Lo que s¨ª se pod¨ªa saber
Una parte clave del trabajo de los decisores p¨²blicos no es (?no deber¨ªa ser!) quedarse en el presente cuando todo va m¨¢s o menos bien, sino anticipar lo que podr¨ªa salir mal
Se cumple un a?o. ?De qu¨¦? No est¨¢ claro. Pero creo que todos compartimos un poco esa sensaci¨®n de aniversario estirado y melanc¨®lico del inicio de una tragedia que sigue en marcha.
Entre el 23 de febrero y el 5 de marzo Italia pas¨® de confirmar una muerte al d¨ªa por covid a certificar 41. Si hasta ese momento alguien ten¨ªa excusa para ignorar la idea de ¡°crecimiento exponencial¡±, ah¨ª dej¨® de tenerla: un pa¨ªs en el coraz¨®n de Europa, con ¨ªntimas relaciones diarias con el resto del continente y exposici¨®n indistinta a una epidemia originada en China, multiplicaba por cuarenta el indicador m¨¢s n¨ªtido de contagio en apenas unos d¨ªas. Para entonces ya pod¨ªamos intuir que cada muerte hoy indicaba decenas de contagios semanas antes: las primeras estimaciones acad¨¦micas de la letalidad del virus se publicaron en marzo, pero los datos base, los de urgencia que no deben pasar por revisi¨®n de pares, ya estaban ah¨ª el mes anterior.
Y, sin embargo, ten¨ªamos mensajes minimizando el riesgo por parte de las autoridades. Poniendo n¨²meros m¨¢ximos al contagio que hoy se ven rid¨ªculos; evitando interferir en planes, eventos y cotidianidades; descuidando hasta el punto de que entonces ya pod¨ªamos vislumbrar como m¨¢s d¨¦bil en toda la estructura de cuidados: en Espa?a hay unas 280.000 personas viviendo en residencias de ancianos. Morir¨ªan, lo sabemos hoy, una de cada diez. No deber¨ªa haber sido dif¨ªcil preocuparse porque el virus se contagiar¨ªa m¨¢s r¨¢pidamente en entornos de vida en com¨²n, sabiendo que su letalidad se multiplicaba entre las personas de m¨¢s edad, particularmente abundantes en un pa¨ªs tan envejecido, en un continente tan envejecido, como el nuestro. Pero lo fue.
¡°No pod¨ªamos saber que pasar¨ªa esto¡±, dicen algunos. Pero en realidad s¨ª. Pod¨ªan (?deb¨ªan!) asociar una probabilidad alta al contagio, creciente con lo que aprend¨ªamos al amanecer de cada uno de aquellos d¨ªas. Pod¨ªan (?deb¨ªan!) identificar los flancos de ataque de la epidemia. Una parte clave del trabajo de los decisores p¨²blicos no es (?no deber¨ªa ser!) quedarse en el presente cuando todo va m¨¢s o menos bien, sino anticipar lo que podr¨ªa salir mal, convencer a los tranquilos ac¨®litos, y plantear rutas alternativas. En ello, sin duda, fracasaron. Pero si seguimos entendiendo la pol¨ªtica como mecanismo para dotarnos de certezas c¨®modas, en lugar de para navegar la incertidumbre, continuaremos fracasando. @jorgegalindo
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