Un presente entre dos futuros
La mejor forma de ense?ar cualquier realidad (sacarla del libro y llevarla al momento en que est¨¢ el estudiante) se hizo f¨¢cil con la excusa del ¡®Resistir¨¦¡¯ que sonaba en la calle
Ten¨ªamos abierto en la mesa el libro de lengua de primaria, con su lista de los tiempos verbales en espa?ol. Sus nombres son el fruto de la historia gramatical de nuestras lenguas, que para el aprendiz primerizo de gram¨¢tica son tremendamente opacos: pret¨¦rito imperfecto, pret¨¦rito anterior... Con la ayuda a veces insegura de los padres, los cr¨ªos van siguiendo las clases virtuales; por eso, cerrados los colegios, repasar la asignatura de Lengua de Primaria se ha hecho parte de mi tarea dom¨¦stica cotidiana. Y en eso est¨¢bamos cuando en mitad de ese colegio en casa, entr¨® por el balc¨®n el soniquete de la canci¨®n: un coche que pasaba llevaba puesto Resistir¨¦ a toda potencia y los verbos en futuro de este himno ya manido de la cuarentena se quedaron otro d¨ªa m¨¢s colgando en los barrotes de los balcones sevillanos, retumbando en las paredes de una calle que, sin apenas gente, no ofrec¨ªa materia con la que absorber los ecos: resistir¨¦, me volver¨¦ de hierro, soportar¨¦ los golpes...
Una de las parad¨®jicas bellezas de nuestra lengua es su tendencia a crear constantemente nuevos futuros. Quienes tuvieron la suerte de estudiar lat¨ªn y de armarse con Eneas recordar¨¢n la forma de los futuros latinos (amabo, reget, audiemus...): ninguno de ellos sobrevivi¨® en las lenguas romances hijas. El castellano, como otras lenguas, confin¨® esos futuros en un armario que no volvi¨® a abrirse y empez¨® a construir futuros que, aupados por los sentidos morales que el cristianismo fomentaba como nueva religi¨®n, ten¨ªan forma de obligaci¨®n: resistir he (he de resistir) es el origen de resistir¨¦; soportar has (tienes que soportar) es soportar¨¢s. Y as¨ª todos: la base de nuestro futuro es, en su sentido originario, una obligaci¨®n. Como los carteles de ¡°Qu¨¦date en casa¡±, que a¨²n cuelgan devorados por la lluvia y el sol, los hablantes de otro tiempo gastaron los futuros del lat¨ªn y los reemplazaron por otros nuevos.
Pero tambi¨¦n en las lenguas la historia tiende a repetirse; siglos m¨¢s tarde, sobre todo a partir del XVIII, apareci¨® en espa?ol otra forma para la expresi¨®n de futuridad: voy a salir por ¡®saldr¨¦¡¯ o van a dormir por ¡®dormir¨¢n¡¯. En la pavorosa desnudez de las gram¨¢ticas, estos futuros de verbo ir con infinitivo se llaman ¡°perifr¨¢sticos¡± y parece que los hablantes los enfrentan a sus otros futuros seg¨²n el grado de certeza que manejen. El espa?ol de hoy tiende a asociar los futuros expresados con ir a mayores certezas que los futuros simples. Voy a hacer deporte es m¨¢s seguro e inmediato que har¨¦ deporte, aunque al fin y al cabo no es la lengua sino la voluntad de levantarse del sof¨¢ la que concede valor de verdad a cualquiera de los dos asertos. Todos esos planes que hicimos la primera semana de la cuarentena tal vez estaban expresados en futuro (ordenar¨¦ la casa, comer¨¦ sano, estudiar¨¦ ingl¨¦s) pero seguramente se fueron convirtiendo con el paso de los d¨ªas en futuros expresados con ir: voy a planearme d¨ªa a d¨ªa, voy a hacer lo que pueda. Debajo de la lengua que usamos est¨¢n escondidas nuestras actitudes ante lo que decimos, con recursos que utilizamos, de forma deliberada o intuitiva, para personalizar nuestra proyecci¨®n al futuro. Creo que involuntariamente lo sab¨ªamos cuando cant¨¢bamos resistir¨¦ erguido frente a todo: sab¨ªamos que era una intenci¨®n menos segura que voy a resistir y nos lo tom¨¢bamos como esos futuros en los que se dictan los mandamientos: no robar¨¢s, no matar¨¢s. El mandamiento profano de la cuarentena fue ¡°te quedar¨¢s en casa y resistir¨¢s¡±.
En mi sal¨®n, la gram¨¢tica del libro, ajena a su dimensi¨®n humana, impasible ante este pasmo fluyente que es este d¨ªa a d¨ªa sobrevenido, segu¨ªa ofreciendo su lista de tiempos verbales en espa?ol. Pero la mejor forma de ense?ar cualquier realidad (sacarla del libro y llevarla al momento en que est¨¢ el estudiante) se hizo f¨¢cil con la excusa del Resistir¨¦ que sonaba en la calle; los nombres de los tiempos verbales del espa?ol salieron del libro de texto donde estaban durmiendo su aton¨ªa y en casa buscamos el futuro, lo identificamos con su nombre t¨¦cnico (futuro simple), vimos lo f¨¢cil que era contrastarlo con los pasados (he estado, estuve) y lo enfrentamos a su otro compa?ero: el presente como tiempo del verbo (yo escribo, t¨² juegas, nosotros aplaudimos, ellos cocinan). Y as¨ª termin¨® la clase en casa: el presente es en estos momentos un verdadero regalo y nuestra ¨²nica certeza. El presente es un presente.
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