Discurso contra la reforma judicial
El ministro publica de forma ¨ªntegra su intervenci¨®n en la protesta del pasado 8 de agosto en contra de la propuesta que se discutir¨¢ en el Senado
El motivo de esta manifestaci¨®n, pac¨ªfica e informada, es hacerle saber a los senadores de la Rep¨²blica nuestro rechazo a la reforma judicial que comenzar¨¢n a discutir en las pr¨®ximas horas.
Quienes participamos en esta reuni¨®n ciudadana hemos le¨ªdo el texto aprobado por los diputados federales. Estamos convencidos de que los intentos por modificar a los poderes judiciales de nuestro pa¨ªs, anteponen los intereses de quienes hoy gobiernan en perjuicio de la convivencia plural de la inmensa mayor¨ªa de los mexicanos de hoy y de las generaciones por venir.
La propuesta de reforma judicial que est¨¢ en marcha tiene como justificaci¨®n un supuesto mandato popular proveniente de las elecciones del pasado 2 de junio. Ello no es as¨ª. Quienes votaron ese d¨ªa por Morena y sus aliados, se expresaron por los candidatos que compitieron en esa jornada. No por quienes ya ocupaban un cargo p¨²blico. Votaron por nuevas personas y nuevas propuestas. No por la reelecci¨®n de nadie ni menos por la instauraci¨®n de un nuevo Maximato nacional.
Si la propuesta de reformas efectivamente atendiera a las urnas, habr¨ªa tenido que considerar que nuestra naci¨®n se compone por 130.000 millones de personas y no solo por los votantes de Morena y sus aliados. Tendr¨ªa que considerar que sus partidarios y sus oponentes tienen las mismas calidades ciudadanas y que en democracia tiene que gobernarse para todos. Que una vez concluidas las elecciones, el buen gobierno tiene que ejercerse sin distingos partidistas. Que no hacerlo implica insertar el germen de la divisi¨®n y, tal vez, el de la guerra civil.
La propuesta de reforma judicial que est¨¢ en marcha quiere justificarse en el beneficio del pueblo. En la invocaci¨®n a ese cuerpo abstracto e ignorado que a lo largo de los siglos, y especialmente en estos a?os, ha servido para justificar atrocidades y obtener beneficios. La propuesta de reforma judicial que est¨¢ en marcha no busca beneficiar a los habitantes de M¨¦xico. Se utiliza para centralizar el poder y minimizar los contrapesos a su desmesurado ejercicio.
Si la reforma judicial se hubiera hecho pensando en los habitantes de nuestro pa¨ªs, hubiera evitado invocar al pueblo y se referir¨ªa a las personas. A quienes a diario son v¨ªctimas de homicidios, extorsiones, desapariciones y las otras maneras de vejaci¨®n cotidiana a la que est¨¢n expuestas. Si la reforma judicial se hubiera hecho pensando en los habitantes de nuestro pa¨ªs, hubiera reconocido los muchos problemas de inseguridad y violencia, as¨ª como lo que no se ha hecho para evitarlos. Inclusive, y con contrici¨®n, lo que se ha hecho para incrementarlos desde las bases de la pol¨ªtica y sus perversas alianzas.
Lejos de reconocer las faltas propias, se ha optado por la antigua medida del chivo expiatorio. Se sostiene que muchos de nuestros males se deben a los jueces. Que proviene de su corrupci¨®n, elitismo y separaci¨®n del pueblo. Que es por ello que el pueblo, y solo ¨¦l, puede poner fin a sus males mediante su participaci¨®n directa. Con respeto a los ni?os, esta es una narrativa infantil. Lo es por los componentes del relato, por la subestimaci¨®n del oyente y porque, como en los cuentos para ni?os, promete un mundo perfecto, redondo, para siempre.
Si se quisiera mejorar la condici¨®n de los mexicanos frente a la justicia, debi¨® proponerse la modificaci¨®n de sus componentes b¨¢sicos. De las polic¨ªas y sus labores de prevenci¨®n. De los servicios periciales y sus tareas forenses. De los ministerios p¨²blicos y sus capacidades de investigaci¨®n. De los juzgadores y sus formas de trabajo. Del cumplimiento de las sentencias. De la culminaci¨®n de las reformas procesales en materia penal, mercantil, laboral, familiar y civil en marcha. De la multiplicaci¨®n de los medios alternativos para resolver la mayor cantidad de disputas. De las condiciones carcelarias. De tantas otras cosas que s¨ª tienen que ver con la justicia. Nada de eso quiso considerarse. De haberse hecho, y como en otro relato infantil, las desnudeces gubernamentales hubieran quedado expuestas.
