M¨¦xico 70
Fue el certamen del cabezazo en reversa de Uwe Seller en el estadio Le¨®n y la gracia de los campeones ingleses cediendo el cetro en Guadalajara
La Secretar¨ªa de Relaciones Exteriores de M¨¦xico con el renovado impulso que se ha impreso en la nueva Diplomacia Cultural tiene a bien conmemorar el cincuentenario de la celebraci¨®n de la Copa Mundial de Futbol FIFA 1970. Para la ocasi¨®n, en pantalla de cuadritos zoom, volveremos a ver a su majestad Edson Arantes do Nascimento, al k¨¢iser Franz Beckenbauer, la nariz imperial de Enrique Borja, el centuri¨®n Gianni Rivera y al Cuate Calder¨®n, entre otras glorias que han sido convocadas para honrar el medio siglo de lo que parece una utop¨ªa.
Juan Villoro ha escrito que al salir los contendientes del juego inaugural, M¨¦xico como anfitri¨®n transpiraba tanta euforia incontenible que hasta el locutor ?ngel Fern¨¢ndez tradujo las siglas en cir¨ªlico del equipo rojo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica como ¡°Cu-Curru-Cuc¨²-Paloma¡±, como si el mundo entero se calzara el sombrero de charro, que luci¨® O Rei Pel¨¦ ladeado y bamboleante cuando lo cargaban en hombros, Brasil tricampe¨®n ya due?o de la Copa Jules Rimet. Fue el primer Mundial con tarjetas y creo que ni hicieron falta porque predomin¨® el Fair-Play y la magia de lo impalpable: el gol que no fue del propio Pel¨¦ habiendo burlado al portero uruguayo Mazurkiewitz o el gol que no fue del propio Pel¨¦ por parad¨®n de Gordon Banks o el Partido del Siglo entre Italia y Alemania con Beckenbauer jugando con el hombro dislocado, vendado con la mano inm¨®vil sobre el coraz¨®n o la danza andina de Te¨®filo Cubillas y la franja heroica de los peruanos que jugaron con el alma en solidaridad con los damnificados por un sismo que azot¨® a su tierra al empezar el torneo. Fue el certamen del cabezazo en reversa de Uwe Seller en el estadio Le¨®n y la gracia de los campeones ingleses cediendo el cetro en Guadalajara y Luigi Riva como en pel¨ªcula de Lando Buzzanca y Rivelino a coisa mais linda y todos jugaban con tacos de color negro (a diferencia de hoy en que ya casi nadie usa botas oscuras) y el bal¨®n se formaba por pentagramas de cuero, cosidos al hilo y s¨ª, ahora parece que rueda m¨¢s lenta la coreograf¨ªa de aquellas jugadas y que los cabezazos dol¨ªan y que casi nadie se desfajaba¡ y que un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo se lanzaba al descabellado delirio de recibir al inmenso circo de la FIFA, habiendo sido sede ¨Capenas dos antes¡ªde los Juegos Ol¨ªmpicos¡ y todo eso al final de la d¨¦cada psicod¨¦lica donde el pelo largo segu¨ªa siendo ominoso para la momiza.
Fue el Mundial de Juanito 70 y Topo Gigio, la minifalda y el rizo de peluca, la repetici¨®n instan¨¢nea de algunas jugadas en pantallas de colores y la ilusi¨®n mexica ba?ada en l¨¢grimas all¨¢ en La Bombonera de Toluca, cayendo cuatro goles a uno contra Italia (que recibir¨ªa como venganza la misma dosis en la final contra Brasil). Fue el Mundial de la trigonometr¨ªa de Gerson-Tostao-Pel¨¦, la melena de Gerd M¨¹ller, globos y palomas, mariachi y el ni?o perdido¡ y tambi¨¦n el Mundial de una generaci¨®n que empezaba a leer el mundo en tantos p¨¢rrafos de utop¨ªa encantadora, el siglo de soledad redimida por la tinta con e?e, el eterno campo de fresas lejos de las guerras y magnicidios y de la infamia y de los imperialismos de cualquier color o lado, el Mundial cuando a¨²n viv¨ªan mis abuelos y veo a todos mis t¨ªos bailando a carcajadas con mis padres, con menos a?os que los que cargo ahora que escribo una l¨ªnea como pase al hueco, l¨ªnea diagonal sin mucha velocidad trazada al filo de la media luna que corona el ¨¢rea grande y la memoria rueda hacia un vado verde donde la pantalla no permite adelantar que aparecer¨¢ como flecha el capit¨¢n Carlos Alberto, arqueada la espalda en el aire en el instante en que suelta un patad¨®n de medio siglo que sigue reverberando al fondo de la red que colgaba como tel¨®n y el mundo entero grita ?Gol!, en la cochera de casa de mis abuelos donde mi primo pint¨® la cancha perfecta con la crema blanca para bolear zapatos.
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