7 de septiembre: muerte
Brasil llega al D¨ªa de la Independencia con un genocida en el poder y negacionistas del genocidio en todas partes
Si este 7 de septiembre transcurre como si Brasil viviera una especie de normalidad, enterremos nuestros corazones, porque ya estar¨¢n muertos. Deberemos dejar de fingir que estamos vivos y asumir nuestra condici¨®n de zombis. No los de las pel¨ªculas, que intentan escapar de esta condici¨®n. Sino los que escogen contaminarse con una normalidad criminalmente anormal. La cobard¨ªa es una forma de existencia que se elige. Brasil est¨¢ lleno de oportunistas, s¨ª. Pero tambi¨¦n est¨¢ lleno de cobardes incapaces de defender ning¨²n territorio m¨¢s all¨¢ del de su familia, porque el sentimiento de comunidad ha ...
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Si este 7 de septiembre transcurre como si Brasil viviera una especie de normalidad, enterremos nuestros corazones, porque ya estar¨¢n muertos. Deberemos dejar de fingir que estamos vivos y asumir nuestra condici¨®n de zombis. No los de las pel¨ªculas, que intentan escapar de esta condici¨®n. Sino los que escogen contaminarse con una normalidad criminalmente anormal. La cobard¨ªa es una forma de existencia que se elige. Brasil est¨¢ lleno de oportunistas, s¨ª. Pero tambi¨¦n est¨¢ lleno de cobardes incapaces de defender ning¨²n territorio m¨¢s all¨¢ del de su familia, porque el sentimiento de comunidad ha sido destruido persistentemente. El 7 de septiembre de 1822, cuando evacuaba una diarrea pertinaz en el arroyo Ipiranga, en S?o Paulo, el entonces pr¨ªncipe portugu¨¦s y futuro rey Pedro I de Brasil habr¨ªa gritado: ?Independencia o Muerte! Despu¨¦s de 198 a?os, entendemos que Brasil siempre ha elegido la muerte. Pero nunca, en ning¨²n otro momento de su historia, el pa¨ªs hab¨ªa alcanzado este nivel de perversi¨®n bajo el t¨ªtulo formal de democracia. Los negros y los ind¨ªgenas han vivido una larga historia de exterminio, pero esta es la primera vez que un Gobierno construye una m¨¢quina de muerte. Tenemos a un genocida en el poder, y mata tanto como deja morir. Hay intenci¨®n, planificaci¨®n y acci¨®n sistem¨¢tica.
Las cuatro demandas contra Jair Bolsonaro por genocidio y otros cr¨ªmenes de lesa humanidad que ya han llegado a la Corte Penal Internacional no son un juego pol¨ªtico de ret¨®rica. Son la denuncia de que el Poder Judicial brasile?o no puede o no quiere detener los cr¨ªmenes de Bolsonaro y otras personas con cargos de poder en el Gobierno, ya sean generales o civiles. Si pudiera o quisiera, como los hechos ya han demostrado, Bolsonaro ni siquiera podr¨ªa haber sido candidato a la presidencia. ?l es el resultado, como ya he escrito, de una larga serie de impunidades que comenz¨® cuando todav¨ªa era militar. Fue absuelto en el Tribunal Superior Militar, en un juicio plagado de indicios de fraude, de planear un acto terrorista por un motivo corporativo: poner bombas en cuarteles para presionar por mejores salarios. Solo lleg¨® a ser presidente por la vocaci¨®n caracter¨ªstica del sistema judicial brasile?o: la de castigar severamente a los negros y pobres y enviarlos a un sistema penitenciario incompatible con cualquier idea de civilizaci¨®n, pero perdonar o no juzgar a los ricos y blancos. Sobre todo si son militares y tienen el privilegio de una justicia paralela que elige inocentes y culpables en funci¨®n no de los hechos, sino de los intereses corporativos de una instituci¨®n que considera que est¨¢ por encima de la Constituci¨®n.
Bolsonaro es t¨ªpicamente brasile?o. La criatura que est¨¢ matando a los Brasiles que considera obst¨¢culos en su proyecto de poder y a las poblaciones que desprecia (ind¨ªgenas y negros) es la versi¨®n mejor terminada ¡ªy por eso tan terriblemente mal terminada¡ª de todas las deformaciones. Aquellas que los Gobiernos anteriores no quisieron corregir, por las m¨¢s variadas razones, aquellas que las distintas ¨¦lites alentaron, para mantener sus privilegios, aquellas con las que la gente se acostumbr¨® a convivir.
