Angela Merkel o el poder sin vanidad
En la era de Putin, Trump, Johnson y Orb¨¢n, la canciller alemana, cuatro veces elegida, ha personificado otra forma de hacer pol¨ªtica. Es el primer mandatario de su pa¨ªs que deja el cargo por decisi¨®n propia
Tranquila, discreta y pragm¨¢tica, Angela Merkel es en la actualidad la dirigente m¨¢s veterana de Occidente. Nada de tuits, ni chismorreos, ni rabietas, ni fotos comprometidas. Esa ha sido la caracter¨ªstica principal de su mandato y el secreto de su permanencia en el poder. Y ser¨¢ el primer canciller alem¨¢n, desde la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Federal en 1949, que va a dejar el cargo por decisi¨®n propia.
Ahora que se avecina el final de sus 16 a?os en el puesto, al que lleg¨® en noviembre de 2005, sentimos que se acab...
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Tranquila, discreta y pragm¨¢tica, Angela Merkel es en la actualidad la dirigente m¨¢s veterana de Occidente. Nada de tuits, ni chismorreos, ni rabietas, ni fotos comprometidas. Esa ha sido la caracter¨ªstica principal de su mandato y el secreto de su permanencia en el poder. Y ser¨¢ el primer canciller alem¨¢n, desde la fundaci¨®n de la Rep¨²blica Federal en 1949, que va a dejar el cargo por decisi¨®n propia.
Ahora que se avecina el final de sus 16 a?os en el puesto, al que lleg¨® en noviembre de 2005, sentimos que se acaba una era de la historia de Alemania. Una era de relativa estabilidad, a pesar de las grandes fracturas causadas por varias convulsiones (externas): la crisis financiera y el colapso de la eurozona en 2008; la anexi¨®n de Crimea y la invasi¨®n de Ucrania por parte de Rusia en 2014; la crisis de los refugiados en 2015; y la actual pandemia de la covid-19. Pero quiz¨¢ estamos viendo tambi¨¦n el final de una forma concreta de gobernar y dirigir.
Desde que comenz¨® este siglo, la actualidad mundial ha estado dominada por tipos duros y bravucones como Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan, Kim Jong-un y Viktor Orb¨¢n. Y con Donald Trump, Silvio Berlusconi y Boris Johnson, los l¨ªmites entre la fama televisiva, las payasadas y la pol¨ªtica se difuminaron cada vez m¨¢s. Angela Merkel ha destacado, y no solo por ser una mujer.
Tiene sus defectos: la indefinici¨®n de su programa pol¨ªtico (tanto nacional como europeo), la falta de brillantez oratoria y su prudencia e incluso vacilaciones propias de una tecn¨®crata. A la hora de tomar decisiones pol¨ªticas, sus cr¨ªticos destacan sus contradicciones internas, especialmente cuando est¨¢ bajo presi¨®n.
Sin embargo, dos de sus decisiones m¨¢s audaces (y, con el tiempo, m¨¢s controvertidas), el desmantelamiento de las centrales nucleares en 2009 y la negativa, en 2015, a cerrar las fronteras a un mill¨®n de refugiados, en su mayor¨ªa procedentes de Oriente Pr¨®ximo, obtuvieron de inmediato ¡ªseg¨²n las encuestas de entonces¡ª el apoyo de la poblaci¨®n.
Un ejemplo de sus vacilaciones es la pol¨ªtica sobre el clima. En 2009, Merkel anunci¨® el programa radical de transici¨®n energ¨¦tica, la iniciativa Energiewende. En su primera reelecci¨®n, con la esperanza de atraer a un sector de los votantes de centro izquierda apasionados por el medio ambiente, Merkel centr¨® su campa?a (aparte del programa econ¨®mico) en la promesa de abolir la energ¨ªa nuclear y abandonar los hidrocarburos en favor de las energ¨ªas renovables, principalmente la e¨®lica y la solar. Gan¨® las elecciones.
No obstante, tuvo que ocurrir el accidente nuclear de Fukushima, el peor desde Chern¨®bil, para que su Gobierno anunciara el compromiso de ir cerrando los 22 reactores nucleares del pa¨ªs en el plazo de 10 a?os, antes de 2022. Aunque entonces parec¨ªa una decisi¨®n l¨®gica ¡ªteniendo en cuenta las preocupaciones por la seguridad at¨®mica, el elevado coste de los reactores y el fuerte sentimiento antinuclear de la poblaci¨®n¡ª, desconcert¨® al pa¨ªs. ?C¨®mo iba a afrontar Alemania el abismo creciente, visible tambi¨¦n en el resto del mundo, entre el inexorable aumento de la demanda de electricidad y la realidad de que los combustibles f¨®siles provocan casi la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero? ?C¨®mo desentra?ar las ventajas y los peligros de un equilibrio indudablemente dif¨ªcil entre una reacci¨®n eficaz ante la emergencia clim¨¢tica y la necesidad de seguridad energ¨¦tica?
