Los otros: una propuesta impopular
Antes de cerrar el a?o, propongo pensar el mundo desde los zapatos de quienes son incapaces de darse cuenta de que est¨¢n equivocados, que son enga?ados o sostienen posiciones absurdas por motivos aviesos
Antes de cerrar el a?o propongo un ejercicio contrario a lo que hemos hecho durante 12 meses y pensar el mundo desde los zapatos de los otros. De aquellos que son incapaces de darse cuenta de que est¨¢n equivocados, que son enga?ados o de plano sostienen posiciones absurdas por motivos aviesos. Es decir, esos contra los que hemos discutido en redes sociales, en charlas de sobremesa, en el Uber o simplemente en la privacidad de nuestro cerebro cuando o¨ªmos las noticias o escuchamos una conversaci¨®n en la mesa de al lado.
Imag¨ªnese usted que es un escritor y un personaje de su novela participa en una charla familiar en la cual defiende con argumentos apasionados una posici¨®n contraria a la que usted sostiene. ?Qu¨¦ le har¨ªa decir al personaje para que sonara convincente? O, por decirlo de otra manera, ?ser¨ªa usted capaz de mencionar tres aspectos que le merezcan alg¨²n respeto en las posiciones contrarias a las suyas? Por ejemplo, si usted no es precisamente un simpatizante obradorista ?podr¨ªa reconocerle a L¨®pez Obrador al menos alguna virtud, pese a todo? ?advierte alguna raz¨®n de peso por la cual tantos lo quieren? Y, por el contrario, si usted piensa que es el presidente que este pa¨ªs necesita, ?podr¨ªa entender, aunque no compartir, los temores que inspira en aquellos que se le oponen? ?reconocer alg¨²n aspecto en el que la Cuarta Transformaci¨®n haya dado motivos justificados para criticarla?
?Con qu¨¦ prop¨®sito? Si no por otra cosa, mover el m¨²sculo de la imaginaci¨®n o si usted quiere, para hacer algo distinto a lo que hicimos durante un a?o. O quiz¨¢ porque despu¨¦s de casi cuatro a?os de debates, est¨¢ claro que las dos visiones de pa¨ªs que se disputan la conversaci¨®n p¨²blica no consiguen convencer una a la otra. A juzgar por el hecho de que los niveles de aprobaci¨®n y desaprobaci¨®n que arrojan las encuestas se han mantenido estables, tendr¨ªamos que concluir que no ha habido mucho ¨¦xito en la tarea proselitista de hacer cambiar de opini¨®n a la otra parte. La proporci¨®n de dos tercios versus un tercio, o 60/40 seg¨²n la fuente que se consulte, no ha cambiado mucho, pese a la solidez de los argumentos que cada parte se atribuye a s¨ª misma. Quiz¨¢ eso signifique que nuestros argumentos son menos contundentes o absolutos de lo que hab¨ªamos pensado o que las razones de los otros tienen alg¨²n peso, al menos para ellos. Un m¨ªnimo de curiosidad tendr¨ªa que llevarnos a examinar, aunque fuese por un instante, cu¨¢les ser¨ªan tales razones. Desde luego tambi¨¦n podemos atrincherarnos en la tranquilizadora noci¨®n de que los otros piensan diferente simplemente porque han sido enga?ados y viven en el error; pero eso es justamente lo que hemos hecho los otros 364 d¨ªas del a?o.
No se pretende que se traicionen convicciones o se dinamiten certezas. La coherencia para defender las propias posiciones, el compromiso con un proyecto y con los valores en los que creemos, la lealtad a los puntos de vista que compartimos con la comunidad a la que pertenecemos o con la cual nos identificamos, son encomiables. Eso es infinitamente mejor que la apat¨ªa y el desinter¨¦s por la cosa p¨²blica, o el valemadrismo de las soluciones individuales y ego¨ªstas. Quiz¨¢ haya momentos en que sea necesario discutir a tumba abierta y toda concesi¨®n en alg¨²n tema decisivo constituye una traici¨®n a las convicciones que abrigamos. Pero no puede construirse nada, m¨¢s que el abismo, si nos instalamos permanentemente en la trinchera que niega al adversario el derecho a considerar v¨¢lidas sus razones.
Estamos condenados a compartir la traves¨ªa en esta nave que llamamos M¨¦xico, y resulta evidente que no vamos a poder deshacernos unos de los otros, ni convencernos hasta convertirnos en un solo bando. Siendo as¨ª, bien valdr¨ªa la pena asomarnos a contemplar desde su propia perspectiva las razones de aquellos que razonan diferente a nosotros. Al menos por un d¨ªa del a?o antes de que este finalice. ?No le parece?
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