Vi gente correr
Alguien puede pensar en los boleros y en los tangos como una especie en extinci¨®n. El duelo por la muerte de Manzanero demuestra que no
Se cuenta que el poeta Jaime Gil de Biedma pregunt¨® al cr¨ªtico literario y sabio ling¨¹ista Francisco Rico cu¨¢l era el verso mejor logrado del bolero Esta tarde vi llover, del tan llorado en estos d¨ªas Armando Manzanero; y el acad¨¦mico respondi¨®, sin vacilar, que lo era vi gente correr, que se muestra esplendente y oportuno entre los dem¨¢s de la estrofa: esta tarde vi llover/vi gente correr/y no estabas t¨².
La evocaci¨®n de la ausencia que el compositor pretend¨ªa, queda consumada. Y ya puede seguir adelante con la necesaria, y tan sentida, banalidad del resto de la canci¨®n.
Con los boleros y los tangos pasa lo mismo que con la poes¨ªa en general, que hay versos m¨¢s oportunos que otros, y algunos son claves para producir esa luminosidad que se tiende entre los sentimientos de quien lee con los que inspiraron a quien compuso el poema o la canci¨®n, sea Gustavo Adolfo B¨¦cquer o Armando Manzanero.
Garc¨ªa M¨¢rquez, mago de las hip¨¦rboles, dijo alguna vez que Manzanero era ¡°uno de los m¨¢s grandes poetas actuales de la lengua castellana¡±; y Carlos Monsiv¨¢is le atribu¨ªa la virtud de haber llevado a la gente a vivir un ¡°inevitable enamoramiento del amor¡±. Que es lo que hace toda poes¨ªa amorosa cuando es efectiva y suficiente.
Digo todo esto porque no se puede establecer una l¨ªnea divisoria tajante entre lo que se da en llamar poes¨ªa culta, y las letras de las canciones que muchos cantan entre copas, o mientras se duchan, pero que no ser¨ªan capaces de autorizar a que figuren en las antolog¨ªas de la poes¨ªa castellana.
Algunos despachan el asunto metiendo toda la m¨²sica popular en el caj¨®n de desechos de lo cursi, lo cual es a todas luces injusto. Hay letras cursis, claro, que explotan de manera bastante primaria, para no decir descarada, los sentimientos amorosos, que nunca dejan de tener una carga lacrim¨®gena. Pero eso pasa tambi¨¦n con mucha de la poes¨ªa de enamoramientos que leemos.
Entendamos entonces que hay poes¨ªa para leerse, y poes¨ªa para cantarse, o para ser escuchada desde la penumbra amorosa donde la vida tantas veces nos coloca y nos vuelve propensos a las emociones y evocaciones que llevan a la l¨¢grima f¨¢cil.
Nadie ha defendido con m¨¢s valent¨ªa el territorio sagrado de lo cursi que Agust¨ªn Lara, quien se reconoc¨ªa ¨¦l mismo como tal, y explicaba a fondo la cursiler¨ªa, como lo hace en una entrevista muy l¨²cida publicada en la revista mexicana Siempre! en 1960: ¡°He amado y he tenido la gloriosa dicha de que me amen. Soy rid¨ªculamente cursi y me encanta serlo. Porque la m¨ªa es una sinceridad que otros reh¨²yen¡ rid¨ªculamente. Cualquiera que es rom¨¢ntico tiene un fino sentido de lo cursi y no desecharlo es una posici¨®n de inteligencia¡±.
Agust¨ªn Lara es un poeta modernista tard¨ªo. Los grandes del modernismo supieron sortear muchos de los escollos tramposos de la cursiler¨ªa, riesgo constante que corr¨ªan por haber armado una parafernalia de decorados de cart¨®n piedra en sus escenarios, arrastrando no pocas de sus raras combinaciones verbales desde el simbolismo franc¨¦s. Y Lara se luce al poner pie en esos jardines donde el extrav¨ªo tiene el color azul: el hast¨ªo es pavorreal/que se aburre de luz en la tarde¡
Queda demostrado que la cursiler¨ªa, a la que tanto se teme, es esencial a la condici¨®n humana, y en poetas como Agust¨ªn Lara se eleva a las cotas de lo sublime. Pero no todo es cursiler¨ªa, ni todo se mueve en ese espacio sospechoso de lo que podr¨ªa ser cursi y por eso le tememos. Alfredo Lepera, por ejemplo, que escrib¨ªa las letras de los tangos de Gardel, es un poeta sin ambages, capaz de usar las palabras en su desnudez precisa y directa, y basta citar el inmarcesible tango Volver: pero el viajero que huye/ tarde o temprano/ detiene su andar, es un verso que suena Borges, o recuerda a Onetti.
El tango, igual que el bolero, es herencia del modernismo. T¨² que llenas todo de alegr¨ªa y juventud/Y ves fantasmas en la luna de trasluz/Y oyes el canto perfumado del azul/Vete de m¨ª... sigue cantando hasta la eternidad Bola de Nieve el bolero de Homero Exp¨®sito, que en tantos sentidos es un tango.
Y el verso de Tom¨¢s M¨¦ndez de Cucurrucuc¨² paloma: c¨®mo sufri¨® por ella que hasta en su muerte la fue llamando, ?no parecer ser parte de las estrofas en prosa de Juan Rulfo, alaridos ¨ªngrimos en la desolaci¨®n del p¨¢ramo mexicano?
Crec¨ª entre t¨ªos m¨²sicos que compon¨ªan boleros y valses, y me admiro siempre de su sensibilidad para las palabras recogidas entre la pobreza en que viv¨ªan. Y esas palabras, anotadas en las partituras, surg¨ªan como joyas entre la broza natural de la cursiler¨ªa, que era tan natural en sus vidas como lo era la belleza.
Alguien puede pensar en los boleros y en los tangos como una especie en extinci¨®n. El duelo por la muerte de Manzanero demuestra que no. Esto de la inspiraci¨®n, que en tiempos postmodernos parecer¨ªa ser palabra maldita por vergonzante, no es m¨¢s que la caza furtiva de las palabras precisas, y de las combinaciones felices de palabras, que en las canciones seguir¨¢n surgiendo desde abajo, desde el olimpo del arrabal.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y Premio Cervantes 2017.
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