Bolsonaro transforma a Brasil en el paria del mundo
Con el pa¨ªs acerc¨¢ndose a las 2.000 muertes diarias por la covid-19, el presidente brasile?o amenaza el control mundial de la pandemia al seguir favoreciendo la propagaci¨®n del virus
Afirmar que la covid-19 est¨¢ fuera de control en Brasil por la incompetencia de Jair Bolsonaro es un error. Es el mismo error que llamar ¡°desgobierno¡± al Gobierno de Bolsonaro. Bolsonaro gobierna y la propagaci¨®n de la covid-19 est¨¢, en gran medida, bajo su control. Si lo que vive Brasil es el caos, es un caos planificado. Hay que entender la diferencia para tener alguna posibilidad de enfrentar la pol¨ªtica de muerte de Bolsonaro. Si existe alguna experiencia similar en la historia, la desconozco. En Brasil, sin duda, no hab¨ªa sucedido antes. Estamos sometidos a un experimento, como cobayas humanas. La premisa de la investigaci¨®n que se desarrolla en el laboratorio de perversi¨®n de Bolsonaro es: qu¨¦ sucede cuando, durante una pandemia, se deja a una poblaci¨®n expuesta al virus y la m¨¢xima autoridad del pa¨ªs da informaci¨®n falsa, se niega a seguir las normas sanitarias y a tomar las medidas que podr¨ªan reducir el contagio.
El resultado, en p¨¦rdida de vidas humanas, lo conocemos: Brasil superar¨¢ los 260.000 muertos a finales de esta semana y la probabilidad de convertirse pronto en el pa¨ªs con mayor n¨²mero de v¨ªctimas mortales de la historia de la pandemia de covid-19 en el siglo XXI aumenta velozmente. Varias naciones del mundo tendr¨¢n a su poblaci¨®n totalmente vacunada en los pr¨®ximos meses y comienzan a vislumbrar la posibilidad de superar la covid-19, mientras que Brasil se enfrenta a una escalada.
En 2020, Estados Unidos y el Reino Unido estaban, junto a Brasil, entre los pa¨ªses con peores resultados con relaci¨®n a la covid-19. Hoy, con el dem¨®crata Joe Biden en la presidencia, Estados Unidos da se?ales de que pronto dejar¨¢ esta posici¨®n y el Reino Unido del derechista Boris Johnson da ejemplo en la campa?a de vacunaci¨®n, con un n¨²mero de muertes que desciende d¨ªa a d¨ªa.
Brasil se a¨ªsla en el horror de la covid-19, como contraejemplo y paria global. Los datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud muestran que, mientras la media de muertes en el mundo retrocede un 6%, en Brasil crece un 11%. Esta consecuencia es m¨¢s visible. Al fin y al cabo, en este crimen hay cuerpos, en este momento una cantidad suficiente para poblar de cad¨¢veres una ciudad de tama?o medio. Y la media actual ya ha llegado a 1.300 muertes al d¨ªa.
Otro efecto es menos evidente: lo que descubrimos de nosotros, como sociedad, cuando nos sometemos a esta violencia y lo que cada uno descubre de s¨ª mismo cuando las elecciones sobre la salud, en lugar de estar determinadas por la autoridad sanitaria, dependen de su propia decisi¨®n. Esta segunda parte del experimento ha resultado ser bastante inquietante y podr¨ªa socavar los lazos sociales durante a?os e incluso d¨¦cadas, como les sucedi¨® a algunos pa¨ªses sometidos a la perversi¨®n del Estado en el pasado.
Seguir alegando que el Gobierno de Bolsonaro es incompetente para gestionar la covid-19 o es un s¨ªntoma o es mala fe. Un s¨ªntoma porque, para una parte de la poblaci¨®n, puede ser demasiado aterrador aceptar que el presidente ha elegido propagar el virus. La mente encuentra un camino de negaci¨®n para que la persona no se derrumbe. Es un proceso similar al del secuestrado que encuentra puntos de empat¨ªa con el secuestrador para poder sobrevivir al horror de estar totalmente a merced de la voluntad absoluta de un perverso.
