Volver al pasado. La pretensi¨®n de acabar con los plurinominales
La propuesta de L¨®pez Obrador va a contracorriente de lo que la izquierda mexicana plante¨® con insistencia desde los ochenta: que entre votos y esca?os existiera la mayor correspondencia posible
El presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, mand¨® una serie de propuestas de reformas a la Constituci¨®n. Aqu¨ª solo nos referiremos a una que se encuentra dentro de un paquete que pretende remodelar el mundo electoral: la de la supresi¨®n de los diputados y senadores plurinominales, adem¨¢s de que acaba con los senadores de primera minor¨ªa. Se trata de un intento n¨ªtido por sobrerrepresentar a la mayor¨ªa y subrepresentar a las minor¨ªas, algo que a lo largo del proceso de transici¨®n democr¨¢tica que vivi¨® el pa¨ªs (1977-1997) se trat¨® por lo menos de atemperar. Adem¨¢s, va a contracorriente de lo que la izquierda mexicana plante¨® con insistencia desde la d¨¦cada de los ochenta: la de tratar que entre votos y esca?os existiera la mayor correspondencia, es decir, que, si un partido obtiene 20 por ciento de los votos, deber¨ªa tener alrededor de ese porcentaje de asientos.
Una revisi¨®n a vuelo de p¨¢jaro (creo) har¨¢ posible entender lo anterior. Desde la primera Constituci¨®n republicana del pa¨ªs (1824), la elecci¨®n de diputados se llevaba a cabo dividiendo al pa¨ªs en circunscripciones (distritos) en cada una de las cuales se eleg¨ªa un representante. Y as¨ª sigui¨® haci¨¦ndose en la larga etapa de hegemon¨ªa del PRI. No obstante, desde los a?os sesenta del siglo pasado, se puso a debate la enorme distorsi¨®n en la representaci¨®n que ese m¨¦todo acarrea de manera natural. Por ejemplo, en las elecciones de 1970 el PRI obtuvo el 80% de los votos y gan¨® en el 100% de los distritos. Eso porque el m¨¦todo uninominal no ofrece representaci¨®n a los perdedores. Y el efecto acumulado de esa f¨®rmula (hoy, 300 distritos), produce una sobrerrepresentaci¨®n de la mayor¨ªa (es decir, un porcentaje de diputados muy por encima de su porcentaje de votos) y una subrepresentaci¨®n de las minor¨ªas.
Tan claro era el asunto que en 1963 se inventaron los llamados ¡°diputados de partido¡±, para que los partidos minoritarios que hubiesen obtenido m¨¢s del 2,5% de la votaci¨®n contaran con cinco diputados cada uno. Para seguir con el ejemplo anterior, eso hizo que el PRI en 1970 no estuviera solo en la C¨¢mara de Diputados; PAN, PPS y PARM alcanzaron ¡°diputados de partido¡±.
Fue con la reforma pol¨ªtica de 1977 que se cre¨® el actual sistema mixto. En aquel entonces fueron 300 diputados de mayor¨ªa y 100 de representaci¨®n proporcional (plurinominales). Se trataba de moderar la sobre y subrepresentaci¨®n. Y signific¨® que por lo menos el 25% de las curules ser¨ªan ocupadas por partidos diferentes al oficial, porque el mayoritario no participaba en el reparto de plurinominales. Sin duda, fue el reconocimiento de que M¨¦xico era una sociedad cruzada por el pluralismo y que esa diversidad deb¨ªa estar representada en la C¨¢mara de Diputados.
Desde entonces, en cada momento de reforma electoral se enfrentaron dos posiciones antag¨®nicas: la de la izquierda que insist¨ªa en que entre el porcentaje de votos y de esca?os deb¨ªa existir una plena correspondencia y la del entonces partido predominante, el PRI, que se?alaba que, sin una mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara, esta ser¨ªa ingobernable. Fue una etapa en la que existi¨® incluso una cl¨¢usula de gobernabilidad que se?alaba que la mayor¨ªa relativa de votos, por mandato de ley, deb¨ªa convertirse en una mayor¨ªa absoluta de diputados.
Finalmente, y para no hacer m¨¢s larga esta historia, en la reforma de 1996, se volvieron a enfrentar ambas posiciones y se lleg¨® a una ¡°soluci¨®n¡± pragm¨¢tica. Ni representaci¨®n proporcional estricta (que demandaba la izquierda) ni una sobrerrepresentaci¨®n excesiva. Dice la Constituci¨®n que entre votos y esca?os no puede existir una sobrerrepresentaci¨®n mayor del 8%.
Fue por esa norma, y porque ning¨²n partido logr¨® m¨¢s del 42,2% de la votaci¨®n, que en la C¨¢mara de Diputados entre 1997 y 2018 no existi¨® mayor¨ªa absoluta de ning¨²n partido.
Pues bien, nuestro presidente pretende que M¨¦xico vuelva a un sistema electoral similar al que existi¨® hasta 1964 o 1977, a la ¨¦poca de un partido hegem¨®nico. Un ejemplo reciente: en las elecciones para diputados de 2021, Morena, PT y PVEM juntos o separados ganaron 186 de 300 distritos, es decir el 62%, no obstante, sumando su porcentaje de votos apenas llegaron al 44%. De tal suerte que si no existieran los diputados plurinominales hubi¨¦semos contado con una C¨¢mara donde el oficialismo tendr¨ªa 18% de sobrerrepresentaci¨®n.
En el Senado de la Rep¨²blica los cambios para inyectarle pluralismo fueron m¨¢s tardados. Con la f¨®rmula de elegir dos por entidad federativa (los dos para el ganador), vivimos situaciones como la de 1988, aquellas m¨¢s que controvertidas elecciones. En ellas, con el 49% de los votos (cifras oficiales), el PRI obtuvo 60 de los 64 senadores, ya que gan¨® en 30 entidades y el Frente Democr¨¢tico Nacional solo en dos.
Por ello, en 1996, reconociendo la existencia de un pluralismo vivo en la sociedad mexicana, al que era y es necesario ofrecerle v¨ªas de expresi¨®n y convivencia, se remodel¨® la f¨®rmula de elecci¨®n de senadores. A partir de entonces se eligen tres senadores por entidad, dos para la planilla ganadora y uno para la primera minor¨ªa. Y adem¨¢s se agreg¨® una lista plurinominal de 32 senadores que se reparten conforme a la votaci¨®n obtenida por cada partido. Por ello, desde las elecciones del a?o 2000 tenemos una llamada C¨¢mara Alta donde debaten y acuerdan las diferentes fuerzas pol¨ªticas.
Pues bien, el presidente pretende no solo borrar la lista plurinominal de senadores, sino tambi¨¦n a los representantes de la primera minor¨ªa. Una vuelta al pasado.
Tras esas propuestas palpita la penosa visi¨®n antipluralista del presidente. Ensue?a un partido como lo fue el PRI, sin contrapesos legislativos (y, por cierto, tambi¨¦n sin contrapesos en el Poder Judicial o los que representan los ¨®rganos aut¨®nomos del Estado). No creo que esa pretensi¨®n presidencial prospere, porque dif¨ªcilmente el resto de las bancadas militar¨¢n contra sus intereses. Pero mucho nos dice del talante autoritario del proponente.
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