Lejos de enfrentar los indudables problemas de la procuraci¨®n y la impartici¨®n de la justicia, lo que pretende hacerse es utilizar los problemas a los que tambi¨¦n se ha contribuido para concentrar m¨¢s poder. Para construir un movimiento dominado por unos pocos a partir de la invocaci¨®n de muchos m¨¢s. Para controlar a quienes, en las horas finales de un periodo de gobierno, podr¨ªan exigir la muy republicana rendici¨®n de cuentas por lo hecho y lo dejado de hacer.
Es as¨ª como se explica el que, una vez m¨¢s, invocando al pueblo se quiera elegir a los juzgadores de todo el pa¨ªs mediante procedimientos tramposos e inoperantes. Es as¨ª como se explican los intentos por forzar la mec¨¢nica electoral para elegir a los juzgadores con el sesgo del poder proponente. Es as¨ª como se explica la vergonzosa cesi¨®n que de sus facultades legislativas quiere hacer el Congreso de la Uni¨®n para que el Instituto Nacional Electoral emita unas normas electorales de excepci¨®n. Es as¨ª como se explica que el Congreso de la Uni¨®n quiera impedir que sus propios representantes y los de los partidos pol¨ªticos participen en las discusiones de tan inconstitucionales procederes.
La reforma que se propone busca que, mediante una remota y abstracta legitimaci¨®n popular, los gobernantes de hoy controlen a los jueces de hoy y de ma?ana. Su acelerado e irreflexivo proceder les ha impedido percatarse de los riesgos en que van a colocarnos y colocarse. No han reparado en que las indebidas influencias que ya existen en las elecciones pol¨ªticas habr¨¢n de presentarse en las judiciales. Que en ellas participaran delincuentes, potencias extranjeras y capitales depredadores de la econom¨ªa y la convivencia nacional.
No han reparado que al asimilar la legitimaci¨®n del juez con la del representante popular encargado de emitir las leyes, pondr¨¢n en riesgo la mediaci¨®n de la ley, esa que sin entender que ya son gobierno suponen mera formalidad. No se han dado cuenta de que los juzgadores que pretendan ser electos o reelectos, tienen que construir sus propias bases electorales, jugar sus propios juegos pol¨ªticos y satisfacer sus propios intereses y los de sus patrocinadores.
Desde el oficialismo de nuestro tiempo, no se han querido ver los problemas que implica la propuesta de reformas al sistema de justicia de M¨¦xico. Frente a los muchos problemas y retos generados por la iniciativa presidencial, el dictamen de la C¨¢mara de Diputados y la minuta que habr¨¢n de discutir los senadores, es necesario preguntarnos por las motivaciones originales y actuales de estos esfuerzos.
?Por qu¨¦ razones personas inteligentes, informadas y con un pensamiento progresista y democr¨¢tico, han decidido embarcarse en la aventura que est¨¢n corriendo? ?Por qu¨¦ est¨¢n dispuestos a arriesgar el futuro de M¨¦xico, su hoja de vida y mucho por lo que han luchado a lo largo de sus vidas o en lo que alguna vez creyeron? ?Qu¨¦ necesidad tienen de incorporarse a una masa en la que no es posible disentir? ?Por qu¨¦ no son capaces de tomarse un tiempo para pensar en las implicaciones de un cambio que no ha querido discutirse abiertamente? ?Por qu¨¦ no han querido sopesar lo que implica cambiar para mal el sistema de justicia del pa¨ªs? M¨¢s a¨²n, ?por qu¨¦ no se animan a s¨ª mismos para sostener su individualidad sin estridencias y sin hero¨ªsmos, fundados s¨®lo en la convicci¨®n de lo que se tiene que ser y se tiene que hacer?
Quienes nos oponemos a la reforma no lo hacemos por contradecir a una persona, por importante que todav¨ªa lo sea. Quienes nos oponemos a la reforma lo hacemos porque hemos le¨ªdo y comprendido sus alcances y, tal vez, sus motivaciones. Quienes nos oponemos a la reforma no consideramos correcto que se invoque a la colectividad ¡°pueblo¡± para servirse de ella. Por el respeto que tenemos a los habitantes de nuestro pa¨ªs, del pa¨ªs de todos los mexicanos y de quienes no si¨¦ndolo han decidido asentarse en ¨¦l, evitamos servirnos de una abstracci¨®n. Preferimos hablar de personas, de sujetos de derechos y de obligaciones que tienen que acceder a la justicia determinada en las leyes para vivir cotidianamente de la mejor manera posible.
