Vacunaci¨®n sin paternalismos
En lugar de informar de la dureza de los dilemas y comprometernos con una soluci¨®n asumiendo los costes, subrayando que son menores a los beneficios, optamos por meterlos bajo una manta
Es dif¨ªcil identificar una pol¨ªtica p¨²blica m¨¢s importante para el mundo entero que el avance de la vacunaci¨®n. Salva vidas y con ello tambi¨¦n la econom¨ªa: ya hemos comprobado que independientemente de las medidas de control la gente no se siente segura para retomar sus rutinas mientras se mantiene la amenaza del contagio. Pero creo que no estamos resolviendo bien los dos dilemas centrales que plantea su implementaci¨®n.
En la disyuntiva entre eficiencia y equidad, estamos produciendo esquemas de vacunaci¨®n que en el plano internacional siguen canales profundamente desiguales. Aquellos pa¨ªses m¨¢s h¨¢biles (Chile, Israel) y con mejor acceso a la negociaci¨®n previa (EE UU, Reino Unido) est¨¢n ya con personas de mediana edad. Mientras, en Espa?a ni siquiera se ha llegado a tres cuartos de los mayores de 80. Tambi¨¦n sucede dentro de los pa¨ªses, particularmente en aquellos m¨¢s desiguales: se plantearon planes detallados que marcaban un orden considerado como equitativo, pero el peso de la realidad ha terminado por dar prioridad de facto a quienes tienen mejor acceso a la salud. Esto, sin embargo, se ha seguido envolviendo en una ret¨®rica almibarada cada vez menos correspondiente a la realidad.
Al mismo tiempo, el dilema entre confianza en las vacunas y transparencia en torno a efectos inesperados se ha resuelto mal. Cuando se detect¨® un nivel anormalmente alto (pero igualmente infrecuente) de un tipo espec¨ªfico de trombo en personas con la vacuna de AstraZeneca, los titulares bailaron entre el alarmismo infundado y el desprecio simplista. El foco, en realidad, deber¨ªa estar en lo bien que funcion¨® tanto el sistema de vigilancia como en el hecho de que necesitamos millones de dosis administradas para detectar, caracterizar e incluso sugerir tratamiento para este tipo de efecto, cuyo v¨ªnculo con la vacuna no est¨¢ a¨²n confirmado.
En ambos casos, muchas voces p¨²blicas optaron por el paternalismo antes que por la transparencia. En lugar de informar a la poblaci¨®n de la dureza de los dilemas que enfrentamos y comprometernos con una soluci¨®n asumiendo los costes, subrayando que son menores a los beneficios, optamos por meterlos bajo una manta. Pero las personas enfrentan incertidumbres similares (y las resuelven) en su d¨ªa a d¨ªa. Ignorarlas en la vacunaci¨®n no fortalece, sino que debilita, el proceso crucial para que recuperemos algo parecido a la normalidad. @jorgegalindo
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