UE: La autonom¨ªa estrat¨¦gica y el beneficio econ¨®mico no son lo mismo
El debate del futuro de los Veintisiete no se puede dejar en manos de tecn¨®cratas o de cabilderos. Lo que es bueno para Volkswagen no tiene por qu¨¦ serlo para la Uni¨®n
Una t¨¦cnica avanzada en ajedrez es el llamado ¡°sacrificio posicional¡±. Se trata de una t¨¦cnica utilizada por los grandes maestros en la que un jugador sacrifica una pieza simplemente por una ventaja en su posici¨®n. Es una estrategia m¨¢s sutil que la de sacrificar un pe¨®n por un caballo del adversario. Los estrategas militares, como Sun Tzu y Carl von Clausewitz, utilizaron nociones similares. La estrategia no consiste en hacer lo que uno quiere cuando uno quiere. Implica sacrificio a cambio de un objetivo superior, con caminos inciertos interpuestos.
Cuando hablamos de autonom¨ªa estrat¨¦gica para la Uni¨®n Europea, a lo que, desde luego, no nos referimos es a escuchar a los cabilderos. O, parafraseando a Clausewitz, a continuar el mercantilismo por otros medios. Cuando Helmut Kohl viajaba, o Gerhard Schr?der o Angela Merkel viajan a pa¨ªses asi¨¢ticos, sol¨ªa o suelen llevarse con ellos a una muchedumbre de empresarios. Una estrategia ser¨ªa dejarlos en casa y decir a los socios comerciales que solo se cierran acuerdos de libre comercio preferenciales con pa¨ªses que cumplan unos criterios m¨ªnimos en materia de derechos humanos. El sacrificio no es un subproducto opcional de la estrategia. Es su esencia. Se obtiene algo que se quiere, y a cambio se renuncia a algo valioso para uno mismo.
Una estrategia no es objetivamente buena o mala. El inter¨¦s europeo o el estadounidense no existen. La estrategia, tanto como su ausencia, son opciones pol¨ªticas. Durante la Guerra Fr¨ªa, el principal objetivo geoestrat¨¦gico de Estados Unidos era contener y derrotar al comunismo, pero la diplomacia de connivencia con los dictadores fascistas de Henry Kissinger fue un precio pol¨¦mico que Estados Unidos estuvo dispuesto a pagar por esa estrategia. Ya empieza a quedar claro que la Uni¨®n Europea ?al igual que Kissinger? tiene una tolerancia relativamente alta a los reg¨ªmenes no democr¨¢ticos, ya sea dentro o fuera de sus fronteras. Por eso, cuando digo que la UE deber¨ªa convertirse en un actor estrat¨¦gico, soy muy consciente de que podr¨ªa acabar discrepando de la estrategia por la que opte.
La posici¨®n geoestrat¨¦gica m¨¢s importante para la Uni¨®n Europea en este momento es su relaci¨®n con China. Hay diversos objetivos estrat¨¦gicos alternativos veros¨ªmiles. La UE podr¨ªa decidir dar prioridad al cambio clim¨¢tico e incorporar a China a una estrategia de neutralidad de carbono de aqu¨ª a 2050. Otra posibilidad ser¨ªa que la Uni¨®n optase por priorizar los derechos humanos. Los responsables de las pol¨ªticas econ¨®micas saben desde tiempos inmemoriales que no se puede perseguir dos objetivos con un ¨²nico instrumento normativo. Personalmente, yo dar¨ªa prioridad a los derechos humanos bas¨¢ndome en que los reg¨ªmenes que no respetan a las minor¨ªas ni las libertades democr¨¢ticas tampoco son leales a los objetivos acordados internacionalmente. La no cooperaci¨®n de China con la Organizaci¨®n Mundial de la Salud en estos momentos deber¨ªa servir de advertencia.
Ahora bien, cualquiera que sea la estrategia por la que opte, la UE no deber¨ªa pretender que una supuesta ventaja econ¨®mica constituye un acto de autonom¨ªa estrat¨¦gica.
Dicho esto, la Uni¨®n hizo bien en no consultar con el Gobierno entrante de Biden antes de tomar una decisi¨®n. La UE deber¨ªa ser libre de llegar a sus propios acuerdos bilaterales exactamente igual que Estados Unidos. El vac¨ªo de poder en Washington fue, casi con total seguridad, una de las razones por las que Angela Merkel decidi¨® seguir adelante con el acuerdo entre la Uni¨®n Europea y China. Los grandes maestros del ajedrez lo habr¨ªan aprobado. Sin embargo, la afirmaci¨®n contraria no es verdadera. No somos estrat¨¦gicamente aut¨®nomos solo porque decidamos seguir nuestro propio camino. Precisamente, la idea que hay detr¨¢s de la Uni¨®n es que renunciamos a parte de nuestra soberan¨ªa nacional a cambio de un bien mayor, que es el ejercicio de la soberan¨ªa compartida. Una de las afirmaciones m¨¢s cuestionables de la campa?a a favor del Brexit fue la que sosten¨ªa que la soberan¨ªa nacional aumenta la autonom¨ªa estrat¨¦gica.
Creo que Merkel ha sacado la conclusi¨®n correcta de las elecciones de Estados Unidos: si 75 millones de votantes apoyan a Donald Trump, no podemos proclamar que su ideolog¨ªa de ¡°Estados Unidos primero¡± ha sido derrotada, con independencia de lo que le ocurra a ¨¦l personalmente despu¨¦s de los acontecimientos de la ¨²ltima semana. Estados Unidos es un pa¨ªs profundamente dividido que muy bien podr¨ªa inclinarse en sentido contrario en unas futuras elecciones. Sin lugar a dudas, la Uni¨®n Europea har¨ªa bien en empezar a depender menos de la buena voluntad estadounidense.
No obstante, una verdadera autonom¨ªa estrat¨¦gica exigir¨¢ un debate mucho m¨¢s amplio en la UE sobre los objetivos estrat¨¦gicos. Este debate no se puede dejar en manos de tecn¨®cratas o de cabilderos. Lo que es bueno para Volkswagen no tiene por qu¨¦ serlo para la Uni¨®n. Si la perspectiva estrat¨¦gica se reduce exclusivamente al comercio o a las inversiones, se est¨¢ confundiendo la consecuci¨®n del m¨¢ximo bienestar con la estrategia. Las decisiones estrat¨¦gicas no suelen ser las mejores desde un punto de vista econ¨®mico.
Y si no, preg¨²ntenles a los grandes maestros. Ellos les dir¨¢n que la autonom¨ªa estrat¨¦gica exige un sacrificio posicional, en el que el quid pro quo no es ni inmediato ni objetivamente verdadero. Y, al igual que sucede con las estrategias en la vida real, los grandes maestros razonables tambi¨¦n discrepan.
Wolfgang M¨¹nchau es director de www.eurointelligence.com
Traducci¨®n de News Clips.
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