Recalibrar, en vez de cortar
No suele haber rupturas en pol¨ªtica exterior, ni siquiera cuando ha sido sometida al caos de una presidencia como la de Trump
No suele haber rupturas en pol¨ªtica exterior, ni siquiera cuando ha sido sometida al caos de una presidencia como la de Trump. A veces ni siquiera las revoluciones consiguen torcer los imperativos que imponen la historia y la geograf¨ªa. Menos iba a suceder con los cuatro a?os de caos, miseria estrat¨¦gica y repliegue de la diplomacia que ha significado el trumpismo.
Ciertamente, la diplomacia ha recuperado su protagonismo, Washington ha regresado a las buenas costumbres del di¨¢logo y de la consulta a socios y amigos, ha desaparecido la verborrea reactiva y mentirosa salida de la cuenta de Twitter presidencial, y sobre todo, no se ha dado ni un solo paso sin un debate serio y un c¨¢lculo racional por parte de los organismos del Gobierno, como era habitual antes de la irrupci¨®n del trumpismo. No es poco. Antony Blinken, el nuevo secretario de Estado, ha definido la nueva pol¨ªtica al explicar el r¨¦gimen de sanciones impuesto a Arabia Saud¨ª por la desaparici¨®n y asesinato de Jamal Khashoggi. No se trata de cortar con el r¨¦gimen desp¨®tico de Riad, sino de recalibrar unas relaciones de profundidad estrat¨¦gica establecidas hace ya m¨¢s de 75 a?os.
Recalibrar significa medir de nuevo lo que ya hab¨ªa sido medido anteriormente. Washington ha se?alado con el dedo al pr¨ªncipe heredero Mohamed Bin Salm¨¢n como responsable. Tambi¨¦n ha retirado su apoyo a la guerra librada por los saud¨ªes en Yemen. No habr¨¢ suministros militares que no est¨¦n vinculados estrictamente a la defensa del territorio saud¨ª. Pero ha reafirmado su compromiso con la seguridad saud¨ª respecto a las amenazas exteriores y no ha dudado en lanzar un ataque a¨¦reo contra una guerrilla proiran¨ª en Siria, en clara advertencia a Teher¨¢n, el enemigo saud¨ª.
No basta la denuncia y el se?alamiento de los autores de los cr¨ªmenes de Estado, como es el asesinato de Jamal Khashoggi. Despu¨¦s de una presidencia complaciente con los dictadores, la reacci¨®n moral pide la punici¨®n de los m¨¢ximos culpables. Esta es la cr¨ªtica de Agnes Callamard, la relatora de Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, que considera ¡°extremadamente peligroso¡± dejar sin castigo al autor acreditado del crimen de Estado. Tambi¨¦n habr¨ªa que preguntarse si no entran en id¨¦ntico cap¨ªtulo el genocidio de los uigures en Xinjiang o el envenenamiento y el encarcelamiento de Navalni.
Washington no va a romper con Mosc¨², Pek¨ªn y Riad. Se limitar¨¢ a recalibrar. Es decir, reparar la pol¨ªtica exterior estadounidense hasta encontrar un punto de equilibrio decente entre valores e intereses. El modelo es la prohibici¨®n de visados y viajes a los 76 saud¨ªes implicados en el crimen, conocida ya como Khashoggi Ban, que se aplicar¨¢ a partir de ahora a todos los reg¨ªmenes que cometan cr¨ªmenes contra periodistas y disidentes. Si resulta eficaz y sirve para disuadir a los d¨¦spotas, ser¨¢ un buen comienzo, a pesar de su modestia.
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