La mala fe, en cambio, es entender lo que ocurre y, aun as¨ª, seguir neg¨¢ndolo porque le conviene, sean cuales sean sus intereses. Una investigaci¨®n realizada por la Facultad de Salud P¨²blica de la Universidad de S?o Paulo y la ONG Conectas Derechos Humanos ha demostrado que el Gobierno brasile?o ha llevado a cabo un plan para diseminar el virus. El an¨¢lisis de 3.049 normas federales muestra que Bolsonaro y sus ministros ten¨ªan ¡ªy a¨²n tienen¡ª el objetivo de contagiar al mayor n¨²mero de personas, lo m¨¢s r¨¢pido posible, para reanudar plenamente las actividades econ¨®micas.
Las pruebas est¨¢n ah¨ª, en documentos firmados por el presidente y algunos de sus ministros. El estudio demuestra lo que cualquier persona con una capacidad cognitiva media puede comprobar en su vida cotidiana, a partir de los actos y discursos del presidente. La acci¨®n deliberada de propagar el virus no es solo una percepci¨®n, tambi¨¦n es un hecho. Lo que faltaba era la documentaci¨®n del hecho, ya que con percibir no basta, hay que demostrar y documentar. Y hoy est¨¢ documentado y esta documentaci¨®n se ha convertido en la base de nuevas solicitudes de impeachment y comunicaciones en la Corte Penal Internacional.
En una carta p¨²blica, el Consejo Nacional de Secretarios de Sanidad ha exigido esta semana que se determine un toque de queda para todo el territorio brasile?o y el cierre de bares y playas, entre otras medidas. Los secretarios han afirmado que el pa¨ªs est¨¢ viviendo el peor momento de la pandemia y han exigido una ¡°gesti¨®n nacional unificada y coherente¡±. Tambi¨¦n han pedido que se suspendan las clases y los eventos presenciales, incluidas las actividades religiosas. ¡°La ausencia de una gesti¨®n nacional unificada y coherente ha dificultado que se adopten y apliquen medidas cualificadas para reducir las interacciones sociales¡±, han declarado. ¡°Entendemos que el conjunto de medidas propuestas solo puede ser ejecutado por gobernadores y alcaldes si se establece en Brasil un ¡®Pacto Nacional por la Vida¡¯ que re¨²na a todos los poderes, la sociedad civil, los representantes de la industria y del comercio, las grandes instituciones religiosas y acad¨¦micas del pa¨ªs, mediante la autorizaci¨®n expl¨ªcita y la determinaci¨®n legislativa del Congreso Nacional¡±. Sin embargo, Bolsonaro obviamente no quiere. Y, como ha informado la prensa, sus subordinados, muchos de ellos generales de cuatro estrellas, han advertido que no lo har¨¢.
Bolsonaro se niega. Porque s¨ª que hay una gesti¨®n y sus actos se centran en propagar el virus. Este es el error de quienes creen que hay que convencer a Bolsonaro para que lidere un pacto nacional por la vida. Ya ejecuta un pacto nacional, pero por la muerte, y no estoy usando una met¨¢fora. Ya ha hecho varias declaraciones p¨²blicas y expl¨ªcitas en las que ha dicho que la gente deje de ser ¡°marica¡±, que, al fin y al cabo, ¡°es normal que haya muertes¡±, ¡°todos moriremos alg¨²n d¨ªa¡± y ¡°sigamos adelante¡±. Por eso, incluso en el peor momento de la pandemia, el presidente se mantiene fiel y dedicado a su pol¨ªtica, fomentando que haya aglomeraciones y se abra el comercio, y atacando el uso de mascarillas.
