Nuevas liturgias: la construcci¨®n de corcholatas
En julio de 2021, el presidente L¨®pez Obrador destap¨® una lista de seis posibles candidatos a sucederlo. Resulta interesante analizar esa estrategia para construir una lista veros¨ªmil de aspirantes
Contra la ley no escrita seguida por todo presidente mexicano de retrasar lo m¨¢s posible las precampa?as electorales y lanzar admoniciones del tipo ¡°el que se mueva no sale en la foto¡±, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador abri¨® el juego de la sucesi¨®n desde mediados de su sexenio. En marzo de 2021 habl¨® de la calidad de los aspirantes de su partido y cuatro meses despu¨¦s, en julio de 2021, destap¨® una lista de seis posibles candidatos, ?tres a?os antes de las elecciones! En otra ocasi¨®n abord¨¦ en este espacio las ventajas que obtuvo L¨®pez Obrador al cometer este aparente sacrilegio pol¨ªtico; pero igual de interesante resulta analizar la estrategia seguida por el presidente para construir una lista veros¨ªmil de las ahora llamadas corcholatas.
Desde el primer destape, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard estuvieron presentes. En aquel julio de 2021, cuando por vez primera llama por sus nombres a los precandidatos, result¨® evidente que, como en el caso del premio de los ?scares, algunos nominados estaban de relleno. Los otros cuatro invocados, Juan Ram¨®n De la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier y Roc¨ªo Nahle, jugaban un rol testimonial. Para empezar, los tres primeros no pertenec¨ªan al c¨ªrculo cercano a Palacio Nacional; De la Fuente era representante en la ONU y Moctezuma en Washington, dos posiciones respetables, pero lejanas de los reflectores nacionales que requiere una candidatura. Si AMLO hubiera querido hacer de De la Fuente un contendiente veros¨ªmil, tendr¨ªa que haber tra¨ªdo al exrector a ocuparse de la SEP, que ha estado dos veces vacante, pero obviamente no fue as¨ª. A Tatiana se le incorpor¨® al gabinete dos a?os despu¨¦s de arrancado el sexenio y dur¨® apenas 22 meses en la secretar¨ªa de Econom¨ªa por falta de apoyo del resto del Gobierno de la 4T.
La menci¨®n de Roc¨ªo Nahle tampoco llam¨® a enga?o, aunque por otras razones. La secretaria de Energ¨ªa s¨ª goza de todas las confianzas de L¨®pez Obrador; es responsable del proyecto personal del tabasque?o, la construcci¨®n de la refiner¨ªa de Dos Bocas. Pero los atributos que convierten a esta ingeniera qu¨ªmica, exfuncionaria de Pemex, en una buena capataz para sacar a marchas forzadas la enorme obra, le dificultan ser considerada para una funci¨®n pol¨ªtica m¨¢s amplia. Una tarea condenada a un desgaste inmenso. En suma, se mencionaron seis, pero la opini¨®n p¨²blica solo escuch¨® dos nombres: Claudia y Marcelo.
Ese tete a tete, centrado en la alcaldesa de la capital y en el canciller, entra?aba altos riesgos, algo que qued¨® ilustrado con la tragedia de la l¨ªnea 12 del metro, de la cual ambos resultaron raspados. Nada que pudiera descarrilar a una precandidatura, pero suficiente para mostrar que, pese a todo, eran vulnerables, considerando la lejan¨ªa de los comicios y la imposibilidad de prever todos los imponderables. La urgencia por ofrecer un nombre que pudiera prender en el deporte de las especulaciones obedec¨ªa tambi¨¦n a la necesidad de dispersar el fuego (amigo y enemigo) entre tres frentes y no solo en los dos en los que parec¨ªa atrapado.
