Un libro
Los lectores escriben sobre los libros, la pol¨ªtica, las mascarillas en las playas y piden un parque p¨²blico de vivienda para alquiler
Siempre que me encontraba por la calle un banco lleno de libros que alguien hab¨ªa dejado all¨ª para que cualquier transe¨²nte pudiera llevarse el que m¨¢s le gustase, pensaba en el buen gesto que la persona hab¨ªa tenido, pero nunca en la historia detr¨¢s de ella: una marcha voluntaria, una huida, un final... Hasta que me toc¨® a m¨ª deshacerme de los m¨ªos. Y no s¨¦ si ser¨¢ el chacach¨¢ del tren, el cansancio de la mudanza o el paisaje, pero he empezado a pensar en mis libros. Y es que ayer, tras dejarlos en el banco de mi calle, sub¨ª corriendo y me asom¨¦ a ver si era verdad que la gente se los llevaba. No solo se los llevaban, hac¨ªan cola. Y pens¨¦ que cuantos m¨¢s libros se llevaban menos p¨¢ginas le quedaban a mi historia, y al mismo tiempo sent¨ª la alegr¨ªa de saber que cuando nos marchamos dejamos una parte de nosotros a los que se quedan; en sus mesitas de noche, en un caj¨®n. Unas l¨ªneas, un cap¨ªtulo, un libro.
Ra¨²l Exp¨®sito. Madrid
Gobiernos d¨¦biles
Pasan los meses y entristece comprobar la creciente desafecci¨®n que siente la ciudadan¨ªa hacia gran parte de los responsables p¨²blicos de cualquier Gobierno, y no digamos hacia tantos dirigentes de partidos pol¨ªticos. Alarma tanta pasividad y ausencia de liderazgo con decisiones convincentes en momentos dif¨ªciles. Todo a remolque de estrategias, del qu¨¦ dir¨¢n y de especulaciones antes o despu¨¦s de elecciones. ?Para cu¨¢ndo gobernar? Sin mayor¨ªas claras, ?nos ha condenado la pluralidad a Gobiernos perpetuamente d¨¦biles? Mientras tanto, l¨ªderes que en sus horizontes no ven ciudadanos, solo sillones y poltronas; que envidian al rival no por sus m¨¦ritos, sino por sus cargos.
?ngel Andr¨¦s Villuendas. Barcelona
En la playa con mascarilla
Me pregunto si las autoridades sanitarias consideran que llevar mascarilla en la playa no perjudica a la piel. Y dentro del agua, ?consideran hacer deporte estar metido en el agua, o solo pueden estar dentro los que naden o buceen? ?D¨®nde dejan la mascarilla para pon¨¦rsela al salir? ?Alguien me lo aclara?
M? ?ngeles L¨¢zaro Magide. Madrid
Se necesitan armas
?Atenci¨®n! Se necesitan armas de destrucci¨®n masiva para frenar el 40% de paro juvenil que se aproxima por el frente. Bombarderos para dinamitar el 1,2% del PIB espa?ol destinado a investigaci¨®n y ascenderlo hasta el 3%, como m¨ªnimo. Y ataques con napalm para crear barreras de fuego a todo aquel que pretenda recortar en sanidad. En esta guerra no pueden, no deber¨ªan, existir colores.
Guillermo G¨¹emes G¨®mez. Sese?a (Toledo)
La vivienda como derecho
La aut¨¦ntica soluci¨®n al problema es construir suficiente vivienda p¨²blica y alquilarla a una renta acorde con los ingresos del inquilino. Se alegar¨¢ que no hay dinero. Pues bien, con el dinero que haya, que algo s¨ª hay, se deber¨ªa empezar a construir pisos para los m¨¢s vulnerables, manifestar que ese es el camino y que en a?os venideros se le dedicar¨¢n partes crecientes de los presupuestos hasta que el precio de la vivienda deje de ser un problema y deje de forzar nuestro decrecimiento demogr¨¢fico. Muchas familias no pueden formarse por la imposibilidad de tener un techo digno.
Santiago F. D¨ªez-Picazo. Madrid
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