Es este pensamiento respetuoso hacia el otro, hacia su propio proyecto de vida, el que ha hecho que los juzgadores del pa¨ªs hayan decidido levantar la voz y actuar mediante los mecanismos jur¨ªdicos y pac¨ªficos que les otorga el derecho. Ha sido este pensamiento el que les ha dado el valor para actuar a todos los compa?eros del Poder Judicial de la Federaci¨®n y a los de muchos de los poderes judiciales de los estados. Unos y otros, todos ellos, han entendido que sus demostraciones son la ¨²nica manera con la que cuentan para salvaguardar sus leg¨ªtimos derechos laborales pero, sobre todo, los derechos a la justicia de todos los habitantes de nuestro territorio nacional.
Es la comprensi¨®n cr¨ªtica de las propuestas de reforma judicial lo que ha hecho que los estudiantes y los profesores de derecho y de otras carreras hayan decidido levantar la voz para apoyar a sus juzgadores y dar a conocer sus tambi¨¦n legitimas preocupaciones. Pensar que los estudiantes y profesores est¨¢n siendo manipulados, es una falta de respeto para ellos, pero tambi¨¦n para quienes, desde el poder, piensan que s¨®lo gobiernan para los suyos porque coinciden con ellos.
En la comprensi¨®n critica de las propuestas se han manifestado y se est¨¢n manifestando aqu¨ª y ahora, los abogados en lo individual o mediante los colegios a los que han decidido afiliarse. Sus preocupaciones han sido desde?adas. Se les ha querido etiquetar de diversas formas a fin de descalificarlos. Lejos de escuchar y debatir con ellos, se ha supuesto que ignorarlos es negarles la raz¨®n.
En la compresi¨®n cr¨ªtica de las propuestas participan tambi¨¦n los sectores sociales que miran con preocupaci¨®n las similitudes con otros momentos de nuestra historia patria. El que con la misma vehemencia y convicci¨®n, se diga hablar por el pueblo tal como en su momento se le hizo hablar sobre los fueros y los privilegios, el orden y el progreso, o el destino siempre ascendente de la Revoluci¨®n mexicana. Tal como ahora, con la misma convicci¨®n y las mismas muestras de infalibilidad, quienes entonces invocaron al pueblo dijeron representarlo, tal como ahora se hace para querer reformar a la justicia nacional. Otros tiempos y otros modos con los mismos y fallidos afanes de salvaci¨®n.
En las pr¨®ximas horas M¨¦xico estar¨¢ frente a una encrucijada hist¨®rica. Los 128 senadores de la Rep¨²blica tendr¨¢n que decidir entre varias posibilidades. En el ¨¢mbito estrictamente personal, ?c¨®mo quieren verse ante s¨ª mismos? ?Como integrantes de un movimiento al que habr¨¢n de delegarle su decisi¨®n, o como individuos que, conscientemente, han decidido actuar por voluntad propia?
En el ¨¢mbito de sus responsabilidades p¨²blicas, los senadores tendr¨¢n que pensar la manera en la que su voto, individual y concreto, habr¨¢ de repercutir en el M¨¦xico por venir. Respetuosamente les pido que al votar no invoquen la tan manida soluci¨®n del juicio de la historia para fugarse del presente en el que tienen que actuar. Con el mismo respeto les pido que no se escapen de s¨ª mismos invoc¨¢ndose su mera tranquilidad de conciencia. Como ciudadano les pido que como senadores de la Rep¨²blica se enfrenten a s¨ª mismos, sin las mediaciones de sus l¨ªderes de hoy, sin los escapismos de las falsas conciencias, y sin posponer su propia individualidad en la fantas¨ªa de un juicio de la historia por hacerse.
Quienes estamos reunidos aqu¨ª invitamos a los senadores y a las senadoras de la actual Legislatura del Congreso de la Uni¨®n, a que sean amos de s¨ª mismos. A que, como lo quer¨ªa nuestro poeta Carlos Pellicer, a que sepan ser h¨¦roes de s¨ª mismo. Sin estridencias y sin alardes. Los invitamos a que voten por la ambici¨®n de saberse libres. Con la conciencia de lo que por s¨ª mismos son. En la responsabilidad que por ustedes mismos les confiri¨® el voto popular para guardar y hacer guardar la Constituci¨®n Pol¨ªtica de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen. Para mirar en todo por el bien y la prosperidad de la uni¨®n de todos los mexicanos. De todos los mexicanos.
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