La extorsi¨®n en M¨¦xico: ?del silencio a la escalada de violencia?
La instalaci¨®n del cobro de piso por parte del crimen pasa por la construcci¨®n y el mantenimiento de un ambiente violento
En abril de 2022, una empresaria tijuanense quien pertenec¨ªa al sector del turismo m¨¦dico, me coment¨® en una entrevista: ¡°Yo ten¨ªa mi empresa en la zona centro. Un d¨ªa se presentaron unos hombres, me describieron toda la actividad de mi empresa, sab¨ªan toda la pel¨ªcula. Me dijeron que en virtud de lo que ganaba, ten¨ªa que pagar tantos miles de d¨®lares por mes, directamente con una secretaria que hac¨ªa el seguimiento. Un colega doctor, un vecino, apenas se presentaron [tambi¨¦n en su negocio], cerr¨® todo y se fue. Yo intent¨¦ zafarme, busqu¨¦ apoyos con amigos que me terminaron diciendo: ¡®Esto viene en serio, vete ya, te van a matar¡¯. Pens¨¦ que lo iba a lograr, pero me levantaron en un estacionamiento. Me liberaron, cerr¨¦ el negocio, y me desaparec¨ª. Nadie te puede ayudar en este tema [el cobro de piso]. O pagas, o te vas, o te mueres¡±.
El testimonio de Alma es v¨¢lido para la ciudad fronteriza, y para M¨¦xico en general. Muestra que la extorsi¨®n vive del silencio de sus v¨ªctimas, tanto por temor de que se cumplan las amenazas, como por la desconfianza en las autoridades, pero no se queda en la omert¨¢.
Al contrario, el trabajo que publicamos con M¨¦xico Eval¨²a, Extorsi¨®n empresarial y seguridad p¨²blica en Tijuana: ?qui¨¦n protege a qui¨¦n?, fruto de una inmersi¨®n de campo en el municipio fronterizo, muestra que la extorsi¨®n y el cobro de piso, a pesar de nacer en el silencio, suelen escalar en violencias muy visibles. Por ende, no atenderlos desde el inicio abona el terreno para que ¨¦stas afloren incesantemente.
El mercado de la protecci¨®n
En M¨¦xico, la extorsi¨®n representa un delito central en el debate p¨²blico mexicano, a pesar de quedar escondido detr¨¢s de una cifra negra ¡ªque no se denuncia¡ª de 97,4% (ENVIPE, 2022). Para romper la barrera del silencio, nuestra investigaci¨®n se enfoca en empresarios y comerciantes, partiendo de una preocupaci¨®n central: en Tijuana, ?qui¨¦n me protege de la violencia? ?El Estado u otros proveedores que compiten por un mercado paralelo de la protecci¨®n?
Para analizarlo, mostramos primero la importancia de entender la temporalidad del cobro de piso, en el cual v¨ªctima y victimario establecen una relaci¨®n sostenida en el mediano o largo plazo. Cada semana o cada mes, el proveedor de protecci¨®n visita a su cliente para cobrar sus ganancias, ajustando las reglas seg¨²n le convenga. Puede subir la cuota, hacer uso de la fuerza, o extender su protecci¨®n a nuevas actividades o productos. En este contexto, el perpetrador debe ser capaz de sostener una presi¨®n duradera y una amenaza cre¨ªble, pues eso garantiza que su v¨ªctima lo espere con la cuota, y no con una autoridad u otro actor que pudiera hacerle frente.
La relaci¨®n creada es compleja tanto para las v¨ªctimas, como para las autoridades. Para las primeras, supone vivir bajo constante apremio y, a pesar de eso, continuar su actividad. Si se comparte lo ocurrido, aumenta el riesgo de que la amenaza de violencia se vuelva realidad, conden¨¢ndolas al silencio. Respecto a las autoridades, qui¨¦nes te¨®ricamente deber¨ªan de ser el ¨²nico proveedor de protecci¨®n, el reto es neutralizar a estos competidores, con recursos limitados, poca informaci¨®n, desconfianza ciudadana e incapacidad ¡ªo poca voluntad¡ª de invertir en prevenci¨®n, operaci¨®n e investigaci¨®n para cubrir la brecha de la no denuncia.
Un delito silencioso, que escala
A ras de suelo, la instalaci¨®n del cobro de piso pasa por la construcci¨®n y el mantenimiento de un ambiente violento. Mientras mayor capacidad violenta se atribuya a los perpetradores, m¨¢s probable es que sus v¨ªctimas paguen. Esto puede ser el origen de un ciclo: el ambiente violento genera necesidad de protecci¨®n; los actores violentos se presentan como protectores, y, finalmente, usan la violencia para garantizar el apego al acuerdo y ¡°sancionar¡± a quienes no lo respetan.
Eso s¨ª, el primer acercamiento del extorsionador con la v¨ªctima puede parecerse a una ¡°invitaci¨®n cordial¡± a dejar ¡°cuidarse¡±. Sin embargo, en caso de negarse, el comportamiento se vuelve r¨¢pidamente intimidatorio para imponer la protecci¨®n y extraer la renta: ¡°Si no pagas, un primer aviso es que vuelvan a decirte. Ya luego que eso no suceda, puede que te asalten la tienda. O que te digan: ¡®No te vamos a cuidar y a ver c¨®mo le haces¡¯. Y ya el siguiente aviso es: ¡®S¨¦ a d¨®nde van a la escuela tus hijos¡±.