Brasil llega este 7 de septiembre con los s¨ªmbolos nacionales secuestrados por el bolsonarismo. La bandera ha sido secuestrada, el himno ha sido secuestrado, los colores han sido secuestrados. Porque el bolsonarismo no se ve como parte de Brasil, sino como todo. Los otros Brasiles y los brasile?os que se le oponen son considerados y tratados como no brasile?os, como los que tienen que ser expulsados o eliminados porque no deber¨ªan estar aqu¨ª. Su discurso en la Avenida Paulista, poco antes de la segunda vuelta de las elecciones de 2018, cuando ya ten¨ªa la victoria asegurada, es expl¨ªcito: ¡°Borraremos del mapa a los bandidos rojos de Brasil (...) Si se quieren quedar aqu¨ª, tendr¨¢n que someterse a la ley de todos nosotros. O se van del pa¨ªs o van a la c¨¢rcel¡±. F¨ªjense. No dijo la ley de Brasil, que es la Constituci¨®n, sino ¡°la ley de todos nosotros¡±. Y aclar¨® qui¨¦nes son ¡°nosotros¡±: ¡°El Brasil de verdad¡±.
El bolsonarismo es, en su g¨¦nesis y estructura, incompatible con la democracia. En mi opini¨®n, tambi¨¦n es incompatible con la civilizaci¨®n. El hecho de que Bolsonaro fuera elegido democr¨¢ticamente no altera su vocaci¨®n totalitaria ni su l¨®gica de eliminar a los opositores como ¡°falsos brasile?os¡±. Al contrario. Al presentarse a las elecciones, a pesar de todos los delitos que ya hab¨ªa cometido, empezando por el de apolog¨ªa de la tortura, Bolsonaro desmoraliza y destruye una democracia maltrecha que nunca fue capaz de juzgar los cr¨ªmenes de la dictadura y, por lo tanto, nunca fue capaz de protegerse de los criminales como Bolsonaro.
Bolsonaro no solo devuelve a los generales al Gobierno y militariza toda la maquinaria p¨²blica, lo que hubiera parecido imposible hace solo unos a?os en un pa¨ªs que vivi¨® una dictadura militar de 21 a?os. Tambi¨¦n lleva la l¨®gica de guerra de los reg¨ªmenes totalitarios al Ejecutivo. En la dictadura que empez¨® con el golpe de 1964, los ¡°enemigos de la patria¡± eran los opositores pol¨ªticos, especialmente los estudiantes que resistieron tambi¨¦n con la lucha armada. En el r¨¦gimen creado por el bolsonarismo ¡ªque ya no podemos llamar democracia¡ª, la idea de enemigo de la patria se extiende a todos los que se oponen democr¨¢ticamente a ¨¦l y a todos los que representan obst¨¢culos al proyecto econ¨®mico de los grupos que est¨¢n en el poder. Los opositores, como dijo, deben llevarse a la ¡°punta de la playa¡±, en referencia a un lugar de R¨ªo de Janeiro donde los agentes del Estado torturaban y se deshac¨ªan de los cad¨¢veres durante la dictadura. Los ind¨ªgenas, principal obst¨¢culo para su proyecto de explotaci¨®n de la Amazonia, son tratados como una especie inferior: ¡°cada vez m¨¢s humanos como nosotros¡±. A los quilombolas (descendientes de esclavos rebeldes), otro obst¨¢culo, se refiere con t¨¦rminos que se utilizan con los animales: ¡°ni siquiera sirven para procrear¡±.
En cierto modo, Bolsonaro va m¨¢s all¨¢ de la dictadura militar en la que se inspira al convertir en ¡°brasile?os de verdad¡± solo a los fieles de su culto pol¨ªtico. Y todos los dem¨¢s son brasile?os falsos. Porque ¨¦l no es solo un ¡°mal militar¡±, como defini¨® el dictador y general Ernesto Geisel. Bolsonaro tambi¨¦n se ha aliado a los pastores del mercado y al ruralismo m¨¢s depredador. Bolsonaro ha prestado a la l¨®gica de la guerra de los generales una versi¨®n b¨ªblica del bien contra el mal, explicitada por brasile?os de verdad y brasile?os de mentira. Que deben ser expulsados o eliminados no solo como enemigos, sino como infieles a la patria. Para consolidar su victoria, puso en marcha una m¨¢quina de propaganda llamada ¡°gabinete del odio¡±, que Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, elogiar¨ªa. El bolsonarismo ha convertido a todos los que se le oponen en enemigos de la patria, tal como hizo el nazismo con los jud¨ªos al principio. Con los ind¨ªgenas y los negros, ya est¨¢ entrando en una segunda etapa, al considerarlos casi humanos como ¡°nosotros¡±.