Los estudios mostraban que la cat¨¢strofe de Fukushima, con una planificaci¨®n y unas medidas adecuadas, se podr¨ªa haber evitado o al menos mitigado. La tragedia hab¨ªa sido consecuencia de un terremoto submarino masivo, algo no tan sorprendente en Jap¨®n, uno de los lugares con mayor actividad s¨ªsmica de la Tierra, pero que no presentaba ning¨²n riesgo para las centrales nucleares alemanas.
Por supuesto, la decisi¨®n de Merkel de abandonar la energ¨ªa nuclear solo sirvi¨® para que el pa¨ªs aumentara su dependencia del carb¨®n, que no es precisamente energ¨ªa limpia. Si a eso se a?aden los gasoductos Nordstream 1 y 2 desde Rusia, una decisi¨®n heredada de sus predecesores, sus logros hacia una menor dependencia de los combustibles f¨®siles no parecen tan impresionantes.
Adem¨¢s, no hay que olvidar a los grandes grupos de intereses que mantienen en funcionamiento amplios sectores de la econom¨ªa alemana: para empezar, la poderosa industria del autom¨®vil. Merkel les dej¨® hacer durante casi un decenio y no abord¨® el problema de la contaminaci¨®n hasta que estall¨® el esc¨¢ndalo del Dieselgate en Volkswagen (por la manipulaci¨®n de los datos sobre emisiones), en 2015. Y luego est¨¢ el grupo de empresas de energ¨ªas renovables, que han recibido una fortuna en subvenciones del Gobierno y no han dejado de prosperar. Aun as¨ª, ¨¦stas no ayudaron a que el pa¨ªs cumpliera sus objetivos internacionales de reducci¨®n de emisi¨®n de CO2.
Aunque el Gobierno de Merkel decretase en 2019 el cierre del sector del carb¨®n antes de 2038 y tomase medidas medioambientales m¨¢s radicales que la mayor¨ªa de los pa¨ªses, en el ¨¢mbito nacional su estrategia cuenta cada vez con menos apoyos. Por el contrario, a nivel mundial se la considera ¡°la canciller del clima¡±, la dirigente que est¨¢ encabezando la lucha contra el calentamiento global, art¨ªfice fundamental de los Acuerdos de Par¨ªs de 2016 y del acuerdo de la UE de 2020 para reducir las emisiones de CO2 antes de 2030.
La decisi¨®n igualmente audaz de Merkel de no cerrar las fronteras alemanas a la inmensa ola de inmigrantes llegados a Europa en el oto?o de 2015, tras el fracaso de la Primavera ?rabe y la cat¨¢strofe de Siria, tiene rasgos similares. Los Estados en primera l¨ªnea en el sudeste de Europa, en especial Grecia y Hungr¨ªa, estaban sobrepasados; los grandes pa¨ªses ricos del noroeste, en particular Reino Unido, se cre¨ªan a salvo de la marea humana y prefirieron mantenerse al margen. La UE no supo dar una respuesta com¨²n.
Merkel actu¨® por su cuenta. Movida por la compasi¨®n, pronunci¨® sus famosas palabras: ¡°Podemos hacerlo¡±. El derecho alem¨¢n fundamental de asilo, dijo, no ten¨ªa l¨ªmites. La historia tambi¨¦n fue un factor, dada su sensibilidad respecto al legado moral del pasado nazi de Alemania. La canciller apel¨® a sus conciudadanos, que recibieron una ayuda internacional masiva tras la II Guerra Mundial, y les inst¨® a acoger a los necesitados del siglo XXI, rechazados por otros europeos. ¡°Si ahora tenemos que empezar a pedir perd¨®n por mostrar un rostro amable en una situaci¨®n de emergencia, entonces este no es mi pa¨ªs¡±, dijo.
Tambi¨¦n tuvo mucho que ver Alemania Oriental: la colocaci¨®n de alambradas en Hungr¨ªa para no dejar entrar a los inmigrantes que llegaban del sur evoc¨® en Merkel los recuerdos m¨¢s siniestros de su juventud en una RDA aislada por el muro.
Desde un punto de vista m¨¢s pragm¨¢tico, confiaba en que la econom¨ªa alemana tuviera la solidez suficiente para absorber el coste de cientos de miles de refugiados y cre¨ªa que la llegada de trabajadores j¨®venes y cualificados acabar¨ªa siendo beneficiosa para un pa¨ªs en el que se preve¨ªa un descenso de la poblaci¨®n. Lo que m¨¢s tem¨ªa era que, como en la crisis del euro de 2011, la controversia a prop¨®sito de los refugiados desgarrase Europa si Berl¨ªn no mostraba una s¨®lida capacidad de dirigir. Y, en su opini¨®n, esa decisi¨®n era la ¨²nica responsable que pod¨ªa tomar, porque serv¨ªa para aliviar la enorme presi¨®n que sufr¨ªan otros vecinos europeos m¨¢s peque?os y los pa¨ªses de los Balcanes, los primeros a los que hab¨ªan llegado los refugiados y migrantes.
