At¨®nitos e indefensos
D¨ªaz Ayuso quer¨ªa hacerse cargo de Madrid y Madrid le vino grande. Ella dijo que represent¨¢bamos un ejemplo para el mundo y nos hemos convertido en el ejemplo a no seguir
Quieres que me confine cuando regrese a mi casa despu¨¦s de atravesarme todo Madrid / en un metro atestado / para limpiar tus calles / para cuidar a tu padre enfermo / para servirte comida / para dejarte el paquetito de Amazon en tu alfombra?". Este es el tuit que a modo de poema perif¨¦rico la Federaci¨®n Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid publicaba este viernes. No hay resumen m¨¢s preciso del sentir de muchos madrile?os (madrile?os con acentos del sur, latinos o castizos) ante la evidencia de que al deterioro y abandono que padecen sus barrios, ahora se suma la alarma pand¨¦mica. Cuando comenz¨® el confinamiento, hubo un momento esplendoroso en Instagram, que es la sede mundial de las epifan¨ªas, desde donde personajes c¨¦lebres, con jard¨ªn frondoso al fondo, dec¨ªan algo as¨ª como que ¡°esto nos iguala a todos, el virus no distingue¡±. El tiempo de las revelaciones ha pasado y ahora nos encontramos con la realidad: el virus nos ha desigualado a¨²n m¨¢s de lo que est¨¢bamos. Madrid se ha convertido en el paradigma. Esta ciudad que el Partido Popular siempre ha querido definir como el motor econ¨®mico de Espa?a, manteniendo una absurda competencia con Barcelona, esta ciudad de tres millones y medio de almas, a la que se suman grandes poblaciones que nutren de trabajadores a la urbe, est¨¢ delatando m¨¢s que nunca lo que se lleva haciendo con ella desde hace d¨¦cadas: castigar a sus habitantes m¨¢s vulnerables.
Estos d¨ªas, en algunos centros de atenci¨®n primaria, los sanitarios cuelgan carteles en los que indican el n¨²mero de trabajadores que les fueron prometidos y que nunca han llegado a incorporarse, de tal manera que es mejor esperar a cuando esto haya pasado para tener un infarto o una apendicitis. De la desigualdad que ha destapado la covid en el mundo escolar ya ven¨ªan informando los agentes sociales. Se sab¨ªa, porque han sido muchos los estudios prepand¨¦micos que lo advert¨ªan, que la exclusi¨®n de los ni?os pobres estaba acabando con el c¨¦lebre ascensor social, aunque ha sido ahora cuando comienza a entrar en el debate p¨²blico. Esto no llega a traducirse en nada: tampoco los profesores prometidos se han materializado. Ni as¨ª las pruebas pertinentes que se han de hacer cuando se detecta a un ni?o o a un docente con el virus. Los nombres de los barrios o los pueblos m¨¢s afectados se?alan a las zonas pobres, situadas, casi por sistema, en el sur de la ciudad y de la regi¨®n. Pero toda esa realidad estaba ah¨ª antes de la pandemia: la falta de obra p¨²blica, la mierda que se acumula en torno a los puntos de basura, las calles jam¨¢s baldeadas, el amontonamiento familiar, la urgente necesidad de vivienda que se ignora mientras se alerta contra el fantasma de la ocupaci¨®n, los servicios educativos o culturales mal equipados.
La salud depende, en gran parte, del bienestar social. Para afrontar este virus conviene poder teletrabajar, gozar de luz y espacio en el hogar, contar con una nevera surtida, con alguien que cuide a la abuela o a la criatura si le cierran el colegio. La salud mental depende en gran medida de nuestras expectativas vitales. Las mentes se deterioran con la desesperaci¨®n y la convivencia dom¨¦stica se resiente. No se trata solo de abordar el aspecto sanitario. Entretanto, la presidenta parece no tener prisa y aplaza su comparecencia como si hubiera tiempo. Ella quer¨ªa hacerse cargo de Madrid y Madrid le vino grande. Ella dijo que represent¨¢bamos un ejemplo para el mundo y nos hemos convertido en el ejemplo a no seguir. Ella dice que el presidente le tiene man¨ªa. Como en la escuela. Los madrile?os estamos at¨®nitos e indefensos. Hemos echado en falta que la oposici¨®n de la Comunidad y el Gobierno central sacaran antes la cara por nosotros. Estamos llenos de inquietud. Acabo de escuchar que S¨¢nchez y Ayuso se han citado para el lunes. ?Para el lunes? ?Es que se van de finde?
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