Los intentos de L¨®pez Obrador para ampliar la baraja segu¨ªan sin fructificar. Ocho meses despu¨¦s de lanzar la primera lista, incluy¨® a su secretario de Gobernaci¨®n, Ad¨¢n Augusto L¨®pez, y desde entonces, en toda menci¨®n presidencial sobre la sucesi¨®n, los tres son religiosamente invocados. La inclusi¨®n fue asumida, ahora s¨ª, como un potencial caballo negro capaz de venir desde atr¨¢s si los dos punteros perd¨ªan fuelle por alguna raz¨®n. En esta ocasi¨®n, al menos, los medios le dieron alg¨²n cr¨¦dito a la versi¨®n de un tercer jugador. Razones hab¨ªa; por un lado, se desempe?aba como secretario de Gobernaci¨®n, por otro, era paisano y amigo de la juventud del presidente, un hombre de todas sus confianzas. Para desgracia de Ad¨¢n Augusto L¨®pez, y a juzgar por las encuestas de intenci¨®n de votos, las especulaciones en medios y corrillos pol¨ªticos no se reproducen entre el ciudadano de a pie, que sigue considerando que esta es una contienda de dos. Le quedan siete meses al funcionario para demostrar que su inclusi¨®n en la lista no fue solo una medida distractora.
En la l¨®gica del presidente para hacer sus destapes llama la atenci¨®n la omisi¨®n de algunos nombres. Desde luego, la de Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena, distanciado del mandatario y nunca considerado en estas listas.
Y existe otro olvidado que requerir¨ªa al menos una explicaci¨®n. L¨¢zaro C¨¢rdenas Batel, hijo de Cuauht¨¦moc, fundador primigenio del movimiento que a la postre dar¨ªa lugar al obradorismo, y nieto de L¨¢zaro C¨¢rdenas, uno de los mejores tres presidentes que ha tenido M¨¦xico, en palabras del propio L¨®pez Obrador. En t¨¦rminos de linaje, no habr¨ªa ninguna figura de la izquierda con mayores merecimientos para figurar destacadamente en la cabeza de un proyecto de cambio social del pa¨ªs. Al mantenerlo como su jefe de asesores, el presidente lo distingue, pero en realidad tambi¨¦n lo neutraliza al aislarlo. Ha sido excluido de toda responsabilidad que entra?e alg¨²n protagonismo frente a otros actores pol¨ªticos, mucho menos alguna aparici¨®n p¨²blica.
Solo podemos especular sobre las razones por las cuales L¨®pez Obrador nunca lo ha contemplado como un posible sucesor. Una versi¨®n maliciosa podr¨ªa apuntar al hecho de que el peso de la herencia es tal que el arribo al poder de otro C¨¢rdenas habr¨ªa convertido al obradorismo en un puente para unir a la dinast¨ªa. Abuelo, padre e hijo. El obradorismo habr¨ªa sido un par¨¦ntesis.
Pero tambi¨¦n habr¨ªa una raz¨®n leg¨ªtima para no incluir a L¨¢zaro C¨¢rdenas en el proceso sucesorio. Si L¨®pez Obrador est¨¢ convencido de que otra persona responder¨ªa mejor a los retos que exige la presidencia de M¨¦xico en los pr¨®ximos seis a?os, habr¨ªa sido un incordio que una posible precandidatura de L¨¢zaro se saliera de control. C¨¢rdenas es un nombre todav¨ªa m¨¢gico en el imaginario de las bases sociales en las que se apoya el obradorismo y no hablo de los cuadros de Morena, dispuestos a abuchear al Ingeniero Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas. Si pese a su inexperiencia al joven Colosio le ha bastado el apellido para hacerse de la alcald¨ªa de Monterrey, podemos imaginar lo que habr¨ªa significado la inclusi¨®n de un L¨¢zaro C¨¢rdenas en las listas de suspirantes, incluso en las ap¨®crifas que surgen en los corrillos pol¨ªticos. Si L¨®pez Obrador y su partido deseaban tener margen de decisi¨®n sobre los candidatos en los que realmente ha pensado, C¨¢rdenas Batel habr¨ªa sido un precandidato inc¨®modo dado el riesgo de que su nombre generara una espuma espont¨¢nea dif¨ªcil de diluir. En tal caso, el ostracismo dise?ado para este puesto en Palacio Nacional neutraliz¨® el problema. En suma, lo que esas listas de corcholatas muestran es que tras el estilo aparentemente desparpajado del presidente subyace un c¨¢lculo de cirujano en todo aquello que le resulta prioritario.
@jorgezepedap
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