La detenci¨®n m¨¢s oportuna
El arresto de Caro Quintero llega en el momento que L¨®pez Obrador m¨¢s lo necesitaba
No por nada el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador es un fiel creyente de que la fortuna es una de las claves del poder. Justo cuando m¨¢s lo necesitaba, le ha llegado esta semana un gran golpe al narcotr¨¢fico. La detenci¨®n de Rafael Caro Quintero se debe, por supuesto, mucho m¨¢s que al azar, pero es tan oportuna que la buena estrella de AMLO brillar¨¢ en diferentes contextos.
El gol de oro que representa la detenci¨®n en Sinaloa de Caro Quintero reposiciona varias agendas del Gobierno mexicano. El presidente es el principal beneficiario pol¨ªtico, pero no el ¨²nico. Gana el mandatario, pero tambi¨¦n las fuerzas armadas e incluso la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica (FGR), tan vapuleada por el actuar de su propio titular. Gana por supuesto M¨¦xico, que recibe una se?al de que un criminal en activo, por m¨¢s historia y aliados que tenga, no escapa de la justicia cuando ¨¦sta se propone perseguir el delito.
La detenci¨®n de Caro Quintero, sustra¨ªdo de la justicia desde agosto de 2013, no causar¨¢ en lo inmediato una baja de la violencia en M¨¦xico. Incluso es posible que la ca¨ªda del capo desate nuevas pugnas, con sangrientas consecuencias, dado que no estamos ante un venerable anciano que simplemente quer¨ªa vivir en paz luego de haber estado en la c¨¢rcel 28 a?os, sino ante la captura del l¨ªder de un emergente grupo criminal que ahora alguien luchar¨¢ por presidir, u otros, por medios violentos, tratar¨¢n de desplazar.
Seg¨²n diversos expertos y reportes, tras abandonar la prisi¨®n Caro hab¨ªa vuelto a las andadas y eso lo ¨²nico que significa es que es responsable de trasiego de droga y de hechos de violencia, particularmente en el norte de Sonora, el territorio en el que se asent¨® desde que abandonara una prisi¨®n en Jalisco escapando por un hoyo t¨ªpico de los enredados procesos judiciales mexicanos.
El exitoso operativo de captura ejecutado este viernes por la Marina en conjunci¨®n con la FGR, saludado con j¨²bilo en Estados Unidos, da a L¨®pez Obrador un respiro y un nuevo impulso.
El manotazo disipa de inmediato las sospechas de que hab¨ªa decidido no actuar en contra de los grandes capos del narcotr¨¢fico, y menos a¨²n en contra de los carteles ligados al Pac¨ªfico. Tan perniciosa suspicacia se hab¨ªa instalado de tiempo atr¨¢s por un discurso sexenal menos beligerante en contra de los delincuentes de alto perfil, en general, y una serie de gestos particulares del presidente al grupo de Sinaloa.
Disipa igualmente eventuales nubarrones de inconformidad en el seno de las fuerzas armadas, que han recibido demasiadas humillaciones por parte de pandillas de criminales. Detener a Caro manda una contundente se?al de qui¨¦n manda. As¨ª que el presidente, el Gobierno y las Fuerzas Armadas se reposicionan frente a la ciudadan¨ªa y ante los delincuentes.
Esa se?al llega, adem¨¢s, unos d¨ªas despu¨¦s de un exitoso operativo en Ciudad de M¨¦xico donde la fuerza de la polic¨ªa capitalina, en coordinaci¨®n con la Guardia Nacional, desactiv¨® una c¨¦lula criminal ligada tambi¨¦n a los herederos del cartel de Sinaloa.
Estos golpes son particularmente valiosos porque encima se han desarrollado sin bajas significativas. Que la inteligencia sea un factor del ¨¦xito, y que los operativos se resuelvan sin ba?os de sangre ni humillaciones posteriores a los criminales, apuntalan el discurso de L¨®pez Obrador, que se ha querido diferenciar de sus antecesores en que el uso de la fuerza del Estado no ser¨¢ ni despropocionado ni violatorio de los derechos humanos.
Luego de semanas de cuestionamientos sobre la efectividad de sus pol¨ªticas en seguridad, el presidente mexicano ahora podr¨¢ retomar la defensa de su estrategia en contra del crimen montado en la nueva legitimidad que le da la captura del hist¨®rico capo del otrora poderoso cartel de Guadalajara.
Porque para empezar, AMLO no necesita decirlo pero ser¨¢ beneficiario de un hecho evidente: ¨¦l pudo lo que Enrique Pe?a Nieto no: recapturar a Caro Quintero.
De hecho, la captura podr¨ªa ayudar a esclarecer c¨®mo fue exactamente que se urdi¨® la estrategia legaloide que permiti¨® al acusado del homicidio del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y su piloto Alfredo Zavala, dejar la c¨¢rcel. Cuando por una pugna de competencias jurisdiccionales pudo salir de prisi¨®n, parte de lo inveros¨ªmil de esa resoluci¨®n fue que el Gobierno de M¨¦xico, entonces encabezado por Pe?a Nieto, no tuvo la precauci¨®n de revisar si pod¨ªa retener al capo en lo que se discern¨ªa si era legal o no su liberaci¨®n.
Dicho en buen castellano: Caro Quintero podr¨ªa aclarar si cont¨® con la corrupta ayuda de autoridades en Jalisco o en el Gobierno federal pe?ista para dejar en 2013 inconclusa una condena en la que todav¨ªa le faltaban 12 a?os en prisi¨®n.