Bolsonaro y el bolsonarismo, que le trasciende, hace un collage con los totalitarismos del siglo XX y la versi¨®n b¨ªblica del evangelismo de mercado que se consolid¨® en la pol¨ªtica de partidos de este siglo y alcanz¨® el poder central con las elecciones de 2018. Si fueran contempor¨¢neos, Adolf dif¨ªcilmente se sentar¨ªa a la mesa con Jair de buen grado, porque la vulgaridad del presidente brasile?o lo escandalizar¨ªa. Hitler quer¨ªa crear su propio arte y est¨¦tica. Bolsonaro, al menos por ahora, solo quiere destruir cualquier forma de arte. Es el supremacista que predica (tambi¨¦n) la supremac¨ªa de la estupidez como venganza de los resentidos.
Bolsonaro no ha tenido que crear sus campos de muerte. Dej¨® avanzar la covid-19 y retuvo los recursos p¨²blicos destinados a hacer frente a la enfermedad, destituy¨® del cargo a los t¨¦cnicos con experiencia en salud p¨²blica y epidemias, vet¨® medidas preventivas decisivas y enred¨® la lucha contra el virus. Tambi¨¦n alent¨® a los grileiros (ladrones de tierras p¨²blicas) y a los garimpeiros (mineros ilegales) a invadir tierras ind¨ªgenas y ¨¢reas protegidas. Si la pandemia terminara hoy, Brasil ya no tendr¨ªa muchos de los grandes l¨ªderes que guiaron a sus pueblos en la lucha por el derecho a vivir en sus tierras ancestrales y a mantener en pie la selva amaz¨®nica y otros biomas. Una parte de los opositores de Bolsonaro han muerto en los ¨²ltimos meses en la Amazonia que vuelve a arder. Y la pandemia a¨²n est¨¢ lejos de terminar.
El l¨ªder ind¨ªgena que muri¨® m¨¢s recientemente por covid-19, el 31 de agosto, fue Beptok Xikrin, de 78 a?os, conocido como Jefe Jaguar. Regres¨® a su aldea, en el Medio Xing¨², en un ata¨²d cerrado, cubierto por una lona, atado a una camioneta como si fuera una cosa, en la m¨¢s abyecta indignidad. No basta matar o dejar morir, hay que humillar, romper la columna vertebral de los pueblos ind¨ªgenas tambi¨¦n con el insulto y el deshonor.
Incluso a quienes tienen pocas expectativas sobre la decencia de las diversas ¨¦lites brasile?as les cuesta entender c¨®mo todav¨ªa llaman democracia a lo que hoy existe en Brasil. Lo que hay no es bueno ni siquiera para el ¡°mercado¡±, esa entidad pronunciada con reverencia. ?Qu¨¦ tipo de creencia lleva a algunos sectores, incluso de la prensa, a considerar, despu¨¦s de un a?o y medio de gobierno, que pueden concertarse con el bolsonarismo? La acci¨®n de las ¨¦lites no fue diferente en los procesos totalitarios del siglo XX, pero sigue siendo asombrosa.
