Nada fuera del movimiento
Si ganara los comicios, Claudia Sheinbaum ascender¨¢ al mismo puesto que su l¨ªder, pero no gobernar¨¢ por s¨ª sola
Eso que llaman sexenio podr¨ªa sufrir en 2024 una transformaci¨®n radical. Si Claudia Sheinbaum gana las elecciones, lo que se vivir¨¢ a partir de octubre no ser¨¢, como se insiste, una reedici¨®n del maximato. El lopezobradorismo es m¨¢s complejo que eso y ella es muy lopezobradorista.
Morena es un movimiento en construcci¨®n. En una d¨¦cada ya conquist¨® la presidencia de la Rep¨²blica y la mayor¨ªa de los Estados. Su ascenso se debe a que reactiv¨® la ilusi¨®n por el nacionalismo al tiempo que, pragm¨¢ticamente, supo incorporar personajes de la izquierda, del PRI y hasta expanistas.
Y al tes¨®n e instinto pol¨ªtico de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, en torno a quien se agrupan activistas sociales, acad¨¦micos, periodistas y un sustancial segmento de la poblaci¨®n; para los que ese liderazgo es experimentado como un sentimiento bidireccional: ¨¦l para ellos, ellos para ¨¦l.
Esa identificaci¨®n es vertical. ?l en la c¨²spide y hacia abajo se acomodan hasta llegar al ¡°pueblo¡±. A pesar de que hay quien asegura que pretendi¨® reelegirse, desde hace muchos meses administr¨® un mecanismo sucesorio que est¨¢ a punto de desembocar en la precampa?a de Sheinbaum.
Si ganara los comicios, la ex jefa de gobierno de la Ciudad de M¨¦xico ascender¨¢ al mismo puesto que su l¨ªder, pero no gobernar¨¢ por s¨ª sola, o para s¨ª en el sentido de crear un nuevo ¡°estilo personal¡±, menos de asumirse independiente o desconectada del lopezobradorismo.
Describir lo que seguir¨ªa entre 2024 y 2030 como un gobierno tutelado es no querer aceptar que Morena se define como un proyecto transexenal donde los eventuales presidentes se apegar¨¢n a los postulados que de la mano de Andr¨¦s Manuel dieron origen a eso que ellos llaman transformaci¨®n.
Esta semana se dio el mejor ejemplo al respecto. No sin sorpresa vimos que Marcelo Ebrard no ha ajustado su reloj a la nueva realidad: si bien la inminente campa?a ser¨¢ un momento culmen, en estos a?os el movimiento no ha hecho sino irse enredando m¨¢s y m¨¢s en torno a lo que dicta AMLO.
El excanciller avis¨® el lunes que se queda en Morena. Como al explicar sus razones para no renunciar Ebrard se asumiera como cabeza de una supuesta segunda fuerza dentro del movimiento, Sheinbaum le enmend¨® duramente la plana al reiterar en un video el car¨¢cter indivisible del mismo.
El mensaje de la virtual candidata fue para Marcelo y para cualquiera que tenga dudas sobre c¨®mo ejercer¨¢ el poder la eventual presidenta. A ella le toca, y lo asume plenamente, ejercer de vig¨ªa del lopezobradorismo. Hoy y en los a?os por venir.
Porque Claudia se ve como una de quienes ayud¨® a construirlo; porque cree en lo que su l¨ªder representa, y porque tiene conciencia de que su candidatura se debe, sobre todo, a la identificaci¨®n que la base de Morena, e incluso en el extrarradio del movimiento, advierte entre el presidente y ella.
El maximato supon¨ªa una simulaci¨®n. Se iba a elecciones para, formalmente, elegir a una persona como presidente; la realidad es que los comicios serv¨ªan de fachada para poner un encargado de despacho. Los mangoneados por el jefe m¨¢ximo, con mayor o menor frustraci¨®n, se sab¨ªan meros instrumentos.
Lo de hoy no puede ser m¨¢s distinto. Sheinbaum es, como cuando se presentaba de adolescente a otros, la compa?era Claudia. Una militante entregada y entusiasta. Una convencida de la autoridad y el proyecto que L¨®pez Obrador quiere instalar, sin retorno previsible, en M¨¦xico.
Ve el segundo sexenio de Morena como uno que pondr¨¢ los cimientos de la nueva formar de gobernar al pa¨ªs gracias a que el presidente derrumb¨®, con los m¨¢s dis¨ªmbolos ¡ªy costosos, si se quiere¡ª m¨¦todos el r¨¦gimen que se ven¨ªa edificando desde los a?os ochenta.