En Porto Alegre, uno de sus partidarios, el alcalde Sebasti?o Melo, ha imitado a su jefe: ¡°Contribuya con su familia, su ciudad, su vida, para que podamos salvar la econom¨ªa del municipio de Porto Alegre¡±. Obs¨¦rvese que estamos ante una inversi¨®n total: a lo largo de la historia, las autoridades de las m¨¢s variadas geograf¨ªas y lenguas han pedido sacrificios econ¨®micos para salvar vidas. El bolsonarismo ha invertido esta l¨®gica: exige el sacrificio de la vida ¡ªla de los dem¨¢s, claro¡ª para salvar la econom¨ªa. Y as¨ª, el Brasil de Bolsonaro y del sacrificio de la vida supuestamente en nombre de la econom¨ªa tuvo en 2020 el peor PIB de los ¨²ltimos 24 a?os. Mientras algunos pa¨ªses que han hecho confinamiento ya empiezan a recuperarse tambi¨¦n econ¨®micamente, Brasil descarrila.
Ante la abundancia de pruebas sobre la pol¨ªtica de propagaci¨®n del virus, hay que mirar con atenci¨®n a los que siguen apoyando a Bolsonaro, en p¨²blico o entre bastidores. Las razones para la mala fe son varias, dependiendo del individuo y del grupo. Una parte de esa entidad que llaman ¡°mercado¡± sigue creyendo que Bolsonaro podr¨¢ seguir haciendo las ¡°reformas¡± neoliberales que desea que se hagan. Una parte de lo que llaman ¡°agroindustria¡± apuesta por la destrucci¨®n de la Amazonia para aumentar el stock de tierras para especular y ampliar la frontera agropecuaria. Lo mismo vale para la extracci¨®n minera.
Aunque algunos ya se han echado atr¨¢s por el creciente impacto de la deforestaci¨®n en el rechazo de los productos brasile?os en Europa, otros est¨¢n esperando a que Bolsonaro avance con m¨¢s fechor¨ªas antes de retirarle su apoyo, se d¨¦ este a luz del d¨ªa o en las sombras. Solo entonces se indignar¨¢n al descubrir de repente la intenci¨®n de Bolsonaro de debilitar la legislaci¨®n medioambiental y permitir la explotaci¨®n predatoria de las tierras ind¨ªgenas. En alg¨²n momento, estas c¨¢ndidas criaturas del mercado le retirar¨¢n su apoyo disgustadas, en entrevistas ponderadas y salpicadas de jerga econ¨®mica en la prensa liberal. Despu¨¦s de todo, ?c¨®mo podr¨ªan estos inocentes imaginar que Bolsonaro no era un estadista, precisamente Bolsonaro, un hombre tan elegante y comedido? Algunos todav¨ªa tienen algo que ganar con Bolsonaro y el ministro de Econom¨ªa Paulo Guedes y no importa cu¨¢ntos mueran, mientras los entierros no sean de su familia o de su selecto club de amigos.
Lo mismo ocurre con algunos l¨ªderes del pentecostalismo y del neopentecostalismo evang¨¦lico, que tambi¨¦n creen que tienen bastante que ganar, aunque parte de su base de fieles muera de covid-19. La creciente desesperaci¨®n les traer¨¢ otros clientes para compensar su mala fe. Como es evidente, los pastores de mercado prefieren mantener su poder ahora y en las pr¨®ximas elecciones. Con el sistema hospitalario mostrando signos de colapso, el gobernador de S?o Paulo, Jo?o Doria, clasific¨® los cultos religiosos como ¡°actividades esenciales¡±. Para complacer a los pastores, que se hab¨ªan quejado p¨²blicamente de su actuaci¨®n, permiti¨® las aglomeraciones en beneficio de la iglesia-empresa.
