Los 6.402 asesinatos amparados por una pol¨ªtica perversa en Colombia
Los llamados ¡®falsos positivos¡¯ fueron ejecuciones extrajudiciales que reflejan la degradaci¨®n del Estado y las fuerzas de seguridad durante el mandato de ?lvaro Uribe
¡°Es mi hijo, Fair Leonardo¡±, le contest¨® Luz Marina Bernal a la doctora de Medicina Legal, el organismo forense de Colombia que se encarga de establecer la causa de muertes violentas, cuando la doctora le pregunt¨® si lo reconoc¨ªa. Fue un s¨ª corto, fulminante, dicho casi que con el ¨²ltimo aliento que le qued¨® luego de estrellarse con la foto del cad¨¢ver, o de lo que quedaba de ¨¦l.
Seg¨²n el informe, Fair Leonardo recibi¨® trece impactos de bala: uno le desbarat¨® la mand¨ªbula y otro el ro...
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¡°Es mi hijo, Fair Leonardo¡±, le contest¨® Luz Marina Bernal a la doctora de Medicina Legal, el organismo forense de Colombia que se encarga de establecer la causa de muertes violentas, cuando la doctora le pregunt¨® si lo reconoc¨ªa. Fue un s¨ª corto, fulminante, dicho casi que con el ¨²ltimo aliento que le qued¨® luego de estrellarse con la foto del cad¨¢ver, o de lo que quedaba de ¨¦l.
Seg¨²n el informe, Fair Leonardo recibi¨® trece impactos de bala: uno le desbarat¨® la mand¨ªbula y otro el rostro. Desapareci¨® ocho meses antes sin dejar rastro. Luz Marina lo busc¨® hasta el desfallecimiento, sab¨ªa que ¨¦l no pod¨ªa sobrevivir por s¨ª solo. A pesar de que ¨¦l ten¨ªa 27 a?os y de que era alto y fornido, su cerebro era el de un ni?o de 10. Padec¨ªa de una discapacidad severa derivada de una meningitis cerebral que contrajo de peque?o y que le imped¨ªa leer y escribir. Se ganaba la vida haci¨¦ndole mandados a los vecinos de cuando en vez, siempre que no fuera muy lejos porque pod¨ªa sufrir una convulsi¨®n y perderse. Por eso, siempre llevaba un cart¨®n con su nombre, direcci¨®n y tel¨¦fono.
A Luz Marina nada le encajaba. Encontraron su cuerpo en Oca?a, un pueblo a 700 kil¨®metros de Bogot¨¢. Era imposible que Fair Leonardo hubiera llegado hasta all¨¢ solo. Supo que hab¨ªa sido enterrado en una fosa com¨²n y que hab¨ªa muerto dos d¨ªas despu¨¦s de haber desaparecido. Es decir, llevaba varios meses muerto. Encontrarlo fue pr¨¢cticamente un milagro. Un pedazo de ella qued¨® inerte cuando descubri¨® que su hijo discapacitado, que nunca hab¨ªa empu?ado un arma porque su incapacidad se lo imped¨ªa, aparec¨ªa rese?ado en la Brigada XV de Oca?a como el jefe de una organizaci¨®n narcoparamilitar y que hab¨ªa sido dado de baja por haber atacado a una unidad militar.
Fair Leonardo es uno de los 6.402 casos de falsos positivos que, seg¨²n el nuevo Tribunal de Paz, se produjeron en Colombia entre los a?os 2002 y 2008, periodo en que gobern¨® el presidente ?lvaro Uribe. Esta cifra es tres veces m¨¢s alta que la que hab¨ªa recabado la Fiscal¨ªa hace un tiempo, cuando habl¨® de 2.240 casos.
Si fueron 2.000, 6.000, o 10.000 como aseguran algunas ONG, poco importa. Cualquier cifra es irrelevante ante la magnitud del horror que supuso esta pr¨¢ctica macabra que se llev¨® a cabo en 27 de los 32 departamentos de Colombia y en m¨¢s de 180 unidades t¨¢cticas adscritas a casi la totalidad de las Brigadas.
El Gobierno de Uribe cre¨® un sistema de premios y beneficios que med¨ªa el ¨¦xito de la guerra contra las FARC por el n¨²mero de bajas. Para acceder a esos beneficios, muchas unidades militares dise?aron un esquema de corrupci¨®n en el que reclutaban a j¨®venes, en su mayor¨ªa de barrios populares, los trasladaban a lugares remotos con promesas falsas de trabajo, les quitaban sus documentos y los asesinaban para luego presentarlos como guerrilleros dados de baja (muertos) en combate.
La impunidad la ten¨ªan garantizada. Las v¨ªctimas que reclutaban eran consideradas desechables, los asesinatos eran r¨¢pidamente legalizados como bajas en combate y los cuerpos terminaban enterrados en fosas comunes para que no pudieran ser identificados. Solo tuvieron un error de c¨¢lculo: subestimaron la tenacidad de Luz Marina Bernal por encontrar a su hijo desaparecido. A Fair Leonardo lo mataron cumpliendo el mismo protocolo, el mismo c¨®digo de silencio con el que se llevaron a tantos j¨®venes de familias humildes. As¨ª se desvel¨® el modus operandi que estaba oculto.
Los falsos positivos son el monstruo de Frankenstein que engendr¨® la pol¨ªtica de seguridad democr¨¢tica de ?lvaro Uribe, concebida para ganar la guerra contra las FARC.
En el papel, que todo lo resiste, se dec¨ªa que el objetivo de esa pol¨ªtica era asegurar el imperio de la ley en todo el territorio nacional, proteger a los ciudadanos, estimular el pluralismo y fortalecer el Estado de derecho. En la pr¨¢ctica, se convirti¨® en una patente de corso para darle incentivos perversos a la tropa, y para que los generales cercanos a Uribe se volvieran los principales promotores de la pol¨ªtica del body counting. Todav¨ªa retumban las arengas matutinas que hac¨ªa por la radio el general Mario Montoya, comandante del Ej¨¦rcito, en las que exultaba a sus tropas a que le entregaran bajas. El coronel Gonz¨¢lez del R¨ªo, uno de los pocos oficiales condenados por falsos positivos, asegur¨® en testimonios ante la justicia que escuch¨® al general Montoya pronunciar: no quiero regueros de sangre, ?quiero r¨ªos de sangre! Otro general les dijo a sus hombres que quer¨ªa ver el estadio de f¨²tbol de Medell¨ªn lleno a reventar de bajas.
Cuando falla el procedimiento en una prueba de sangre, a eso se le llama falso positivo. Las ejecuciones extrajudiciales que sucedieron en Colombia no pueden considerarse un falso positivo: no fueron un error t¨¦cnico en un laboratorio, fueron asesinatos de civiles amparados por una pol¨ªtica de gobierno perversa.
Yo reconozco que las FARC son responsables de mucho del dolor que se siente en Colombia. Pero el conflicto tambi¨¦n degrad¨® al Estado y a las fuerzas del orden. Los falsos positivos reflejan esa descomposici¨®n. Y son, en realidad, ejecuciones extrajudiciales, cr¨ªmenes de guerra.
Luz Marina tiene unos ojos verdes luminosos que intimidan porque lo han visto todo. Ya no le teme a nada. Aspira a una sola cosa: a que alg¨²n d¨ªa Uribe tenga empat¨ªa con su dolor y acepte que sus decisiones desencadenaron un horror inenarrable.
Mar¨ªa Jimena Duz¨¢n es periodista y autora de Santos. Paradojas de la paz y del poder (Debate).