Navalni o el sentido de la vida
Con su regreso, el opositor est¨¢ ense?ando a los rusos a no tener miedo y a enfrentarse al poder autoritario de Putin a cara descubierta
Muchos nos hemos preguntado por qu¨¦ el 17 de enero de este a?o el pol¨ªtico opositor ruso Aleks¨¦i Navalni decidi¨® volver de Alemania a Rusia poniendo en riesgo su vida. Navalni estuvo recuper¨¢ndose en Alemania tras haber sido envenenado en su pa¨ªs de origen y, no obstante, regres¨® all¨ª donde le hab¨ªan intentado asesinar como a otros pol¨ªticos, periodistas e intelectuales opuestos al Gobierno. En el aeropuerto de Mosc¨² le detuvieron; la condena tras el juicio result¨® ser a dos a?os y medio de c¨¢rcel, aunque con toda seguridad este tiempo se alargar¨ªa en la colonia penitenciaria donde ya ha empezado a cumplirla. Tras ser sometido a la tortura de la privaci¨®n del sue?o, el 31 de marzo el preso pol¨ªtico se declar¨® en huelga de hambre.
Rusia tiene una larga historia de opositores y rebeldes que en el siglo XIX fueron sentenciados por su actitud a las colonias penitenciarias y, en el siglo XX, al gulag; ambas modalidades son campos de trabajos forzados. En 1825, un fornido grupo de revolucionarios llamados decembristas prepar¨® un golpe de Estado contra el zar en un intento de democratizar una Rusia feudal. El golpe fracas¨® y aquellos que no fueron fusilados fueron enviados a Siberia, donde se los oblig¨® a trabajos duros. Dostoievski escribi¨® con admiraci¨®n sobre los decembristas y sus mujeres, que los acompa?aron al exilio. El escritor experiment¨® Siberia en su propia piel. Como miembro del c¨ªrculo revolucionario Petrashevski, fue sentenciado a muerte; en el ¨²ltimo instante, el zar cambi¨® de idea y envi¨® al joven escritor con sus compa?eros a una colonia penitenciaria en Siberia. Desde entonces Dostoievski, que all¨ª experiment¨® una transformaci¨®n, escribi¨® varias novelas en las que analiza a los revolucionarios (Los demonios) y el castigo que merece cualquier crimen contra la humanidad (Crimen y castigo). Ch¨¦jov, inquieto por la condici¨®n de los m¨¢s miserables, visit¨® una colonia penitenciaria en la isla de Sajalin, a la que dedic¨® un libro.
Despu¨¦s de la revoluci¨®n rusa en 1917, los bolcheviques instauraron los campos de trabajos forzados, m¨¢s tarde conocidos como gulags, donde enviaban a los opositores del r¨¦gimen sovi¨¦tico. Durante las purgas de Stalin, en 1937 y 1948, 18 millones de personas fueron a parar a los gulags siberianos porque de esa manera Stalin consegu¨ªa mano de obra gratis para los trabajos m¨¢s duros como talar ¨¢rboles, construir v¨ªas de ferrocarril o trabajar en las minas. Alexander Solzhenitsin fue uno de los primeros escritores cuyas obras sobre el gulag llegaron a Occidente y causaron que muchos intelectuales de izquierdas, hasta entonces fieles a las doctrinas del comunismo sovi¨¦tico, empezaran a revisar su postura.
Tras la muerte de Stalin, Jruschov hizo abolir oficialmente los gulags, pero hay muchos testimonios seg¨²n los cuales los campos de trabajos forzados continuaron funcionando. Tambi¨¦n durante la presidencia de Putin se ha visto que esos campos siguen en pie: tanto las j¨®venes del grupo de rock Pussy Riot como Mija¨ªl Jodorkovski, llamado ¡°el prisionero de Putin¡± (alusi¨®n al poeta Pushkin, quien fue ¡°el prisionero del zar¡±), en pleno siglo XXI fueron a parar a campos con un r¨¦gimen no muy distinto del gulag.
La lista de los represaliados en Rusia ser¨ªa interminable. El ¨²ltimo en esa pl¨¦yade es Navalni. Si no hubiera vuelto a Rusia, no habr¨ªa podido formar parte de ella y habr¨ªa perdido la credibilidad de sus seguidores. Al regresar a Mosc¨², su detenci¨®n moviliz¨® a centenares de miles de personas que salieron a la calle a protestar en toda Rusia.
Hace unos a?os, entrevist¨¦ a nueve mujeres sobrevivientes del gulag. Todas ellas me contaron que lo m¨¢s importante para la supervivencia es conservar la dignidad humana. Esas mujeres aprendieron a dormir con los ojos abiertos cuando hac¨ªa falta y a aguantar una jornada laboral de 14 horas a 35 grados bajo cero. Pero no pod¨ªan prescindir de dos cosas: la amistad y la cultura. A Navalni, en el ¡°campo de concentraci¨®n¡±, como ¨¦l mismo se refiere a la colonia penitenciaria, le privan de ambas cosas.
El opositor es consciente de que si se hubiera quedado en Occidente, su vida carecer¨ªa de sentido. ?l, cuyo nacionalismo ha ido evolucionando a lo largo de dos d¨¦cadas, para detenerse en posiciones liberales, necesita a Rusia para que proporcione sentido a toda su vida anterior. Si se quedara en Occidente como uno m¨¢s de los muchos exiliados pol¨ªticos, su lucha por una Rusia menos corrupta, coronada con persecuci¨®n y detenciones, hubiera acabado en el silencio. Adem¨¢s, incluso en Occidente habr¨ªa padecido el acoso por parte de los servicios secretos rusos como lo padecen todos los exiliados pol¨ªticos de peso.
Al igual que los decembristas, que la posterioridad ha convertido en h¨¦roes, Navalni sufre unas condiciones dur¨ªsimas. No obstante, posee recursos para devolver la bofetada al Estado. Al declararse en huelga de hambre, sus seguidores han convocado otra vez unas grandes manifestaciones en toda Rusia, esta vez invitando a los manifestantes a participar haciendo p¨²blicas sus se?as de identidad, a pesar del peligro de persecuci¨®n que eso comporta. Navalni est¨¢ ense?ando a los rusos a no tener miedo, a enfrentarse al poder autoritario de Putin a cara descubierta. Y eso solo pod¨ªa hacerlo si regresaba.
Monika Zgustova es escritora.
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