El fervor por la ciencia que hab¨ªa demostrado Doria, en cuyo nombre se consolid¨® como el principal opositor de Bolsonaro durante el primer a?o de pandemia, ha sido sustituido por el nuevo lema, anunciado el lunes: ¡°esperanza, fe y oraci¨®n¡±. Ante la presi¨®n de los mercaderes de los templos y su amenaza de retirarle el apoyo en la carrera presidencial, la vida se vuelve a vender al mejor postor. Y se sigue con lo que se considera prioritario: las elecciones presidenciales de 2022. Para entonces, todav¨ªa habr¨¢ suficientes votantes vivos.
?Y qu¨¦ decir de los pol¨ªticos, con el Centr?o liderando la procesi¨®n de corruptos de bolsillo y de alma, aunque no son ni de lejos los ¨²nicos? Todas las violaciones de Bolsonaro no son suficientes para que la cola de m¨¢s de 70 peticiones de impeachment ¡ªy sumando¡ª se mueva. Al fin y al cabo, lo que importa es garantizar la impunidad de los propios parlamentarios, algo que s¨ª ser¨ªa una emergencia para aquellos que fueron elegidos para representar a una poblaci¨®n que hoy muere de covid-19.
Aunque se conozcan los hechos, es necesario enumerarlos para entender la realidad: hay un presidente que est¨¢ ejecutando una pol¨ªtica de muerte. No es histrionismo, no es una forma de expresarse, no es una hip¨¦rbole. Es la realidad y muchos m¨¢s brasile?os morir¨¢n por las acciones de Bolsonaro.
?Nos dejaremos matar?
En 2021, la coyuntura de Brasil para enfrentar la pol¨ªtica de muerte de Bolsonaro es mucho peor que en 2020. Y esto ya se refleja en el n¨²mero de v¨ªctimas. Ante esta situaci¨®n, ?los brasile?os se dejar¨¢n matar? Porque esa es b¨¢sicamente la cuesti¨®n. El mi¨¦rcoles el pa¨ªs alcanz¨® la cifra m¨¢s alta de muertes en un d¨ªa desde que comenz¨® la pandemia: 1.910 personas, 1.910 padres, madres, hijas, hijos, hermanos, hermanas, abuelos, abuelas perdidos, 1.910 familias destrozadas. Y esto en un pa¨ªs con sanidad p¨²blica, centros de investigaci¨®n respetables y una envidiable capacidad de vacunaci¨®n masiva.
El Congreso, que durante el primer a?o de la pandemia fue importante para crear una ayuda de emergencia de 110 d¨®lares mensuales y anular los vetos m¨¢s monstruosos de Bolsonaro, como el de negar el agua potable a los ind¨ªgenas, con el actual presidente de la C¨¢mara de los Diputados, Arthur Lira, no har¨¢ nada para detener ni las fechor¨ªas ni al propio Bolsonaro. Al contrario. El Poder Judicial, especialmente el Supremo Tribunal Federal, ha conseguido detener varios horrores desde el comienzo de la crisis sanitaria, pero est¨¢ lejos de ser suficiente para evitar la monstruosidad a la que se enfrenta Brasil. Por no hablar de que existe una gran disputa ideol¨®gica en el seno del Poder Judicial.
El tal mercado acabar¨¢ retirando su apoyo en alg¨²n momento, si Bolsonaro hace que los sectores m¨¢s poderosos del empresariado pierdan m¨¢s dinero del que ganan, lo que ya est¨¢ ocurriendo en varias ¨¢reas. Pero no podemos contar con las ¨¦lites econ¨®micas, a quienes alguna vez pertenecieron algunos exponentes preocupados genuinamente por el pa¨ªs, pero hoy claramente les importa un bledo la poblaci¨®n. Las ¨¦lites intelectuales han demostrado que no est¨¢n dispuestas a hacer algo m¨¢s que protestar en su burbuja, como hace cualquiera en las redes sociales. Claro que hay excepciones en todos los ¨¢mbitos, pero la profunda crisis de Brasil muestra que las ¨¦lites brasile?as son a¨²n peores de lo que se supon¨ªa.
