?Se pueden evitar las crisis bancarias?
Las deudas hay que pagarlas. Las moratorias de desahucios obstaculizan la recuperaci¨®n
Est¨¢ claro que a nadie le gustan las crisis bancarias, especialmente cuando es el contribuyente el que paga la factura directa (adem¨¢s de la indirecta en t¨¦rminos de recesi¨®n y desempleo). Lo que no est¨¢ claro es c¨®mo podemos evitar dichas crisis. Recordemos, por ejemplo, la crisis bancaria en Espa?a entre 2008 y 2012, originada por la sobreexposici¨®n de buena parte del sector bancario al inmobiliario, que hab¨ªa crecido exageradamente gracias justo a la financiaci¨®n de los bancos. Desde un punto de vista pol¨ªtico, combatir la burbuja inmobiliaria no era popular, ya que estaba suponiendo un crecimiento econ¨®mico vigoroso, m¨¢s empleo y mayores ingresos p¨²blicos. Los bancos tampoco retiraron la m¨²sica ya que, en algunos casos, su gobernanza era inadecuada y, en todos los casos, el sistema de incentivos para el personal directivo y los empleados de los bancos facilit¨® una asunci¨®n excesiva de riesgos. ?C¨®mo podemos evitar ahora una nueva crisis bancaria? La respuesta pasa por favorecer una gesti¨®n prudente y eficiente, evitando la adopci¨®n de medidas que pueden generar p¨¦rdidas voluminosas en los bancos. ?Qu¨¦ significa esto?
Primero, deben permanecer los apoyos p¨²blicos a los sectores que siguen pr¨¢cticamente cerrados por la pandemia. Por supuesto, eso exige un esfuerzo fiscal considerable, pero si las autoridades traspasan esa responsabilidad a los bancos, lo que estaremos haciendo es ir sembrando las semillas de una nueva crisis bancaria.
Segundo, los bancos deben provisionar el deterioro de sus activos. Las autoridades supervisoras han flexibilizado, con buen criterio, las reglas para el reconocimiento de dicho deterioro porque pensaron que la pandemia iba a suponer una fuerte recesi¨®n en 2020, pero una vigorosa recuperaci¨®n en 2021. La realidad no parece ir por esa v¨ªa, as¨ª que habr¨ªa que aumentar las provisiones ya (al estilo estadounidense).
Tercero, los procesos de recuperaci¨®n de deudas deben estar bien engrasados y, as¨ª, minimizar las p¨¦rdidas que supone a la banca el impago de pr¨¦stamos. Todo lo que suponga obstaculizar esos procesos de recuperaci¨®n aumentar¨¢ las p¨¦rdidas de los bancos. ?A qu¨¦ obst¨¢culos me refiero? Pues a la aprobaci¨®n de normas que dificulten la recuperaci¨®n de esas deudas, por ejemplo, moratorias en los desahucios de prestatarios que no pueden pagar sus deudas; al funcionamiento lento e ineficiente de los ¨®rganos judiciales que gestionan la ejecuci¨®n de las garant¨ªas de dichos pr¨¦stamos; a la estigmatizaci¨®n de operadores nacionales y extranjeros que han sido estos a?os parte activa de la demanda del mercado secundario de dichos activos, ya que, sin esa demanda, los precios de mercado ser¨¢n menores, etc¨¦tera. Dicho de otra forma, no podemos olvidar un principio b¨¢sico: las deudas hay que pagarlas. Si esto se olvida, llegaremos a las tasas de morosidad bancaria que han alcanzado recientemente algunos pa¨ªses europeos, entre el 40% y el 60%. Esos bancos dejan de cumplir su funci¨®n de intermediaci¨®n financiera, lo que redunda en un menor crecimiento econ¨®mico y un mayor desempleo.
Cuarto, los bancos tienen que reducir costes como una de las formas de recuperar rentabilidad. Si ponemos obst¨¢culos a esos procesos, estaremos impidiendo que los bancos alcancen una rentabilidad adecuada, algo b¨¢sico para captar capital o generarlo internamente. Y recordemos que los bancos espa?oles est¨¢n entre los menos capitalizados de la Uni¨®n Bancaria. Algunos analistas dir¨¢n que tambi¨¦n se puede recuperar la rentabilidad por la v¨ªa de los ingresos, gracias, especialmente, al progreso tecnol¨®gico que est¨¢ viviendo el sector. De acuerdo, la digitalizaci¨®n puede aumentar los ingresos de las entidades, pero a medio y largo plazo, y siempre que se encuentre un equilibrio entre las normas de protecci¨®n de datos y las enormes posibilidades de gesti¨®n de la informaci¨®n que abren estas innovaciones.
Quinto, los Gobiernos intentan, en ocasiones, trasladar la responsabilidad de la realizaci¨®n de funciones p¨²blicas a los bancos. Si un deudor hipotecario no paga, ?qui¨¦n debe proporcionar la soluci¨®n habitacional? Claramente, el sector p¨²blico mediante transferencias aprobadas en los presupuestos del Estado, comunidades y ayuntamientos. Si un banco no puede recuperar el dinero asistiremos a transferencias impl¨ªcitas a favor de clientes que no pueden devolver sus pr¨¦stamos y en contra del resto. Este razonamiento puede extenderse a la soluci¨®n de la exclusi¨®n financiera en zonas rurales o, en general, de la posible exclusi¨®n de clientes no rentables.
Resumiendo, vivimos en una econom¨ªa social de mercado (consagrada en los tratados europeos y en nuestra Constituci¨®n) en el que las empresas obtienen beneficios para invertir, generar empleo y remunerar a sus accionistas. El sector p¨²blico tambi¨¦n tiene un papel muy relevante en la econom¨ªa y debe ejercitarlo con transparencia y eficiencia, por ejemplo, aprobando medidas fiscales antic¨ªclicas en crisis y promoviendo soluciones habitacionales en ejecuciones hipotecarias. La gesti¨®n de la crisis actual debe apoyarse en ese reparto de responsabilidades y no en desvirtuarlo. Corresponde al sector p¨²blico el esfuerzo de sostenimiento de la econom¨ªa y de los m¨¢s afectados por la crisis. Y corresponde a la banca y, en general, al sector privado actuar con responsabilidad y eficiencia.
Antonio Carrascosa es exdirector general del FROB.
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