?Qui¨¦n teme a la Biolog¨ªa Sint¨¦tica?
Ante ideas disruptivas, oscilamos entre el entusiasmo y el rechazo y parecer¨ªa preferible que la toma de decisiones tuviera al menos en cuenta los an¨¢lisis que provienen de la ciencia
La Biolog¨ªa ha experimentado un crecimiento extraordinario en los ¨²ltimos decenios desde los ¨¢mbitos m¨¢s ¨ªntimos hasta los m¨¢s generales. Vamos conociendo el funcionamiento de los organismos vivos en sus detalles moleculares y at¨®micos y desarrollamos m¨¦todos para entender la din¨¢mica de las poblaciones y sus interacciones a nivel m¨¢s amplio. Queremos entender c¨®mo la vida ha ido evolucionando a nivel planetario si no m¨¢s all¨¢ del sistema solar, pero tambi¨¦n los detalles m¨¢s precisos que dan lugar al desencadenamiento de las enfermedades. Gracias a ello entendemos cada d¨ªa mejor el entorno en el que habitamos y tratamos de aplicar lo que sabemos para resolver aquellos problemas que nos afectan como seres vivos. El ejemplo m¨¢s reciente es el de los tratamientos y las vacunas que dise?amos para que la pesadilla producida por la covid-19 se aleje. Para ello utilizamos, l¨®gicamente, el mejor conocimiento posible. Las vacunas que se han comenzado a aplicar a la poblaci¨®n son el mejor ejemplo de lo que denominamos Biolog¨ªa sint¨¦tica: agentes con actividad biol¨®gica dise?ados y producidos en el laboratorio para que realicen la funci¨®n que deseamos en la forma lo m¨¢s efectiva posible.
Lo que no puedo crear no lo entiendo, es el t¨ªtulo de un libro del f¨ªsico Richard Feynman y la Biolog¨ªa moderna ha ido siguiendo esta propuesta. Con el desarrollo de la gen¨®mica y las t¨¦cnicas de lo que se ha llamado la ingenier¨ªa gen¨¦tica se ha ido demostrando que era posible, por ejemplo, que organismos sencillos funcionaran con genomas sintetizados en el laboratorio. Existen esfuerzos internacionales para sintetizar los cromosomas de la levadura dise?ando su estructura y, si es posible, para mejorarla. Estos y muchos otros trabajos han llevado a algunos investigadores a afirmar que la Biolog¨ªa sint¨¦tica es la llave para la soluci¨®n de problemas m¨¦dicos, de medio ambiente, para la producci¨®n de combustibles o de alimentos. Se habla incluso de desarrollar una ecolog¨ªa sint¨¦tica para remodelar el planeta en su conjunto. Como suele ocurrir con las disciplinas emergentes, el entusiasmo lleva a hacer propuestas que pueden tardar en cumplirse. Se generan reacciones de quienes ven ante todo los peligros que pueden desencadenar las nuevas tecnolog¨ªas, sobre todo si se trata de modificar organismos vivos. Aparecen informes y declaraciones que apelan a la precauci¨®n.
Sin embargo con las vacunas contra el virus Sars-Cov2 parece que las llamadas a la precauci¨®n se hayan desvanecido. Las vacunas de Biointech-Pfizer y de Moderna son ARN mensajeros modificados en el laboratorio para incrementar la eficiencia en la producci¨®n de la prote¨ªna del virus que desencadena la inmunizaci¨®n. En los casos de la Universidad de Oxford-AstraZeneca, del Instituto Gamaleya o de Janssen son virus humanos o de chimpanc¨¦ modificados para que no se reproduzcan, pero dirijan la producci¨®n de la prote¨ªna viral. Son ejemplos claros de Biolog¨ªa sint¨¦tica que estamos administrando a millones de ciudadanos, ya que han demostrado su falta de efectos adversos y su eficacia. Pero tenemos otros ejemplos en los que la reacci¨®n es contraria. En los a?os noventa se declar¨® una enfermedad viral en las papayas de Haw¨¢i que diezm¨® la producci¨®n de esta fruta. Un profesor de la Universidad de Cornell modific¨® la papaya de forma que se interfer¨ªa con el virus y desde 1998 vuelve a haber papayas cultivadas en Haw¨¢i algo que en Europa ahora por ahora ser¨ªa imposible por la oposici¨®n existente a las modificaciones gen¨¦ticas. Una reciente tribuna en el diario franc¨¦s Le Monde se sorprend¨ªa de que lo que es v¨¢lido para usar en humanos parece que sea peligroso para una papaya o una remolacha.
La investigaci¨®n cient¨ªfica la emprendemos por nuestra necesidad de comprender el mundo en el que vivimos y para que ayude a resolver problemas cuando estos se presentan. Para intentar sacar el mejor partido de todo ello, extrayendo beneficios y minimizando riesgos nos hemos dotado de reglas en cuya definici¨®n Europa ha estado especialmente activa. Implican la forma como realizamos experimentos, como permitimos que un organismo modificado gen¨¦ticamente se use de forma confinada o llegue al medio ambiente o c¨®mo autorizamos un medicamento. Algunas han sido aprobadas hace m¨¢s de 20 a?os, como una discutida directiva de 1998 que regula las patentes biotecnol¨®gicas, y a menudo no est¨¢n adaptadas a las circunstancias actuales. En los ¨²ltimos decenios hemos acumulado una enorme riqueza de informaci¨®n y de metodolog¨ªas de estudio y de intervenci¨®n en los organismos vivos. Ante ideas disruptivas, oscilamos entre el entusiasmo y el rechazo y parecer¨ªa preferible que la toma de decisiones tuviera al menos en cuenta los an¨¢lisis que provienen de la ciencia. Cuando el problema es grave como el que plantea la actual pandemia l¨®gicamente utilizamos la mejor soluci¨®n que se nos ofrece aunque provenga de una Biolog¨ªa sint¨¦tica radical. De todas las crisis hay lecciones que tenemos que aprender.
Pere Puigdom¨¨nech es profesor de Investigaci¨®n del CSIC.
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