Las periferias que reclaman su leg¨ªtimo lugar de centro gritan: ¡°nosotros mismos cuidamos de nosotros¡±. Y es cierto. La pregunta es: cuando el ¡°nosotros¡± se ampl¨ªa, ?qui¨¦nes son ¡°nosotros¡±?
La complejidad del ¡°nosotros¡± es que Bolsonaro fue elegido por la mayor¨ªa de los que acudieron a las urnas. Bolsonaro dijo exactamente qu¨¦ har¨ªa. Y quienes le votaron sab¨ªan exactamente qui¨¦n era. Y gan¨®, lo que dice mucho de ese ¡°nosotros¡±. A pesar de ejecutar una pol¨ªtica de muerte y convertir a Brasil en un paria del mundo, los sondeos muestran que Bolsonaro sigue teniendo una aprobaci¨®n significativa. Si las elecciones se celebraran hoy, tendr¨ªa posibilidades reales de salir reelegido. Eso tambi¨¦n dice del ¡°nosotros¡±.
Quiz¨¢s quien mejor ha expresado el drama del ¡°nosotros¡± es el gobernador de Bah¨ªa, Rui Costa. Cuando la emisora Globo lo entrevist¨® en directo, llor¨®. Porque el ¡°nosotros¡± es dif¨ªcil entender. Y, ante el ¡°nosotros¡±, la impotencia aumenta. ¡°Es duro recibir mensajes de gente que pregunta: ¡®?Qu¨¦ pasa con mi negocio? ?Qu¨¦ pasa con mi tienda?¡¯. ?Qu¨¦ es m¨¢s importante: 48 horas de funcionamiento de una tienda o vidas humanas?¡±, se desahog¨® Costa. ¡°No me gustar¨ªa tener que tomar este tipo de decisi¨®n. Me gustar¨ªa que todos llevaran mascarilla. Incluso los que se consideran superhombres, los que se consideran j¨®venes. Si no es por ellos, al menos por su madre, su padre, su abuela, su pariente, su vecino. Estas personas, ellas solas, han decretado el fin de la pandemia¡±.
¡°Estas personas¡± a las que se refiere el gobernador es el ¡°nosotros¡±. Es el ¡°nosotros¡± que abarrot¨® las playas, es el ¡°nosotros¡± que celebr¨® Carnaval, es el ¡°nosotros¡± que hace fiestas, obligando a los polic¨ªas a arriesgar su vida para impedir que contin¨²en, es el ¡°nosotros¡± que decidi¨® reunir a la familia en Navidad y a los amigos en Nochevieja, porque, al fin y al cabo, ¡°ya nadie aguanta m¨¢s¡±. Es el ¡°nosotros¡± que llena las iglesias porque su fe, que necesita esas cuatro paredes para existir, es m¨¢s importante que la vida de su hermano. Es el ¡°nosotros¡± que se cree m¨¢s listo porque sigue emborrach¨¢ndose en los bares con sus colegas. Es el ¡°nosotros¡± que va a todas partes sin mascarilla. Y tambi¨¦n es el ¡°nosotros¡± que ya ha anunciado que vacunarse es de tontos.
El ¡°nosotros¡± es una mara?a
A estas alturas, alguien podr¨ªa decir que ese ¡°nosotros¡± no es ¡°nosotros¡±, sino ¡°ellos¡±, el otro lado. Me atrevo a decir que, si la realidad fuera tan simple como ¡°nosotros¡± y ¡°ellos¡±, Bolsonaro ya habr¨ªa sido sometido a un juicio pol¨ªtico y ser¨ªa investigado por la Corte Penal Internacional por cr¨ªmenes de lesa humanidad. El ¡°nosotros¡± es una mara?a. Y tenemos que desenmara?arlo para enfrentar la pol¨ªtica de muerte de Bolsonaro.
