El s¨ªndrome de Ca¨ªn y Abel
La competencia en las elecciones madrile?as se manifestar¨¢ en ver qui¨¦n es el m¨¢s duro y agresivo con el oponente, quien polariza m¨¢s, qui¨¦n es el m¨¢s dotado en el arte de la guerra
Damos por hecho que la gran batalla que se va a librar en Madrid es la que enfrentar¨¢ a Ayuso y a Iglesias, o a Ayuso y Gabilondo, a quien se nos presentar¨¢ como un S¨¢nchez encubierto. Habr¨¢ otra, sin embargo, menos conspicua pero tambi¨¦n interesante; la guerra entre hermanos: M¨¢s Madrid contra Podemos y Ciudadanos contra su fraternal PP, y viceversa. A mi juicio, esta es la que tiene m¨¢s morbo. No en vano, el gran inter¨¦s de Ayuso por convocar elecciones tiene una de sus principales justificaciones en hacer una OPA en toda regla contra esa formaci¨®n y, en grado no menor, contra Vox. Quiere ser la l¨ªder de toda la derecha y demostrar a Casado que ella puede conseguir lo que este se ha mostrado hasta ahora incapaz de lograr.
Algo parecido ocurre con Iglesias. Si ha abandonado su inquieta placidez de la vicepresidencia es, creo, para resta?ar las heridas de su anterior gesti¨®n de Podemos y demostrar al PSOE que con ¨¦l es posible alcanzar una hasta ahora siempre improbable victoria de la izquierda en Madrid. Si el resultado es el deseado, ?por qu¨¦ no proponerse como presidente de la Comunidad? Para ello hace falta, empero, que barra literalmente en su sector, que aplaste a M¨¢s Madrid y los resultados lo coloquen cercano a Gabilondo. El escenario que se dibuja en las elecciones de Madrid puede ser, por tanto, de lo m¨¢s emocionante: fiero choque entre los polos y, ya de forma m¨¢s sutil y velada, guerra fratricida. En Ciudadanos nos encontramos adem¨¢s con que habr¨¢ de disputar la campa?a con su propia guerra civil interna, entre aquellos que abandonan el barco que se hunde y quienes porf¨ªan por mantenerlo a flote. Todos contra todos. Incluso, como en este ¨²ltimo caso, contra s¨ª mismos.
El siempre acertado Michael Ignatieff subsume este tipo de guerras fratricidas bajo lo que denomina el s¨ªndrome de Ca¨ªn y Abel, el ¡°hecho ir¨®nico de que la intolerancia entre hermanos es a menudo m¨¢s fuerte que la que se da entre extra?os¡±. Entre otras cosas porque se conocen mejor, son verdaderos ¡°enemigos fraternales¡±. Es una variante, como ¨¦l mismo reconoce, del ¡°narcisismo de la peque?a diferencia¡± del que hablaba Freud para explicar c¨®mo siempre son m¨¢s virulentos los conflictos entre quienes se ven m¨¢s pr¨®ximos, como serbios y croatas, cat¨®licos y protestantes en Irlanda del Norte, o ¡ª?por qu¨¦ no?¡ª catalanes independentistas y espa?oles.
Lo peculiar, y por eso es tan fascinante, es que nuestros protagonistas ahora no lo podr¨¢n hacer expl¨ªcito. El enemigo de cada cual tienen que presentarlo siempre en el otro bando. Por eso mismo, y este es mi temor, la competencia entre ellos se manifestar¨¢ en ver qui¨¦n es el m¨¢s duro y agresivo con el oponente, qui¨¦n polariza m¨¢s, qui¨¦n es el m¨¢s dotado en el arte de la guerra. No hay nada extra?o, pues, en que Iglesias haya optado por hacerse presente, o que Ayuso deseara convocar las elecciones. Pero no han contado con que algunos quiz¨¢ estemos ya demasiado hartos de guerreros y prefiramos a los gestores tranquilos. El problema es si seremos capaces de o¨ªr su voz en medio del belicoso estruendo o si estamos dispuestos a aceptar que la argumentaci¨®n es el arma m¨¢s noble y eficaz. Veremos.
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