, el ma¨ªz, el frijol, la calabaza, el chile, los tomatillos, el amaranto y una gran diversidad de plantas no cultivadas que llamamos quelites tienen lugar y crecen en interconexi¨®n. Dependiendo del clima y de la regi¨®n, los componentes de la milpa pueden ir cambiando as¨ª como las variedades de las semillas cultivadas. Las plantas sembradas en la milpa producen sus frutos al mismo tiempo que crecen las plantas silvestres que tambi¨¦n ser¨¢n aprovechadas para la alimentaci¨®n. La milpa contiene tambi¨¦n toda la serie de conocimientos complejos que se han desarrollado en esta regi¨®n del mundo para cultivar las plantas que hay en ella y seleccionar las que crecen de manera silvestre, contiene tambi¨¦n los simbolismos, los rituales asociados a su ciclo, la tradici¨®n culinaria para cocinar lo que se cosecha de ella, el conocimiento del clima y el paso de las estaciones as¨ª como refleja tambi¨¦n la adaptaci¨®n al entorno natural que por milenios las sociedades mesoamericanas han desarrollado. Una milpa no es un campo de ma¨ªz y esto es muy claro para quienes estamos cerca de la milpa, a pesar de todo. A trav¨¦s de las lenguas de la regi¨®n, este sistema va tomando nombres distintos pero en todas ellas, la constante es que hace posible, alienta y se basa en la diversidad.
Esto que es posible decir de la milpa tambi¨¦n se puede extender a otras tradiciones agr¨ªcolas del mundo, la diversidad de los sistemas de cultivo es una constante a trav¨¦s del espacio y del tiempo. A este elogio de la diversidad, se opone a la l¨®gica de cultivo de la agroindustria capitalista que ha privilegiado el monocultivo en aras de conseguir mayor producci¨®n. Bajo esta l¨®gica, la milpa desaparece y se transforma en campos de ma¨ªz transg¨¦nico fertilizados qu¨ªmicamente en donde los herbicidas combatir¨¢n todo asomo de quelites. La obsesi¨®n por el monocultivo ha requerido tambi¨¦n el uso de plaguicidas y otras sustancias qu¨ªmicas que combaten la existencia de los agroecosistemas y que, lamentablemente, tambi¨¦n han puesto en riesgo la vida de las personas que viven cerca de estos centros agroindustriales como lamentablemente la producci¨®n masiva de soja ha evidenciado. En Michoac¨¢n, los campos de aguacate Hass han deforestado bosques y han desplazado cultivos diversos para privilegiar el monocultivo de una sola variedad de este preciado fruto. El monocultivo ahoga las posibilidades de la diversidad y la complejidad; el monocultivo capitalista combate la riqueza propia de las tradiciones agr¨ªcolas del mundo.
Una vez establecida esta oposici¨®n entre sistemas como la milpa y el monocultivo de la agroindustria quisiera usarla ahora como met¨¢fora para mostrar de mejor manera otras oposiciones posibles. Si consideramos que, a trav¨¦s del tiempo, han existido una gran diversidad de sistemas para organizar y coordinar la vida en com¨²n de las sociedades humanas, el modelo del Estado-naci¨®n se ha constituido en un monocultivo sociopol¨ªtico funcional al capitalismo que ha combatido la existencia de una gran gama de opciones. El mundo, hace trescientos a?os al menos, comenz¨® a configurarse bajo un solo modelo que ahora ha colonizado a casi todo el planeta: el modelo de Estado-naci¨®n que ahora utilizamos como sin¨®nimo de la palabra ¡°pa¨ªs¡± tiene una voluntad totalizante, tiene la intenci¨®n de mediar y regular todas las manifestaciones de nuestra vida social. Nos parece casi natural el hecho de que el mundo est¨¦ actualmente dividido en poco m¨¢s de doscientas entidades legales llamados pa¨ªses, pensamos que siempre ha sido as¨ª y que no hay m¨¢s opciones. Lo naturalizamos tanto que hablamos, por ejemplo, del M¨¦xico antiguo, como si Teotihuac¨¢n fuera solo una manifestaci¨®n antigua del pa¨ªs actual que no exist¨ªa en el periodo cl¨¢sico. Percibimos que las fronteras establecidas por los estados-naci¨®n son naturales y que su existencia est¨¢ plenamente justificada y es leg¨ªtima. Estas entidades se basan en un modelo m¨¢s o menos uniforme pa¨ªs por pa¨ªs y genera adem¨¢s todo un imaginario que se manifiesta en el nacionalismo de estado. Dado que este modelo est¨¢ presente en casi todo el mundo, podr¨ªamos decir que el campo mundial est¨¢ siendo sembrado con este monocultivo y como buen monocultivo combate la existencia de otras posibilidades. Las estructuras organizativas basadas en ideas y postulados distintos a los del estado contempor¨¢neo han sido frecuentemente le¨ªdas como una amenaza a la unidad de estos mismos estados, los reclamos de autonom¨ªa de los pueblos ind¨ªgenas para organizarse pol¨ªticamente de la manera que deseen han sido acusados de pretender ¡°balcanizar¡± M¨¦xico, por mencionar un ejemplo. Los sistemas sociopol¨ªticos de muchas comunidades ind¨ªgenas han sido nombrados despectivamente como ¡°usos y costumbres¡± sin reconocer que son, efectivamente, sistemas sociopol¨ªticos en s¨ª mismos. El monocultivo del Estado-naci¨®n ha aplicado herbicidas dolorosas para impedir el crecimiento de las muchas posibilidades distintas de organizar y coordinar la vida p¨²blica.
Una de las alternativas m¨¢s conocidas al modelo del estado naci¨®n la constituyen las estructuras comunales de muchos pueblos ind¨ªgenas, por esta raz¨®n se ha dado en hacer una oposici¨®n binaria entre estado-naci¨®n y comunidad como opciones antag¨®nicas. Sin embargo, si me permiten la met¨¢fora, al estado-naci¨®n se opone no solo una opci¨®n sino una milpa de estructuras de organizaci¨®n sociopol¨ªtica. Antes de la consolidaci¨®n del estado, en el mundo existieron, y aun existen, diversas maneras de organizar y coordinar la vida en com¨²n. A pesar de la depredaci¨®n y el combate por parte del monocultivo estatal, hallamos alternativas m¨²ltiples y concretas: la comunalidad serrana en Oaxaca, la propuesta de confederaci¨®n kurda, los caracoles zapatistas, las estructuras cl¨¢nicas y n¨®madas que siguen recorriendo distintos territorios, las estructuras de autogesti¨®n punk que florecieron y aun florecen en los ambientes urbanos, el anarquismo colectivista o las estructuras tribales de diversos pueblos ind¨ªgenas, solo por mencionar algunos ejemplos. Todos estos sistemas han resistido a pesar de los herbicidas aplicados por el monocultivo del estado-naci¨®n. Todas esas posibilidades est¨¢n en funcionamiento y son maneras contempor¨¢neas de existir en el mundo. La oposici¨®n no es pues binaria, no es estado-naci¨®n versus comunidad, es estado-naci¨®n y una posibilidad de un mundo que permita una milpa sociopol¨ªtica, un mundo que permita en libertad tantas opciones posibles en coexistencia. Ante el monocultivo del estado, hagamos milpa.
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