Una ¨¦poca sombr¨ªa para los refugiados
La pr¨¢ctica de Frontex se asimila a una gesti¨®n militarizada de la inmigraci¨®n, a la que se suma una violaci¨®n sistem¨¢tica del derecho humanitario
La controvertida actuaci¨®n de Frontex, el cuerpo policial reforzado por la UE para la defensa de las fronteras, sigue su curso. Ni la Comisi¨®n ni el Consejo Europeo han querido reprimir ni paralizar tajantemente las continuas violaciones del derecho de los peticionarios de asilo y otros derechos humanos de los refugiados. Recordemos que agentes de Frontex, y en particular su director, Fabrice Leggeri, est¨¢n acusados de practicar sistem¨¢ticamente devoluciones ilegales en frontera y por la fuerza. Cierto es que este m¨¦todo, avalado por la Hungr¨ªa de Viktor Orb¨¢n, se ha reproducido en otros pa¨ªses (varios informes atribuyen a Grecia, Croacia, Italia y Eslovenia la misma tendencia). Lo m¨¢s grave es que esos hilos de violencia en frontera guardan las claves que la banalizan: el contexto de la pandemia y el bloqueo de las negociaciones sobre el pacto migratorio prometido para 2020, que no logr¨® materializarse por falta de consenso. Esta situaci¨®n promueve, de hecho, un endurecimiento de la pol¨ªtica exterior de acogida de todos los pa¨ªses europeos y la arbitrariedad como regla en las fronteras nacionales dentro del mismo seno de la UE. Ni siquiera se respetan ahora los acuerdos de Schengen ni las directrices de los acuerdos de Dubl¨ªn sobre los refugiados. Porque no se puede confundir, como se hace, la necesidad de control del ejercicio de los derechos de los refugiados con su rechazo ilegal.
La pr¨¢ctica de Frontex se asimila a una gesti¨®n militarizada de la inmigraci¨®n, a la que se suma una violaci¨®n sistem¨¢tica del derecho humanitario. Pese a las denuncias de varias ONG y los informes publicados en 2020 sobre los m¨¦todos brutales de algunos agentes de vigilancia, la impunidad parece respaldar de nuevo a Frontex. No se explica de otro modo el mantenimiento de Leggeri en su puesto. La comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, se ha limitado a proclamar, sin atribuir mayores responsabilidades, m¨¢s ¡°transparencia¡± sobre las actividades policiales como si se calmara as¨ª la razonable ira de los defensores de los derechos humanos, y el desprecio hacia los demandantes de asilo.
Por eso nada avanza: o la inacci¨®n de la Comisi¨®n refleja su impotencia frente a los pa¨ªses que apoyan las t¨¦cnicas del director de Frontex porque desean vaciar de una vez el molesto derecho de asilo, o bien prefiere dejar hacer para presentar un pacto migratorio aprovechando precisamente el clima de endurecimiento prevalente en Europa, favorecido por la pandemia. En ambos casos, aunque sea leg¨ªtimo controlar el asilo, acabar¨ªa con el semblante democr¨¢tico que merece Europa, causando estragos permanentes para los derechos de los refugiados. Nunca la situaci¨®n hab¨ªa sido tan incierta y dura como hoy para los solicitantes de protecci¨®n. Es una ¨¦poca muy sombr¨ªa para aquellos que huyen de la miseria, de guerras civiles, dictaduras, de la violencia sistem¨¢tica y los desastres ecol¨®gicos. Y tambi¨¦n para el derecho de la UE.
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