Por lo pronto, Andr¨¦s Manuel tiene a mano un argumento de peso para pedirle a varios sectores, entre ellos particularmente al clero, m¨¢s tiempo para su estrategia. Si el asesinato de dos jesuitas en Chihuahua el 20 de junio desbord¨® el vaso de la iglesia mexicana y de otros colectivos, que lanzaron jornadas por la paz, ahora el gobierno tiene la posibilidad de reclamar un renovado voto de confianza.
La administraci¨®n ha insistido en que la baja de los homicidios dolosos, con incipientes se?ales de descenso en los ¨²ltimos reportes oficiales, se consolidar¨¢ en los siguientes meses. Y que tragedias como la de los dos jesuitas en la Tarahumara no quedar¨¢n impunes ni marcan una nueva alza de ese tipo de cr¨ªmenes.
Si pronto cae el autor material de las muertes de esos misioneros, que en la misma locura violenta tambi¨¦n asesin¨® a un gu¨ªa de turistas y a un joven aficionado al beisbol, el Gobierno apuntalar¨¢ la credibilidad que le da la detenci¨®n de Caro, ocurrida en una zona no tan lejana a la enorme sierra chihuahuense donde se dieron los cr¨ªmenes de junio.
Y si los cr¨ªmenes de la Tarahumara le costaron reputaci¨®n al Gobierno en el plano internacional, la captura de Caro Quintero empata los cartones. Estados Unidos es el m¨¢s complacido con la detenci¨®n del capo que m¨¢s cotizado estaba en las recompensas de la agencia antidrogas estadounidense.
Por Caro Quintero la DEA ofrec¨ªa 20 millones de d¨®lares, en eso cotizaban en EEUU el agravio que sent¨ªan al saber que gozaba de libertad quien no solo los humill¨® con la muerte de uno de sus agentes, sino quien en la actualidad operaba presuntos negocios de tr¨¢fico de drogas que alcanzaban suelo estadounidense.
Caro Quintero representaba un s¨ªmbolo de poder¨ªo e impunidad, detenerlo dota al Gobierno de L¨®pez Obrador, a las Fuerzas Armadas y a la Fiscal¨ªa de un motivo de orgullo que, sin embargo, ahora ha de traducirse en un efectivo proceso judicial.
L¨®pez Obrador tendr¨¢ que discernir en cuesti¨®n de horas la ruta que ha de seguir la justicia mexicana con el caso de Caro Quintero. Estados Unidos demanda su extradici¨®n inmediata. Pero un presidente tan nacionalista como AMLO ha de calibrar cu¨¢l es el mejor camino, d¨®nde le reporta mejores dividendos: en territorio mexicano para que termine de pagar sus deudas legales, o enviarlo a Estados Unidos como gesto de cooperaci¨®n que amaine los reclamos, leg¨ªtimos o excesivos, de un vecino acostumbrado a imponerse.
El presidente mexicano es nacionalista, sin duda, pero es sobre todo un pragm¨¢tico. La extradici¨®n podr¨ªa reabrirle cr¨¦dito con el Gobierno de Biden en medio de un ambiente de cuestionamientos de legisladores estadounidenses de ambos partidos, que han llegado a denunciar, algunos, la presunta inacci¨®n de AMLO con respecto a los capos. Pero dif¨ªcilmente el tabasque?o querr¨¢ entregar de inmediato al sinaloense.
Una extradici¨®n fast track no representa garant¨ªa alguna de que se aplacar¨ªa a los estadounidenses, resentidos con L¨®pez Obrador porque ha reconfigurado, en el discurso y en la realidad, la cooperaci¨®n anticriminal entre ambos pa¨ªses. Si Caro Quintero es trasladado de inmediato, nada disipa la posibilidad de que Andr¨¦s Manuel resienta nueva presi¨®n del T¨ªo Sam para detener a otros capos, para ampliar la actuaci¨®n de las agencias estadounidenses en M¨¦xico, para aceptar m¨¢s injerencia.
Por el contrario, una ruta que haga que Caro Quintero pase meses o a?os en una prisi¨®n mexicana, estira los tiempos en que el presidente mexicano tendr¨¢ una moneda de cambio con Washington, y apuntala la noci¨®n patri¨®tica de que primero se pagan los delitos pendientes en suelo nacional, y luego se procede con las causas que el detenido tenga en otras cortes.
De esa forma, AMLO adem¨¢s ser¨¢ de nueva cuenta el amo de la narrativa. El tabasque?o podr¨ªa adem¨¢s revitalizar su discurso de cero impunidad, que refuerza cada semana en una vistosa sesi¨®n de la ma?anera, y presionar al Poder Judicial para que est¨¦ a la altura de esa promesa.
Cierra L¨®pez Obrador la semana con un merecido sabor de victoria. Su retorno sin gloria de la visita a Washington quedar¨¢ en una mala an¨¦cdota ahora superada por un golpe rotundo e innegable de su gobierno al crimen. Un golpe adem¨¢s dado de la mano de esos aliados especiales de su administraci¨®n que son las fuerzas armadas.
La Armada estar¨ªa celebrando la operaci¨®n, lograda con la cinematogr¨¢fica participaci¨®n de un perro, de no haber sido porque la tragedia se ha presentado. Catorce marinos que participaron en el operativo murieron tras caer su helic¨®ptero en la inmediaciones de Los Mochis. Un innecesario recordatorio de que en estas tareas siempre est¨¢ presente el riesgo y el peligro.
Se ha iniciado una investigaci¨®n para deslindar las causas de la ca¨ªda de esa aeronave, pues nada puede empa?ar el gran golpe, el m¨¢s importante del sexenio de AMLO, en contra de la delincuencia, un golpe que nadie le puede regatear al presidente, al que la fortuna le sonr¨ªe de nueva cuenta.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.