El Per¨² y la revoluci¨®n morada
Como en el 15M de los indignados madrile?os, tambi¨¦n en Per¨² sus principales impulsores son los j¨®venes a quienes la corrupci¨®n del sistema les arroja ese insatisfactorio futuro precario
Muchos de los partidos que han capitalizado la reivindicaci¨®n de regeneraci¨®n de la vida p¨²blica y pol¨ªtica que han aflorado a lo largo del planeta han adoptado el morado como color propio. Tambi¨¦n en el Per¨² donde, tradicionalmente, el morado tambi¨¦n era propio del mes de octubre por un motivo religioso: el cristo moreno que sale desde hace dos siglos en una multitudinaria procesi¨®n seguida por fieles ataviados con ese color. Con motivo de la crisis desatada por la covid, este a?o la procesi¨®n fue suspendida. Con todo, el morado se ha vuelto a adue?ar de las calles del pa¨ªs cuando los ciudadanos se han lanzado a las calles enarbolando estandartes y s¨ªmbolos viol¨¢ceos para reivindicar esa indispensable regeneraci¨®n pol¨ªtica en una tan insospechada como extra?a revoluci¨®n cuyo ¨¦xito o fracaso a¨²n est¨¢ por ver.
Esta revoluci¨®n morada se moviliz¨® a trav¨¦s de redes sociales como TikTok ¨Cmuchos dicen que ha sido esencial en este caso-, Twitter, Instagram o Facebook. Como ocurri¨® en la primavera ¨¢rabe o en el 15M de los indignados madrile?os, tambi¨¦n aqu¨ª sus principales impulsores son los j¨®venes a quienes la corrupci¨®n del sistema no solo les arroja ese insatisfactorio futuro precario sin posibilidades de un desarrollo profesional digno ¨Cpor decirlo con Guy Standing-, sino que compromete los valores de sostenibilidad e igualdad que conforman el n¨²cleo del adn de estas nuevas generaciones en red.
La boyante coyuntura econ¨®mica que ha atravesado el Per¨² en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido mod¨¦lica para muchos. Sin embargo, la desregulaci¨®n masiva e irresponsable de los mercados -origen de la quiebra internacional de 2008- y la ausencia de pol¨ªticas de equidad han tensionado los ya maltrechos resortes sociales peruanos. La creciente desigualdad se ha convertido en insoportable para importantes capas sociales que han visto frustradas las esperanzas suscitadas con el nuevo milenio. Los sucesivos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que han afectado a una parte sustantiva de las elites dirigentes del pa¨ªs han terminado por da?ar tanto a su sistema pol¨ªtico como a la econom¨ªa misma cuya vulnerabilidad se ha hecho evidente en el contexto sobrevenido de la actual pandemia.
El Per¨² atesora un triste r¨¦cord de gobernantes involucrados en tramas corruptas. Si hace poco ha sido detenido en Estados Unidos para proceder a su extradici¨®n el presidente Alejandro Toledo, Ollanta y Nadine Humala y Pedro Pablo Kuzcinsky han sido tambi¨¦n perseguidos por la acci¨®n de la justicia. Si a?adimos a ello el dram¨¢tico suicidio de Alan Garc¨ªa el mismo d¨ªa de su intento de arresto y las condenas contra el golpista Francisco Morales Berm¨²dez y el autogolpista Alberto Fujimori por violaciones de los derechos humanos, el resultado es desolador: pr¨¢cticamente ning¨²n exmandatario peruano ha librado de manera positiva la acci¨®n de los tribunales desde 1975.
Aunque la elemental presunci¨®n de inocencia impide ser a¨²n m¨¢s categ¨®ricos con los presidentes cuyos procesos est¨¢n a¨²n inconclusos, queremos fijar nuestra atenci¨®n en c¨®mo buena parte de los corruptores, muchos de ellos grandes beneficiarios de estas tramas corruptas, nacionales e internacionales ¨Ccomo destap¨® el caso Odebrecht, por ejemplo-, han permanecido en la m¨¢s absoluta y escandalosa impunidad. Mientras, el ajusticiamiento medi¨¢tico y judicial contra los l¨ªderes pol¨ªticos desacredita ¨Cde manera injusta, en muchos casos- a la clase pol¨ªtica del pa¨ªs, haciendo de la parte el todo.
El pasado 9 de noviembre el presidente Mart¨ªn Vizcarra fue destituido por el Parlamento que ¨¦l mismo hab¨ªa hecho elegir en enero de este a?o ante graves cargos de corrupci¨®n que la prensa hab¨ªa denunciado en los meses anteriores y que databan del tiempo en que hab¨ªa sido gobernador de la peque?a regi¨®n sure?a de Moquegua. Fue la gota que colm¨® el vaso. Tras dos d¨¦cadas de una ¡°democracia sucia¡± ¨Ccomo algunos se han empe?ado en calificarla-, se desat¨® una inesperada reacci¨®n ciudadana hastiada del permanente y cansino conflicto entre el ejecutivo y el legislativo que databa de 2016 y que ha evidenciado la lesionada divisi¨®n de poderes.
Despu¨¦s lleg¨® el sainete. Tras las iniciales propuestas para sustituir a Vizcarra, seg¨²n fueron pasando las horas y los manifestantes tomando las calles, se impuso el ¡°ni con Vizcarra ni con Merino¡±. El otrora presidente del Congreso asumi¨® interinamente por unos d¨ªas la jefatura del Estado y nombr¨® un Gabinete que cay¨® derribado por las protestas que causaron la irreparable p¨¦rdida de dos j¨®venes fallecidos con ocasi¨®n de las protestas.
El partido Morado logr¨® entonces encumbrar a Francisco Sagasti quien, al juramentar el cargo presidencial con su corbata p¨²rpura, promet¨ªa un Gobierno de unidad y concordia de transici¨®n hasta las elecciones del pr¨®ximo a?o. No ser¨¢n meses sencillos. Este ingeniero de intachable trayectoria p¨²blica e ideas progresistas deber¨¢ enfrentar las graves consecuencias de la pandemia, la inseguridad ciudadana y la crisis econ¨®mica, en un contexto de descr¨¦dito de la clase pol¨ªtica que lleva a algunos a cuestionar el mismo sistema. A pesar de algunas decisiones cuestionables ¨Ccomo el nombramiento para la poderosa cartera de defensa de Nuria Sparch, destacada ejecutiva de Gra?a & Montero, empresa constructora que recientemente confes¨® ante la fiscal¨ªa un antiguo caso de corrupci¨®n-, Sagasti tiene ante s¨ª el desaf¨ªo insoslayable de devolver la confianza institucional a los peruanos.
El auspicio de esta primavera en el hemisferio sur es un buen augurio. Urge fomentar un pacto intergeneracional que ofrezca a los j¨®venes una alternativa de desarrollo vital que dote de estabilidad al sistema, mejore la equidad, incremente oportunidades a las deterioradas clases medias y haga efectivo un proyecto de vida en com¨²n para los diferentes paisajes peruanos ¨Cpor decirlo con Riva Ag¨¹ero-. A esta generaci¨®n del ¡°Bicentenario¡± le corresponde, en definitiva, ganar la Rep¨²blica prometida que so?¨® lo mejor de la tradici¨®n pol¨ªtica e intelectual peruana.
Fern¨¢n Altuve-Febres es presidente de la Sociedad Peruana de la Historia y Antonio L¨®pez Vega es director del Instituto Universitario de Investigaci¨®n Ortega y Gasset (UCM).
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