Muchos de los que votaron a Bolsonaro utilizaron el discurso anticorrupci¨®n como excusa para votar a un hombre que se anunciaba p¨²blicamente como defensor de la dictadura y la tortura y que consideraba un h¨¦roe a Carlos Alberto Brilhante Ustra, un coronel, asesino y el ¨²nico torturador reconocido por el Poder Judicial brasile?o. ?Y ahora, que ya no tienen excusa? ?Que Bolsonaro, para protegerse de un impeachment, se abraza al Centr?o, una coalici¨®n de partidos sin programa ni ideolog¨ªa formada por parlamentarios que solo se preocupan de obtener beneficios personales? ?Que Bolsonaro se abraza al expresidente Michel Temer para conseguir el apoyo de su partido? ?Que el fiscal general de la Rep¨²blica, elegido a dedo, se ha convertido en el chico de los recados de Bolsonaro, avergonzando a la instituci¨®n llamada Ministerio P¨²blico Federal? ?Que el h¨¦roe de la operaci¨®n anticorrupci¨®n Lava Jato ha sido expulsado del Gobierno? ?Que a Adriano da N¨®brega, jefe de un grupo de sicarios llamado Oficina del Crimen, lo mataron y enterraron con todo lo que sab¨ªa sobre las relaciones peligrosas de la familia Bolsonaro? ?Que Fabr¨ªcio Queiroz, tras meses escondido en una de las casas del abogado de Bolsonaro, y su esposa, M¨¢rcia Aguiar, pr¨®fuga, consiguen un sorprendente arresto domiciliario? ?Que un magistrado, ¨¦l solo, es capaz de suspender a un gobernador enemigo de Bolsonaro y tiene el poder de decidir qui¨¦n llevar¨¢ (o no) los procesos sobre la familia presidencial? ?Que las acusaciones de corrupci¨®n golpean a Bolsonaro en el pecho en forma de una pregunta que hace que Bolsonaro quiera ¡°romperle la cara¡± al reportero ¡°a pu?etazos¡±? Esta pregunta:
¡°Presidente Bolsonaro, ?por qu¨¦ su esposa, Michelle, recibi¨® 89.000 [reales] de Fabr¨ªcio Queiroz?¡±
Ahora, que hay dos preguntas enormes que acechan a la familia Bolsonaro. La anterior y esta otra, que se repite desde hace m¨¢s de 900 d¨ªas sin respuesta:
¡°?Qui¨¦n encarg¨® matar a Marielle Franco? ?Y por qu¨¦?¡±
La agenda anticorrupci¨®n como justificaci¨®n para votar a un hombre con el pasado y el presente de Bolsonaro siempre ha sido fingida. Sospecho que algunos fingieron tanto que incluso se la creyeron. Y as¨ª llegamos al 7 de septiembre, con una oposici¨®n d¨¦bil, la izquierda ocupada pele¨¢ndose entre s¨ª y la derecha buscando consolidarse como una especie de poder moderador de la extrema derecha que est¨¢ en el poder. A Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, la arrancaron de la presidencia por haber maquillado supuestamente la contabilidad. La lista de delitos de responsabilidad mucho m¨¢s graves de Bolsonaro da la vuelta a la manzana. Y, aun as¨ª, el presidente de la C¨¢mara de los Diputados, Rodrigo Maia, ha acomodado su trasero sobre una pila de decenas de solicitudes de impeachment, una de ellas de la Coalici¨®n Negra por los Derechos, basada en el empeoramiento del genocidio negro.
Me gustar¨ªa decir que hay momentos en que un pueblo decide si es un pueblo o un mont¨®n de personas ¡°que siguen con su vida¡±, como orden¨® el d¨¦spota electo que nos lleva a la muerte. Me gustar¨ªa decirlo, pero no lo digo. Porque no creo que tengamos un pueblo, en el sentido de una masa de personas de la misma nacionalidad que luchan por valores comunes. Puede que no tengamos un pueblo. Pero tenemos pueblos. En las periferias y favelas urbanas de Brasil hay gente que se organiza y lucha y crea posibilidades de vivir, a pesar de todas las formas de muerte. Si la Amazonia todav¨ªa existe es porque los campesinos y los pueblos de la selva luchan, aunque sean abatidos a tiros, y ahora tambi¨¦n por la covid-19. En las ciudades, los movimientos de sintechos se organizan por el derecho a ocupar la ciudad para vivir y no para especular con los inmuebles. En el campo, los agricultores familiares insisten en alimentar al pa¨ªs sin pesticidas mientras Bolsonaro autoriza m¨¢s de un veneno al d¨ªa. Hay hombres y mujeres que impiden la destrucci¨®n de la naturaleza con sus cuerpos en cada rinc¨®n del pa¨ªs. Hay rebeliones en todos los Brasiles, avanzando por las fisuras, desde los bordes.