Lo m¨¢s perverso de la ejecuci¨®n del proyecto de Bolsonaro es precisamente que revela el bolsonarismo incluso de quienes odian a Bolsonaro. Esta es la parte m¨¢s demon¨ªaca del experimento del que todos somos cobayas. S¨ª, la orientaci¨®n del presidente es matar y morir: no lleves mascarilla, aglom¨¦rate, abre tu negocio, ve a trabajar, manda a los ni?os a la escuela, toma medicamentos sin eficacia, si te vacunas puedes convertirte en caim¨¢n. Ante el conjunto de orientaciones para propagar el virus, lo que queda es que cada uno tome decisiones individuales que ¡ªse espera¡ª contemplen primero el bienestar del otro, m¨¢s desprotegido, y el bienestar colectivo, el del conjunto de la comunidad.
Cuando el lunes el gobernador Rui Costa llor¨® en directo en televisi¨®n, ante millones de espectadores, fue por su incomprensi¨®n e impotencia ante la gente que le ataca por tener que cerrar su negocio durante 48 horas para que se puedan salvar vidas. Dos d¨ªas. Dos. En el Reino Unido, las tiendas, los gimnasios, las peluquer¨ªas, los cines, los bares y restaurantes, etc., est¨¢n cerrados desde noviembre y no se permite ver a otra persona que no viva en la misma casa, ni siquiera en el parque. Los brit¨¢nicos, como buena parte de los europeos, pasaron la Navidad, la Nochevieja y los d¨ªas festivos siguiendo esta normativa. Utilizo el ejemplo del Reino Unido porque Boris Johnson, el primer ministro, no es un ¡°izquierd¨®pata¡±, sino uno de los exponentes de la cosecha mundial de populistas de derecha. Y, aun as¨ª, toma estas medidas. Los brit¨¢nicos pueden quejarse, pero en su casa, porque esas son las reglas y quienes determinan las reglas en una pandemia son las autoridades sanitarias. Y punto.
Bolsonaro tambi¨¦n determina las reglas sanitarias en la pandemia. Pero, como se ha demostrado ampliamente, eligi¨® propagar el virus. Por lo que cada uno, para salvar su vida y no poner en riesgo la de los dem¨¢s, debe establecer sus propias normas sanitarias. Y en esta vuelta de tuerca es donde el ¡°nosotros¡± se complica. El ¡°nosotros¡± debe responder algunas preguntas muy dif¨ªciles. Todos lo necesitamos. Lo que el d¨ªa a d¨ªa est¨¢ demostrando es que eventualmente, y a veces incluso a menudo, ¡°nosotros¡± somos tambi¨¦n ¡°ellos¡±.
Manejamos muy mal los l¨ªmites. Cuando no se pierde nada o cuando se pierde poco, es f¨¢cil tener l¨ªmites. Pero cuando hay que perder algo que realmente cuesta, entonces la cosa se complica. No es solo el coste econ¨®mico, sino el coste de un proyecto, el coste de un plan, el coste de un sue?o, el coste de soportar la angustia entre cuatro paredes, el coste de la soledad, el coste de no ponerse al inicio de la cola aunque las reglas lo permitan pero la ¨¦tica, no. Si cada uno mira en su interior con honestidad, y no necesita dec¨ªrselo a nadie, sabe muy bien qu¨¦ le cuesta realmente y prefiere no dejar de hacerlo.
La justificaci¨®n del ¡°nosotros¡± para incumplir las normas de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud es siempre leg¨ªtima porque se supone que es en nombre de un bien mayor. Nuestro cerebro encuentra las m¨¢s altas justificaciones para rechazar los l¨ªmites que nos obligan a perder mucho. Y, cuando somos confrontados, pensamos que el otro es quien no entiende la coyuntura o quien est¨¢ en una posici¨®n m¨¢s protegida para tomar decisiones. El ¡°nosotros¡±, cuando puede, rara vez se pregunta si debe. El ¡°nosotros¡± siempre tiene mejores justificaciones que el ¡°ellos¡± para hacer lo que quiere y lo que cree que es importante. Y que a menudo es muy, muy importante.
