Receta fallida e indolencia
Es inadmisible querer negar que la situaci¨®n humanitaria en la frontera entre Colombia y Venezuela sea el regreso de la guerra
Siguen mirando hacia atr¨¢s. Diciendo que todo es culpa del proceso de paz con las FARC, ni el hecho de que las disidencias se hayan duplicado en los ¨²ltimos tres a?os les permite aceptar su fracaso. Creen que con la narrativa de todo es culpa de los otros, se salvar¨¢n del balance que les har¨¢ la historia. Este Gobierno y su fallida receta contra la violencia que nos vuelve a carcomer est¨¢ fuera de control.
Presenciamos un Ejecutivo perdido y otros entes de control, ap¨¦ndices del Gobierno, demasiado ocupados en sacar del ruedo electoral, v¨ªa judicial, a candidatos presidenciales como ocurriera con Sergio Fajardo con una imputaci¨®n de cargos por no prever que el d¨®lar fluctuar¨ªa y generar¨ªa un detrimento en su departamento cuando fue gobernador. Quienes pensamos que a Francisco Barbosa no se le entrar¨ªa el virus de la megaloman¨ªa que habita en la Fiscal¨ªa general de la naci¨®n, como a sus antecesores, parece que nos equivocamos.
Aunque muchos ministerios se ocupan de sus labores, lo cierto es que los llamados a garantizar la vida y generar empleo, est¨¢n demasiado ocupados haciendo montajes tipo Estado Corleone a sus contradictores dentro y fuera de las fronteras, perdiendo una oportunidad de oro para reconciliar a los electores con liderazgos distintos y sembrando mayor escepticismo y desaz¨®n.
Colombia ha vivido una de las semanas m¨¢s violentas de los ¨²ltimos a?os. Inadmisible querer negar que la situaci¨®n humanitaria en la frontera entre Colombia y Venezuela por cuenta de los desplazamientos del lado venezolano, las masacres, desplazamientos y confinamientos, sean el regreso de la guerra. Preocupa que, para el jefe de las fuerzas militares colombianas, todo se reduce, en su opini¨®n, a un problema de percepci¨®n y los actos terroristas, una respuesta al desespero.
No, no est¨¢n controlados, ni desesperados, est¨¢n en plena disputa por el control territorial, por la droga, por la miner¨ªa ilegal y el negocio de la trata de personas. Y el ELN est¨¢ actuando como grupo criminal porque controla vastas zonas del pa¨ªs y les sirve de bisagra para actuar a los grupos de narcotr¨¢fico, a las disidencias de las FARC, al Clan del Golfo. Hay una verdadera guerra civil en los municipios del sur del Cauca. Y eso es un hecho objetivo y no una percepci¨®n, general.
?Desesperados quienes son capaces de hacer estallar un veh¨ªculo bomba a media cuadra de la fuerza p¨²blica en el Cauca? No creo. ?A pocos minutos de una base militar? Tampoco. Aqu¨ª la guerra regres¨®. Y no es una violencia pol¨ªtica, es una violencia criminal, degradada, que implica una manera muy distinta de enfrentarla. Las disidencias de las FARC pasaron de hacer presencia en 56 municipios en 2018 a 127 para 2021, seg¨²n datos de Ariel ?vila de la Fundaci¨®n Paz y reconciliaci¨®n. Las masacres en Colombia vienen en aumento desde 2018 y de 2019 a 2020 pasamos de 21 a 44 masacres.
El municipio de La Victoria, Estado Apure en Venezuela es ahora un suelo de sangre y desplazamiento. Las Fuerzas Militares venezolanas iniciaron ataques en contra de estructuras de las disidencias de las FARC, asesinando familias inocentes y dejando 4.700 personas desplazadas. El Gobierno anuncia que, en tres meses, para junio, enviar¨¢ 2.000 hombres a la frontera. ?Cu¨¢l ser¨¢ la l¨®gica para esperar tres meses, para cuando el desplazamiento llegue a 10.000 o 20.000, cuando todos est¨¦n contagiados de covid bajo las carpas en que se resguardan del miedo? O para cuando tengamos un conflicto binacional de magnitudes insospechadas en los m¨¢s de dos mil kil¨®metros de frontera que compartimos con Nicol¨¢s Maduro.
A esta situaci¨®n debe ponerle los ojos la comunidad internacional, ACNUR en su papel para el apoyo a los migrantes y refugiados y otras organizaciones, para crear puentes de entendimiento entre las naciones. El negocio para los militares venezolanos y la desidia de nuestro Estado en esos m¨¢s de 2 mil kil¨®metros de frontera que compartimos con Nicol¨¢s Maduro, el un coctel molotov.
La Cruz Roja Internacional puso el foco esta semana en el desplazamiento como el crimen m¨¢s recurrente en Colombia. Van 2.000 en el Cauca, 4.000 en Nari?o a donde ni siquiera se ha logrado llegar con la vacunaci¨®n por el conflicto, y la respuesta es la misma. Una receta que incluye el consabido consejo de seguridad, el ofrecimiento de recompensa p¨ªrrica y el aumento de pie de fuerza, como hicieron ya en el Cauca el a?o pasado con el env¨ªo de 2.500 hombres a quienes les estalla la violencia en sus narices.
?Cu¨¢l es la din¨¢mica de la violencia que estamos reviviendo y que deber¨ªa entender el Gobierno? Es distinta y es distinta porque no est¨¢n las FARC, y siguen actuando como si estuvieran. Estos delincuentes act¨²an de otra manera, all¨ª precisamente donde deb¨ªa el Estado copar los espacios y no lo hace de manera eficiente. En cada territorio la acci¨®n armada es distinta. Los grupos cambian de territorio a territorio. No es igual en el Catatumbo que en el sur de Nari?o. La expansi¨®n de las organizaciones criminales en su aspiraci¨®n por controlar las rentas ilegales va desapareciendo comunidades y l¨ªderes comprometidos con la legalidad, con la sustituci¨®n.
?No lo entiende el Gobierno? No lo quiere entender. Me pregunto si les parece conveniente profundizar la guerra de cara a las pr¨®ximas elecciones. Ser¨ªa mezquino. Pero posible. ?Est¨¢n perdidas las fuerzas militares acostumbradas a una din¨¢mica de Autodefensas Unidas de Colombia contra las FARC? Ser¨ªa grav¨ªsimo haberse quedado en el pasado. No funciona la inteligencia, no hay inter¨¦s alguno en discutir sobre las soluciones al tr¨¢fico de estupefacientes pasando por la regulaci¨®n, no hay una profundizaci¨®n decidida por la apuesta a la sustituci¨®n, no llega la justicia a castigar ning¨²n crimen.
?Cu¨¢ntos muertos despu¨¦s lo van a entender?
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