Su administraci¨®n se trazar¨ªa a partir del suelo llano que le entregar¨ªan el 1 de octubre. Pero el basamento no se apartar¨¢, salvo en algunos matices, de los preceptos del tabasque?o: m¨¢s energ¨ªas verdes por aqu¨ª, renovados puentes con sectores lastimados por AMLO (cient¨ªficos, por ejemplo) por all¨¢, y ya.
Adem¨¢s, tal sincron¨ªa ha comenzado desde ahora. El asalto al Poder Judicial es una labor de mancuerna entre el presidente que se ir¨¢ y la que llegar¨ªa. No es una ocurrencia del primero que la segunda acepte con resignaci¨®n o simuladamente. Desde hace a?os es coautora de esa pretensi¨®n.
Prueba de ello es el Proyecto de Naci¨®n 2018-2024 presentado el 20 de noviembre de 2017 en el Auditorio Nacional. Sheinbaum fue la responsable tem¨¢tica del segmento de ese documento en el que se propone discutir la designaci¨®n v¨ªa voto popular de los ministros de la Suprema Corte.
Si bien ah¨ª se habla de consultar con expertos una eventual pero profunda reforma al Poder Judicial que inclu¨ªa, dicho sea de paso, la desaparici¨®n de la Judicatura Federal, ya todo mundo sabe hoy a qu¨¦ se refiere Morena cuando habla de consultas: a no negociar nada fuera del movimiento.
Seis a?os despu¨¦s, el asalto al Judicial se da en doble v¨ªa. Como eje fundamental de lo que ser¨¢ la oferta electoral de Sheinbaum ¡ªquien pedir¨¢ voto arrasador para tener mayor¨ªas constitucionales en el Congreso a partir de septiembre pr¨®ximo¡ª, y por la v¨ªa de llenar de incondicionales la Corte.
La terna de candidatas a ocupar la plaza que dej¨® vacante el ministro Arturo Zald¨ªvar es la manifestaci¨®n m¨¢s abierta, y desafiante, no solo de lo que L¨®pez Obrador pretende, sino de lo que la propia Claudia Sheinbaum busca: que la Constituci¨®n se pliegue a lo que quiere el movimiento, y no al rev¨¦s.
Continuidad no es la principal, sino la ¨²nica oferta de quien este 20 de noviembre inicia precampa?a por el oficialismo. ?D¨®nde est¨¢ el maximato? Ella quiere ser la consolidadora de un cambio radical. Y ambos t¨¦rminos son necesarios al imaginar el sexenio de Claudia: se acelerar¨¢ lo visto hasta hoy.
No por nada el presidente habla de relevo generacional, como si fueran parte de una misma familia; s¨ª lo son, en este caso, de id¨¦ntica corriente pol¨ªtica. Eso fue lo que Marcelo Ebrard nunca entendi¨® en su fallida aspiraci¨®n por relevar a Andr¨¦s Manuel; y lo que menos a¨²n comprende al quedarse ah¨ª.
La herencia del creador de Morena solo pod¨ªa recaer en quien buscara perfeccionar lo irreductible del lopezobradorismo, no en quien pretend¨ªa reformas para matizarle algunos de sus m¨¢s costosos filos: el antiaspiracionismo, por ejemplo.
Por cierto, no es la primera vez que en la historia reciente desde el poder se ambiciona fijar transexenalmente una sola visi¨®n. Ni m¨¢s ni menos que el salinismo se declar¨® listo para gobernar por treinta a?os a fin de galvanizar su modo de ver las cosas. De hecho, L¨®pez Obrador cree que para mal se logr¨®.
En este nuevo intento no habr¨ªa Zedillo que exilie al predecesor. Tampoco Abelardo Rodr¨ªguez. Ser¨ªa una cosa distinta. Habr¨¢ que buscar una definici¨®n, o ver si cabe otro paralelismo hist¨®rico. Porque el maximato no ayudar¨¢ a entender los goznes entre esta presidenta y el expresidente.
Ser¨¢ distinto. Con lastres (demasiados ex¨¦getas de negligente actuar que se creer¨¢n merecedores de compartir las glorias de haber sido fundadores) y con la imperturbable decisi¨®n de ella por llevar al siguiente nivel lo que se quiso hacer este sexenio, pero diferente al maximato.
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