Pero, cuidado, estamos en una pandemia que ya ha matado a 260.000 personas en Brasil y a m¨¢s de 2,5 millones en todo el mundo. El aumento de los contagios significa no solo muertes, sino nuevas mutaciones del virus que pueden ser inmunes a las vacunas existentes y comprometer las medidas mundiales para hacer frente a la covid-19, poniendo a toda la humanidad en riesgo.
Cuando se toma una decisi¨®n en una pandemia, nunca se trata solo de la propia vida. Solo quienes quieren sembrar la muerte, como Bolsonaro, dicen que cada uno tiene derecho a hacer lo que quiera porque se trata solo de s¨ª mismo. Cuando el presidente declara que no se vacunar¨¢ porque esa decisi¨®n supuestamente solo le concierne a ¨¦l, Bolsonaro hace ese anuncio exactamente porque est¨¢ seguro de lo contrario. Sabe que esta afirmaci¨®n va mucho m¨¢s all¨¢ de su propia vida. Cualquier decisi¨®n en una pandemia tendr¨¢ un impacto m¨¢s all¨¢ de la vida de cualquier persona. Si es un presidente, la m¨¢xima autoridad p¨²blica, se convierte en una directriz para la poblaci¨®n.
Es muy dif¨ªcil luchar contra el Gobierno federal, que tiene la maquinaria del Estado y la capacidad de amplificar sus orientaciones a toda la poblaci¨®n. Es inmensamente m¨¢s dif¨ªcil luchar contra un presidente de la Rep¨²blica en medio de una crisis sanitaria. En lugar de seguir las normas federales que protegen a todos los brasile?os y especialmente a los m¨¢s vulnerables, normas determinadas por el Estado, hemos sido obligados a tener que tomar nuestras propias decisiones en materia de salud y, a la vez, hemos sido atropellados por las de los dem¨¢s.
Hay quienes no se preocupan, por supuesto. Pero hay muchos que quieren tomar las mejores decisiones y realmente creen que lo hacen, pero no son especialistas en salud p¨²blica, no tienen la formaci¨®n adecuada para serlo, no tienen la obligaci¨®n de serlo. Bolsonaro tambi¨¦n ha sometido a los brasile?os a este experimento, que est¨¢ dejando marcas en cada uno y est¨¢ corroyendo a¨²n m¨¢s relaciones que ya eran dif¨ªciles. Est¨¢ corroyendo una sociedad que ya est¨¢ bastante dividida, cuyos lazos est¨¢n cada vez m¨¢s deshilachados.
Al desplazar la responsabilidad al individuo, Bolsonaro nos hace perversamente c¨®mplices de su proyecto de muerte. Cuando invoca el derecho individual a no llevar mascarilla y a no vacunarse, est¨¢ diciendo maliciosamente tambi¨¦n lo siguiente: si cada uno decide y hace lo que quiere y t¨² te quejas de m¨ª, ?por qu¨¦ no decides protegerte a ti y proteger a los dem¨¢s? As¨ª de simple, podr¨ªa decir. Es diab¨®lico, porque hace que parezca trivial, como si fuera posible, en una pandemia, que las decisiones sanitarias dependan de las elecciones individuales.
?Y si decidimos luchar contra quienes nos matan?
La historia nos cuenta que, en la dictadura c¨ªvico-militar (1964-1985), solo una minor¨ªa se levant¨® contra el r¨¦gimen de excepci¨®n. La mayor¨ªa de los brasile?os prefirieron fingir que no escuchaban los gritos de los torturados, cientos de ellos hasta la muerte, o de los m¨¢s de 8.000 ind¨ªgenas asesinados junto con la selva amaz¨®nica. Aun as¨ª, todo indica que fue una reacci¨®n m¨¢s fuerte y expresiva que la que presenciamos y protagonizamos como sociedad ahora, ante un proyecto de exterminio.
