La Uva
Despido este a?o, no sin profunda nostalgia, con la inmensa gratitud de que no ha de volver jam¨¢s
Contra todo maleficio y para no errar en la c¨¢bala deseo recibir el a?o 24 con una sola uva, masticada en el instante en que resuene la ¨²ltima campanada del a?o 23 que despido ¨Cno sin profunda nostalgia- con la inmensa gratitud de que no ha de volver jam¨¢s.
Va la uva por mis hijos y la hermosa m¨²sica con la que iluminan al mundo y la misma uva blanca, verdosa de esperanza, va por los cardi¨®logos que resta?aron el ventr¨ªculo m¨¢s herido de mi coraz¨®n, resete¨¢ndolo a su debido ritmo y, por lo visto, irrompible aunque el azar lo magull¨® inesperadamente al filo de la uva.
Mastico entonces la uva por todas las promesas que se me rompieron en las manos, las palabras que parec¨ªan verdades inapelables convertidas en l¨¢nguidas mentiras huecas y saboreo no sin tristeza pero sin ¨¢pice de rencor las decepciones inmerecidas, el engreimiento silente y la adrenalinita del postureo empoderado; las mentiras de pol¨ªticos y pares, los abusos callados de los tiranuelos y s¨¢trapas, los despistes imperdonables que no son meros lapsos de atenci¨®n y mastico la uva por todos los desaparecidos de este a?o y los muertos de cada uno de los d¨ªas en cada una de las guerras que se esfuman en la memoria.
Venga la uva solitaria por todos los ni?os que han de aprender a leer en los pr¨®ximos meses y las ni?as que cuajan el dibujo de un elefante sin haberlo visto jam¨¢s porque de ellos ser¨¢ el reino del futuro, allende la tiniebla de los virus y falsedades, la desidia tan adulta y el destino impredecible. Venga la uva por los ancianos que se toman de la mano, incluso cuando ya s¨®lo queda un solo pu?o arrugado para sus dedos alunarados y por las parejas que s¨ª logran ser eternas y por los enfermos de memoria que han logrado olvidar todas las desgracias para habitar serenamente un bosque entra?able donde parece que vuelven a caminar por el sendero donde aprendieron todas las palabras que nombran a las personas, a todas las cosas y al sabor de la mandarina.
Va la uva por el recuerdo intacto del chocolate y el sabor de la miel con medio lim¨®n amarillo, las mu?equitas de tela y los aretes de Oaxaca que son de la Luna. Va la uva por los enamorados que habitan por una sola madrugada las s¨¢banas almidonadas de un palacio y por todos los senderos del parque de El Retiro en Madrid que desembocan en la Puerta de Alcal¨¢, tanto como el sabor de la uva que llueve sobre Coyoac¨¢n para recordar a las jacarandas y bugambilias que llueven por las tardes de marzo para recordarnos que las calles son moradas. Va la uva por la morada que se perdi¨®, la enamorada que minti¨® y el demorado que volvi¨® de un viaje sin raz¨®n.
Va la uva por la se?ora que camina lentamente al mercado y el quesero que le regala un cuarto de manjar; por el abyecto panadero que destila odio por falta de levadura humana y por el solitario viejo gru?¨®n que mantiene su desvar¨ªo con una nebulosa constante del nivel et¨ªlico. Va la uva por el gigante que lee cinco horas al d¨ªa para sumar un libro al d¨ªa en la biblioteca invaluable de su alma buena. Va la uva por la joven que evade el tedio de su trabajo con la evasi¨®n infalible de una novela en tina y papel, pero tambi¨¦n la misma uva para quien recurre a la pantalla para volver a leer la maravillosa aventura de una venganza entre espadachines.
Va la uva por todos los heroicos eslabones de la lectura: editores y dise?adores, correctores y libreros que se queman las pesta?as para que no haya un solo lector sin receta surtida o respuesta instant¨¢nea a los s¨ªntomas que aquejan su antojo de ensayo o cuento corto. Va la uva por las plumas que vuelan en prosa y en verso, las que se han vuelto indispensables y los an¨®nimos, incluso a¨²n in¨¦ditos. Va la uva por el joven que en pocos d¨ªas de un a?o nuevo publicar¨¢ su primer libro y por genio musical que ayer mismo cuaj¨® una canci¨®n incomparable para que se vuelva pegajosa como la misma piel de la uva con la que pretendo recibir el a?o 2024 y abrazar a los abrazables fantasmas que se me aparecen en las madrugadas, las voces de un pasado en blanco y negro y los rostros a colores de tanto afecto que decidi¨® desaparecer. Recibo con la uva a los desconocidos que en el transcurso de otro a?o han de presentarse para abono y sonrisa de una vida que sigue rodando a pesar de la helada inmovilidad del desamparo y el fr¨ªo desencanto sin guantes con el que pretende pararme las manos la nubecilla negra que se disipa entre dientes con el suave sabor de la ¨²nica uva, la que sabe a tiempo.
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