Uribe debe responder
Es necesario para cerrar heridas en Colombia que el expresidente aclare su participaci¨®n en los ¡®falsos positivos¡¯
Despu¨¦s de casi tres a?os de investigaci¨®n, la Jurisdicci¨®n Especial de Paz (JEP) de Colombia public¨® esta semana un estudio sobre el n¨²mero de civiles asesinados por militares para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en medio de combates, lo que se conoce como falsos positivos. Hasta ahora el dato oficial m¨¢s fiable era el de la Fiscal¨ªa ¡ª2.248 muertes¡ª, pero el tribunal surgido de los acuerdos de paz entre el Gobierno y la exguerrilla de las FARC eleva esa cifra a 6.402 solo entre 2002 y 2008 y advierte que pueden ser muchos m¨¢s. La revelaci¨®n vuelve a poner el foco en la pol¨ªtica del expresidente ?lvaro Uribe, que gobernaba Colombia durante el periodo investigado.
Uribe ha sido el gran opositor al proceso de paz de su sucesor, Juan Manuel Santos, y a la justicia transicional, que se negoci¨® en La Habana. En el Senado impuls¨® con su partido, el Centro Democr¨¢tico, reformas para diluir o acabar con el trabajo del tribunal. Los magistrados, a pesar del peso del uribismo en el Legislativo y en el Ejecutivo, han demostrado ser un ¨®rgano inquebrantable e independiente, y tambi¨¦n han exigido respuestas de los m¨¢ximos responsables de las guerrillas, motivo de celebraci¨®n para la democracia colombiana.
Ha sido significativa, en este sentido, la reciente imputaci¨®n de cargos por cr¨ªmenes de lesa humanidad a los exdirigentes de la extinta guerrilla por los secuestros que cometieron durante d¨¦cadas, una cruel pr¨¢ctica que ya reconocieron y por la que pidieron perd¨®n. Se antoja m¨¢s dif¨ªcil ver algo similar con los falsos positivos. Aunque varios comandantes y soldados del Ej¨¦rcito se han acogido al proceso de la justicia transicional, en el que se evitan penas de c¨¢rcel a cambio de verdad y reparaci¨®n, el reconocimiento por parte de los altos mandos militares ha sido m¨¢s precario.
Uribe, como expresidente, no tiene una obligaci¨®n legal ante la JEP. Aun as¨ª, el auto de esta semana hace hincapi¨¦ en lo importante que ser¨ªa su versi¨®n como comandante en jefe de las fuerzas militares para esclarecer los cr¨ªmenes cometidos durante su Gobierno. En vez de comprometerse con el esclarecimiento, Uribe volvi¨® a cargar contra sus cr¨ªticos y acus¨® a organizaciones de derechos humanos de ser enemigas de su mandato.
La JEP, en su encomiable labor, pionera en cualquier proceso de paz, seguir¨¢ escuchando las versiones de militares que participaron en estos cr¨ªmenes de Estado. Pero al demostrar con cifras que el mayor n¨²mero de falsos positivos ocurri¨® entre 2002 y 2008 deja claro que Uribe guarda gran parte de la verdad sobre estos episodios. El conflicto, que se cerr¨® despu¨¦s de m¨¢s de cinco d¨¦cadas, seguir¨¢ dejando heridas abiertas mientras haya, como en el caso del expresidente, quienes se niegan a afrontar sus responsabilidades.
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