Bajo el ¨¢rbol de Sheinbaum
Sheinbaum posee algo m¨¢s que oro, mirra e incienso: lleva consigo una banda presidencial. No basta: los beneficios no superan los retos
Los obsequios que el a?o que agoniza ha depositado en las manos de Sheinbaum son invaluables y vastos. Los reconocimientos al buen comportamiento con que la primera presidenta de M¨¦xico lleg¨® a la pasada Nochebuena son el anhelo de todo mortal.
Sheinbaum posee algo m¨¢s que oro, mirra e incienso: lleva consigo una banda presidencial, una legitimidad marabunta que la alza en hombros y una oposici¨®n de risa. Arlequines que danzan sobre su propio pedestal.
No basta: los beneficios no superan los retos.
Por ello, la mandataria ha escondido en el zapato bajo su pino navide?o una breve lista. Deseos con destino al Polo Norte.
Un par de tenis. La candidata que recorri¨® el pa¨ªs entero ¡ªtrescientos distritos electorales¡ª cinco veces en el a?o previo a la elecci¨®n presidencial, no habr¨¢ de detenerse. Durante su mandato, habr¨¢ de reafirmar que el Movimiento no s¨®lo es popular, sino que seguir¨¢ si¨¦ndolo: del suelo al cielo. Un ¨¢rbol regado desde la ra¨ªz que se burla de quienes, mareados, se aferran a la copa.
El obradorismo es callejero.
?Qu¨¦ tal unos guantes de arquero? Hay que detener los goles, presidenta. Porque delanteros no le sobran y sus correligionarios miran ambiciosos su propia porter¨ªa.
Al fin que detr¨¢s de la raya, todo es gol.
Aliados s¨®lidos que caminen a su lado en la implementaci¨®n de su m¨¢s grande reto: la reforma judicial.
Despacio, que va muy lejos.
Un costal rebosante de paciencia para lidiar ¡ªd¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n¡ª con los impacientes y esc¨¦pticos. Aquellos que esperan ¡ªen vano¡ª un cambio radical en su forma de gobernar y los otros que ¡ªatrapados en el luto¡ª ven sombras macuspanas en cada gesto.
Aqu¨ª no es all¨¢, aunque esto es aquello.
Una nota amarilla que le recuerde que el a?o de la mujer ind¨ªgena no puede convertirse ¡ªcomo lo fue el de Felipe Carrillo Puerto¡ª en simple propaganda institucional. Los 365 d¨ªas que arrancan apenas alcanzar¨¢n para saldar una deuda hist¨®rica con las comunidades originarias y redoblar los esfuerzos de redistribuci¨®n de tierras que la mandataria ha iniciado.
Por el bien de todos, primero los olvidados.
Unos binoculares precisos que permitan a la Presidenta distinguir a quienes solo carb¨®n merecen. Oportunistas disfrazados que, mientras recitan las frases acu?adas por Obrador, las despojan de significado. Farsantes repitiendo entre monta?as de dinero que el poder solo es virtud si se pone al servicio de los dem¨¢s.
El obradorismo es de quien lo trabaja.
Una caja de herramientas para afinar los instrumentos necesarios para defenestrar corruptos. Un ajuste de tuercas a la Auditoria Superior de la Federaci¨®n, que necesita con urgencia mejorar sus raqu¨ªticos porcentajes de bateo. Dientes m¨¢s afilados para Raquel Buenrostro. Un fiscal que no se apellide Gertz. Y, si no fuera mucho pedir, gobernadores decentes.
La frase es de Sheinbaum: el dinero p¨²blico es sagrado.
Si Sheinbaum se port¨® bien en el a?o, el gordito que viste de rojo le traer¨¢ un tel¨¦fono del mismo color con conexi¨®n directa a EE.UU. Una l¨ªnea sin interferencias para mantener buena comunicaci¨®n con Donald Trump y hacer frente al enemigo m¨¢s importante de su sexenio. Para ello, la mandataria necesitar¨¢ ¡ªnecesitaremos¡ª operadores de primera, capaces de lidiar con deportaciones masivas, una potencial ¡°invasi¨®n suave¡±, incremento de aranceles y una agresiva negociaci¨®n del tratado comercial.
God bless Sheinbaum. Y a nosotros tambi¨¦n.
Si no es demasiado pedir, la presidenta necesitar¨¢ recursos financieros y un gran polic¨ªa, adem¨¢s de los insumos humanos y materiales para poner en marcha su probada maquinaria. Un sistema engranado y engrasado de seguridad, justicia y atenci¨®n a las causas.
Abrazos y balazos.
Por ¨²ltimo, la mandataria habr¨¢ de encargar a los duendecitos unos cuantos litros de tefl¨®n, ese escudo invisible que le permita deslizarse entre ataques, descalificaciones e insultos.
Porque, se sabe, el que se aflige, se afloja.
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