El proceso de redemocratizaci¨®n, con todos sus defectos, el mayor de los cuales es la impunidad de los asesinos del Estado, fue capaz de crear la avanzada Constituci¨®n de 1988. Es la llamada ¡°constituci¨®n ciudadana¡±, que sigue sosteniendo lo que queda de democracia hoy, a pesar de todos los ataques del bolsonarismo. ?Qu¨¦ ser¨¢ capaz de crear esta sociedad d¨¦bil, corrompida, individualista y poco dispuesta a mirarse en el espejo, si no es capaz de levantarse contra muertes que ser¨ªan evitables?
Si lo damos todo por perdido, si nos damos por perdidos, si lo damos por imposible, si nos damos por vencidos, entonces ya no hay nada que hacer. Solo completar el camino al matadero. Obedientes a la pol¨ªtica de muerte de Bolsonaro, porque gritar en las redes y en WhatsApp no es desobedecer absolutamente nada. Es poco m¨¢s que disipar energ¨ªa autoenga?¨¢ndose con que es acci¨®n. Para ser nosotros, independientemente de cu¨¢ntos nosotros haya dentro de ese nosotros, necesitamos unirnos en un objetivo com¨²n: interrumpir la pol¨ªtica de muerte de Bolsonaro.
En 2020, escrib¨ª en este mismo espacio: ?c¨®mo un pueblo acostumbrado a morir (o acostumbrado a normalizar la muerte de otros) puede detener su propio genocidio? Esa pregunta, hoy, 260.000 muertos despu¨¦s, es mucho m¨¢s crucial que antes. Nuestra ¨²nica oportunidad es hacer lo que no sabemos, ser mejores de lo que somos, y obligar al Congreso a cumplir la Constituci¨®n y aplicar el impeachment. Y presionar a los organismos internacionales para que Bolsonaro responda por sus cr¨ªmenes.
Cada d¨ªa cada uno tiene que sumarse a todos los dem¨¢s para realizar este proyecto com¨²n. Y, tal vez, a¨²n podamos descubrir que somos capaces de convertirnos en ¡°nosotros¡±, lo que significa ser capaces de hacer comunidad. La primera pregunta de la ma?ana debe ser: ?qu¨¦ haremos hoy para evitar que Bolsonaro nos siga matando? Y la ¨²ltima pregunta de la noche debe ser: ?qu¨¦ hemos hecho hoy para evitar que Bolsonaro nos siga matando?
?Qu¨¦ m¨¢s tiene que pasar, verse y probarse para entender que estamos sometidos a un proyecto de exterminio? Primero vimos a gente morir en agon¨ªa por falta de ox¨ªgeno en los hospitales. Luego vimos escenas de personas intubadas a quienes, debido a la escasez de sedativos, ataban a las camillas para que no se lo arrancaran todo por el dolor y la desesperaci¨®n. ?Qu¨¦ m¨¢s falta? ?Cu¨¢l es el siguiente horror? ?Qu¨¦ imagen necesitamos para entender lo que est¨¢ haciendo Bolsonaro? Tenemos que entender por qu¨¦ nos dejamos matar, subvirtiendo el instinto primario de defensa de la vida que posee hasta el organismo m¨¢s simple. Pero tenemos que entenderlo mientras actuamos, porque no hay tiempo. La alternativa es seguir viendo c¨®mo Bolsonaro ejecuta su pol¨ªtica de muerte hasta que ya no podamos verlo, porque tambi¨¦n estaremos muertos.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de ¡®Brasil, construtor de ru¨ªnas: um olhar sobre o pa¨ªs, de Lula a Bolsonaro¡¯. Web: elianebrum.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter, Instagram y Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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