As¨ª, los testimonios recogidos tejen un eje entre las din¨¢micas silenciosas del cobro de piso y otros delitos emblem¨¢ticos como incendios de locales, agresiones f¨ªsicas, y hasta homicidio, ya sea de quien no ejecut¨® el pago, o de un habitante de la comunidad, con el ¨¢nimo de instaurar terror, asentar la credibilidad colectiva de las amenazas, y darle fuerza a la oferta de protecci¨®n: ¡°El jefe de plaza empez¨® una pinche mataz¨®n, porque ¨¦l dijo que no quer¨ªa que estuvieran comprando a otros, o dejando de pagar la cuota, entonces empez¨® a matar; pues mataron, unos cuatro o cinco muertos para que todos entendieran el mensaje; [¡] aqu¨ª todo es a trav¨¦s de muertos, te hacen llegar el mensaje, para que entiendas¡±.
?Qui¨¦n impone estos reg¨ªmenes violentos?
Nuestra investigaci¨®n, lejos de confirmar las ¡°narco-explicaciones¡±, y a pesar de la presencia de actores afiliados al Cartel de Sinaloa o del Cartel Jalisco Nueva Generaci¨®n en Tijuana, ofrece matices importantes. Por ejemplo, no encontramos que un grupo se dedique a extorsionar y el otro no. Seg¨²n los barrios, el grado de colusi¨®n con funcionarios, o la voluntad de endurecer el control social y territorial, ambos grupos pueden cobrar piso o no hacerlo.
A su par, aparecen individuos, o c¨¦lulas peque?as, capaces de controlar una o algunas calles, y cuya protecci¨®n impacta fuertemente la poblaci¨®n. Pueden ser figuras locales, una suerte de patr¨®n de barrio (peque?os o medianos delincuentes, o incluso expolic¨ªas o exfuncionarios) que, a trav¨¦s de su capacidad de dominio y repartici¨®n de favores, ofrecen protecci¨®n a cambio de derecho de piso. Finalmente, l¨ªderes sindicales han sido se?alados de cobrar una cuota fuera del marco establecido ¡ª el pago de la afiliaci¨®n, por ejemplo¡ªpara instalar su propia red extorsiva, la cual puede sumarse a aquella impuesta por grupos delincuenciales.
El papel del Estado
Ahora bien, para que se expanda el cobro de piso, son fundamentales las condiciones en las cuales se da la presencia de la autoridad y el rol que juegan en el accionar ¡ªo en el no accionar ¡ª la voluntad, fuerza y justicia gubernamental.
En ciertos casos, los entrevistados denuncian que agentes p¨²blicos hacen caso omiso frente al delito, en diferentes variantes de colusi¨®n, falta de atenci¨®n o incapacidad de actuar para protegerlos. Adem¨¢s, los ciudadanos que no gozan de contactos informales dentro de las oficinas p¨²blicas generalmente no se atreven a buscar apoyo, y menos a denunciar. M¨¢s grave a¨²n, mencionan participaci¨®n expl¨ªcita de funcionarios en las etapas de extorsi¨®n, relatando golpes, amenazas, robo de pertenencias y solicitudes de dinero. En todo caso, nuestro trabajo demuestra que las autoridades tienen conocimiento de las din¨¢micas de cobro de piso que afectan cotidianamente a miles de comercios, principalmente en la zona Este de la ciudad, sin lograr enfrentar el fen¨®meno, tanto desde la v¨ªa de la seguridad p¨²blica como de la justicia.
?Hacia d¨®nde vamos?
M¨¢s all¨¢ de Tijuana, nuestro trabajo aporta tres hallazgos principales. Primero, muestra la presencia sist¨¦mica de la extorsi¨®n en el municipio, el ¡°impuesto criminal¡±. Segundo, confirma la dificultad, tanto para la sociedad civil como para las autoridades, de enfrentar a un fen¨®meno que, lejos de vincularse ¨²nicamente con el crimen organizado, implica a grupos de diversos tama?os y, m¨¢s preocupante a¨²n, distintos niveles de colusi¨®n con funcionarios p¨²blicos, conformando complejas redes pol¨ªtico-criminales. Y, finalmente, demuestra que un delito inicialmente callado por el temor de la poblaci¨®n y su desconfianza frente a las autoridades, y que sigue invisible en las estad¨ªsticas oficiales por la cifra negra, tiende a escalar en delitos de alto impacto.
A pesar de lo dif¨ªcil, o imposible, que resulta tejer una correlaci¨®n entre el cobro de piso y las din¨¢micas de violencia que conoce la ciudad, nos parece claro que este delito no se puede atender sin un enfoque integral, que entienda sus caracter¨ªsticas de escalada.
Por ende, urge atender la extorsi¨®n y el cobro de piso como ra¨ªz de otras pr¨¢cticas violentas en M¨¦xico. Las autoridades deben volver a asumir su papel de ¨²nico protector, invirtiendo tanto en prevenci¨®n, operativos policiales de atenci¨®n r¨¢pida, y capacidades de investigaci¨®n judicial que permitan atender a las v¨ªctimas y desarticular las redes de extorsi¨®n.
El reto es may¨²sculo, pero estamos convencidos de que, atendiendo a la extorsi¨®n como la seriedad requerida por la gravedad de la situaci¨®n que se vive tanto en Tijuana como en el resto del pa¨ªs, se ir¨ªan a la baja una serie de indicadores delictivos, adem¨¢s de que favorecer¨ªa la restauraci¨®n de la confianza entre autoridades y ciudadan¨ªa, particularmente deteriorada.
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