No son los m¨¢s d¨¦biles los que se mantienen en pie. Son los fuertes. Hace 500 a?os que existe un Brasil que intenta matar a todos los ind¨ªgenas, por asimilaci¨®n, por contaminaci¨®n o con balas. Y, aun as¨ª, la poblaci¨®n ind¨ªgena ha crecido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Desde la abolici¨®n formal de la esclavitud, los negros fueron abandonados a su suerte y, sin embargo, los negros se han convertido en la mayor¨ªa, el 56%, de la poblaci¨®n brasile?a. Vivir ¡ªcontra todas las formas de exterminio¡ª ha sido el acto m¨¢s radical de resistencia de los invisibles, oprimidos y tratados como subalternos.
Ahora mismo, las generaciones que viven hoy enfrentan su mayor desaf¨ªo. Bolsonaro ha convertido el Estado en una m¨¢quina de muerte. Tan perversa que ha visto en la covid-19 una forma de eliminar a quienes imped¨ªan su proyecto de poder con sus cuerpos. Cubre sus acciones deliberadas con apariciones en los medios, discursos golpistas, el teatro de la cura milagrosa con cloroquina y la falacia de defender la econom¨ªa. El bolsonarismo controla casi por completo las noticias mientras el genocidio es la pol¨ªtica persistente que avanza entre bambalinas, detr¨¢s de los focos que iluminan los factoides, sin encontrar ning¨²n tipo de oposici¨®n capaz de detenerlo.
Hoy, Bolsonaro ha hecho realidad m¨¢s que su sue?o. Quer¨ªa que la dictadura militar, que form¨® a los generales que lo apoyan, ¡°hubiera matado al menos a 30.000 m¨¢s¡±. Su negligencia intencional ante la covid-19, su campa?a oficial de desinformaci¨®n, su ejemplo personal de irresponsabilidad son la principal causa de la amplia propagaci¨®n de la enfermedad en Brasil. Tambi¨¦n en este momento, la Amazonia arde una vez m¨¢s y se acerca velozmente al punto sin retorno. El Parlamento Europeo ya estudia considerar la destrucci¨®n de la selva tropical m¨¢s grande del mundo, practicada deliberada y sistem¨¢ticamente por Bolsonaro, un crimen de lesa humanidad.
Este 7 de septiembre, llegamos al punto en que decir que el presidente de Brasil es ¡°simplemente¡± incompetente significa ayudarlo a irse de rositas y no ser responsabilizado de cr¨ªmenes de lesa humanidad. La incompetencia es terrible y tiene graves consecuencias, pero no es un delito. Los hechos muestran que Bolsonaro ha sido deliberadamente incompetente, intencionalmente negligente, sistem¨¢ticamente irresponsable. Bolsonaro y su Gobierno han planificado y actuado, como muestran el Diario Oficial, sus manifestaciones en las redes y los v¨ªdeos con sus declaraciones p¨²blicas.
La fecha m¨¢s simb¨®lica de Brasil no puede pasar como si fuera normal tener un genocida en el poder. Si dejamos que se normalice el genocidio, no habr¨¢ vida en el pa¨ªs ni siquiera para aquellos que, por su posici¨®n en la cadena alimentaria de la desigualdad brasile?a, creen que siempre est¨¢n a salvo. Este 7 de septiembre, hay movimientos de resistencia de los Brasiles insurgentes que se levantan contra la m¨¢quina de muerte del bolsonarismo. Hay gente con el coraje de nombrar lo que est¨¢ pasando en Brasil. No s¨¦ si seremos muchos o pocos. Probablemente pocos, pero, como los muertos de covid-19, innumerables. Hay momentos en que todo lo que podemos hacer es luchar, aunque sepamos que perderemos porque la mayor¨ªa sigue con su vida y continuar¨¢ haci¨¦ndolo mientras considere que solo la vida de los otros est¨¢ en riesgo. Quiz¨¢s la pregunta m¨¢s importante de este 7 de septiembre es: ?c¨®mo puede impedir su propio genocidio un pueblo que se ha acostumbrado a morir?
Resistiendo. Declarando su independencia, porque muerte ya hay demasiada. Actualmente, casi 125.000 cuerpos. Rebel¨¢ndose. No porque ahora sea posible ganar. Sino para no verse obligado a bajar la vista cuando los ni?os le pregunten en un futuro pr¨®ximo de qu¨¦ lado estaba y qu¨¦ hizo para evitar que Bolsonaro siguiera matando.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de Brasil, construtor de ru¨ªnas: um olhar sobre o pa¨ªs, de Lula a Bolsonaro. Web: elianebrum.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter, Instagram y Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza