Vacuna y fracaso
Una vacunaci¨®n r¨¢pida y coordinada es quiz¨¢s la ¨²nica herramienta que hasta ahora ofrece un horizonte real de nueva normalidad
En Europa y Am¨¦rica, al menos una de cada mil personas ha muerto de covid. Ese es el dato m¨¢s relevante del ¨²ltimo a?o. E implica que, probablemente, entre un 10% y un 20% de la poblaci¨®n occidental se ha contagiado del virus. De ellos, una parte no despreciable lo ha pasado muy mal, pese a sobrevivir. No sabemos a cu¨¢ntos les quedar¨¢n secuelas, pero ya intuimos que este virus no pasa en balde por muchos cuerpos (y mentes).
A la vez, estamos asistiendo a la mayor destrucci¨®n de renta de la historia reciente. No solo negocios ni empleos: sectores enteros est¨¢n en jaque. Millones de ni?os con su educaci¨®n truncada. Hogares para los que el futuro se evapora en el presente.
Es necesario que nos paremos a contemplar este descomunal impacto para dimensionar el fracaso. Colectivo, sin duda. Complejo, tambi¨¦n. Pero fracaso al fin. No hemos sido capaces de embridar el virus. Tambi¨¦n es ¨²til esta pausa para comprender la enorme importancia de la vacunaci¨®n. Esta nueva herramienta es quiz¨¢s la ¨²nica que hasta ahora ofrece un horizonte real de nueva normalidad. No volver a la vieja: eso ya nunca lo tendremos. Pero s¨ª lo que no hemos logrado con otras pol¨ªticas: al menos, convivir con el virus sin borrar del mapa otro 0,1% de nuestra poblaci¨®n y otro 10% de nuestra renta en 11 meses m¨¢s. Por eso es crucial que no nos permitamos los mismos fallos de coordinaci¨®n con la vacunaci¨®n. Cada mes que pasa trae miles de muertes inmediatas, pero tambi¨¦n proyectos de vida destruidos, y opciones para que el virus siga mutando, encontrando formas gen¨¦ticas m¨¢s contagiosas, como las que ya parece que est¨¢n entre nosotros.
La responsabilidad es inevitablemente compartida. Gobiernos locales y regionales, entidades provisorias de salud, deben asegurar que las vacunas pasan el m¨ªnimo tiempo posible en sus manos antes de llegar a los brazos de la ciudadan¨ªa. Estados y organismos supranacionales tienen que entender que hasta que el mundo entero no est¨¦ vacunado, el riesgo de rebrote o mutaci¨®n nos seguir¨¢ amenazando. Y las farmac¨¦uticas deben no s¨®lo cumplir con los compromisos adquiridos de manera equitativa, sino tratar de mejorarlos. Algunas lo est¨¢n haciendo. Otras, por desgracia, se han enredado en sus promesas.
Bueno: es el momento de desenredarlas. Que cada uno cumpla su responsabilidad, o nadie (ni empresas, ni hogares, ni pol¨ªticos) escapar¨¢ a un nuevo fracaso.
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