?Juez Supremo de la Naci¨®n?
Cuando el presidente critica a los jueces y a su funci¨®n, cancela las posibilidades de que quienes llevan una vida ordinaria y tienen que solucionar sus conflictos enfrenten el predicamento de hacerlo
De manera no tan ret¨®rica, el presidente L¨®pez Obrador se pregunt¨® recientemente por aquello que el Poder Judicial hab¨ªa hecho por el pueblo de M¨¦xico. En el mismo tono se respondi¨® a s¨ª mismo que esto ha sido muy poco o pr¨¢cticamente nada. M¨¢s all¨¢ de lo anecd¨®tico que pueda parecer una afirmaci¨®n insertada en el copioso y confuso devenir de las palabras presidenciales, lo cierto es que hay un rasgo o sesgo que de esos dichos debemos recuperar.
Cuando el presidente afirma que el poder judicial no ha hecho mucho o nada por el pueblo, desde luego est¨¢ introduciendo una descalificaci¨®n a las personas que han desempe?ado y desempe?an la funci¨®n jurisdiccional en nuestro pa¨ªs. El destinatario directo de estas afirmaciones son aquellos funcionarios que cotidianamente resuelven conflictos entre particulares o entre estos y el Estado. Si a los se?alamientos estrictamente subjetivos se les acompa?a de cr¨ªticas relativas a su honestidad, profesionalismo o vinculaci¨®n con cierto tipo de causas sociales proclamadas por el presidente, resulta entonces que la negativa labor de esos funcionarios queda explicada en la l¨®gica presidencial por los vicios personales, m¨¢s que por las condiciones de funcionamiento del sistema judicial mismo. Sin embargo, el razonamiento descalificador no se queda ah¨ª ni, mucho menos, se constituye en un problema exclusivo de las personas que, en la narrativa presidencial, han venido actuando en las condiciones caricaturizadas de sus dichos.
La implicaci¨®n del mal actuar de los juzgadores nacionales que ha hecho el presidente deja abierta una dimensi¨®n o esfera distinta que, desde luego, trasciende a las meras condiciones subjetivas u operativas del sistema de justicia. Si, como supone el presidente, el actuar judicial est¨¢ podrido pr¨¢cticamente en su totalidad, ?a qui¨¦n corresponde hacer justicia para ese pueblo que leg¨ªtimamente la reclama? Si no son los jueces qui¨¦nes pueden reparar las injusticias de una sociedad como la nuestra, ?a qui¨¦n le toca hacer justicia? Este es el verdadero ¨¢ngulo de los se?alamientos del presidente. La cr¨ªtica a los jueces no busca descalificarlos en lo individual o inclusive como gremio, sino que pretende destruir a la funci¨®n misma con la esperanza de que el cr¨ªtico se convierta en el juzgador que repare las injusticias ancestrales de la poblaci¨®n mexicana.
L¨®pez Obrador pretende, en su car¨¢cter de presidente de la Rep¨²blica, constituirse tambi¨¦n como el l¨ªder moral de una naci¨®n entera, as¨ª como en la autoridad suprema de justicia. En el personaje capaz de resolver mediante su palabra las m¨¢s complejas disputas de los habitantes del territorio nacional, en sustituci¨®n de sus jueces, magistrados y ministros. Mientras estos tienen que regirse por reglas procesales y mandatos sustantivos, quien aspira a ser ¡°juez supremo de la naci¨®n¡± puede obviar estos requerimientos para juzgar y condenar a quienes, conforme a sus propias normas, se aparten del camino por ¨¦l trazado.
La cuesti¨®n que aqu¨ª es necesaria considerar tiene dos aspectos. Por una parte, est¨¢ el tema de la inmensa tarea de hacer justicia. Para darle magnitud, pensemos en el n¨²mero de asuntos que a diario se judicializan, para bien y para mal, en todo el pa¨ªs. La cantidad enorme de litigios que d¨ªa a d¨ªa se promueven para resolver conflictos penales, civiles, laborales, familiares, agrarios y muchos otros, en todas las instancias judiciales federales y locales. Sin exagerar, se trata de millones de casos en los que se resuelven conflictos materiales de muy diverso matiz, en un momento particularmente violento de la vida nacional. Es completamente ficticio suponer que, quien denuesta a los juzgadores, tenga la misma capacidad de asumir tal tarea de alg¨²n modo, as¨ª sea aproximado.
Este primer aspecto conduce irremediablemente al segundo, a mi parecer, a¨²n m¨¢s grave. Adicionalmente, a la imposibilidad de llevar a cabo las tareas que s¨ª realizan quienes son ofendidos y calificados, est¨¢ el problema de saber a d¨®nde acudir¨¢n quienes tengan que resolver sus conflictos mediante litigios, cuando es el propio presidente de la Rep¨²blica quien invalida con sus palabras diarias a los actores y a los espacios en los que normalmente deb¨ªan solucionarse. ?A qui¨¦n, en su sano juicio, se le ocurrir¨ªa ir a un lugar presentado por el presidente como siniestro, corrupto o in¨²til? Cuando el presidente de la Rep¨²blica critica a los jueces y a su funci¨®n, no solo incurre en el grav¨ªsimo pecado de suponerse a s¨ª mismo ¡°juez supremo de la naci¨®n¡±, sino m¨¢s grave a¨²n, cancela las posibilidades de que quienes llevan una vida ordinaria y tienen que solucionar sus conflictos, enfrenten el predicamento de hacerlo.
@JRCossio
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