Es significativo que, cinco a?os despu¨¦s, la mayor¨ªa de los inmigrantes que se quedaron en Alemania est¨¦n perfectamente integrados en la sociedad y hayan repuesto un mercado laboral que llevaba tiempo necesitando nueva mano de obra.
Aun as¨ª, los costes nacionales e internacionales han sido considerables. Las ciudades y los Estados alemanes pasaron meses dif¨ªciles tratando de hacer sitio a la marea y, despu¨¦s de las primeras muestras de entusiasmo y comprensi¨®n, numerosos ciudadanos se sintieron desbordados y abrumados. Y muchos socios de Alemania en la UE temieron que la decisi¨®n de Merkel provocara una nueva oleada migratoria.
Hizo falta un s¨®rdido pacto multimillonario entre la UE y Erdogan, en 2019, para que la siguiente ola permaneciera en campos de refugiados en Turqu¨ªa, lo que en la pr¨¢ctica supuso cerrar las fronteras europeas (incluida la alemana) a m¨¢s refugiados de Siria. En t¨¦rminos generales, la crisis aliment¨® los sentimientos etnonacionalistas y la xenofobia en toda Europa. Y en Alemania tambi¨¦n, puesto que los compa?eros de Merkel en el partido conservador (CDU) empezaron a criticarla por ingenua y por limitarse a reaccionar. Estas cr¨ªticas contribuyeron a impulsar el populismo de extrema derecha y hacer que Alternativa por Alemania (AfD), el peque?o partido euroesc¨¦ptico fundado en 2013, se convirtiera en una fuerza populista, extremista y envalentonada. En solo cuatro a?os, AfD consigui¨® entrar en el parlamento nacional y encabezar la oposici¨®n.
Merkel logr¨® ser reelegida en 2017 a pesar de la rebeli¨®n en las filas de la CDU, pero el resultado fue el peor de su partido desde la posguerra (solo el 33% de los votos) y fueron necesarios cinco meses de negociaciones ¡ªalgo sin precedentes¡ª para formar un Gobierno de coalici¨®n. Para los alemanes, Merkel parec¨ªa estar agot¨¢ndose. A escala internacional, por el contrario, los sucesos de 2016 y sus medidas audaces y humanitarias la hab¨ªan transformado en ¡°l¨ªder del mundo libre¡±.
El problema m¨¢s complicado para Merkel ha consistido en definir las cambiantes relaciones de Alemania con las grandes potencias. El pa¨ªs es un puntal econ¨®mico mundial y una potencia pol¨ªtica central en Europa, que est¨¢ en el mismo continente que Rusia, de la que importa energ¨ªa. Tambi¨¦n necesita las exportaciones a China (su mayor socio comercial fuera de la UE) y depende de Estados Unidos en materia de seguridad nuclear. Eso hace que sus opciones estrat¨¦gicas sean limitadas.
Hist¨®ricamente, eso se ha reflejado en una profunda disposici¨®n a mantener el equilibrio entre aliados y adversarios, y Merkel ha respetado esa tradici¨®n. De ah¨ª la tendencia a no enfrentarse con Mosc¨² y Pek¨ªn. La debilidad militar del pa¨ªs ¡ªconsecuencia de su renuncia a buscar el poder tras la II Guerra Mundial¡ª y su falta de preparaci¨®n para liderar en un mundo cada vez m¨¢s digital y de ciberseguridad est¨¢n perjudicando la seguridad euroatl¨¢ntica.
Y adem¨¢s est¨¢ la covid. No cabe duda de que Merkel, la cient¨ªfica de Alemania Oriental, la canciller de todos alemanes y la gestora de crisis internacionales, se sinti¨® reivindicada cuando, a finales de 2020, se revel¨® que al desarrollo de una de las vacunas de ¨¦xito internacional, la de Pfizer-BioNTech, hab¨ªan contribuido unos cient¨ªficos alemanes de origen turco.
En los ¨²ltimos meses, el peso de Merkel como gobernante est¨¢ disminuyendo y ha tenido claras dificultades con la gesti¨®n de la pandemia en su propio pa¨ªs. Despu¨¦s de lograr contener la primera ola del virus, las advertencias (incluidas las que hizo ella) sobre la segunda ola cayeron en saco roto. Los resultados fueron un brusco aumento de casos en el invierno de 2020-2021, un confinamiento prolongado y ¡ªlo m¨¢s pernicioso para la moral¡ª un proceso de vacunaci¨®n extremadamente lento y burocr¨¢tico.
No obstante, la campa?a de vacunaci¨®n todav¨ªa puede ser un ¨¦xito, dada la enorme expansi¨®n que ha tenido recientemente la capacidad de producci¨®n nacional de BioNTech. As¨ª que todav¨ªa no est¨¢ claro si la gesti¨®n de Merkel ha sido buena o mala en este sentido.
Lo que resulta sorprendente es el papel que ha tenido la pandemia en la pol¨ªtica electoral. La canciller fue incapaz de controlar a los responsables de los 16 L?nder de la Rep¨²blica Federal, que tomaron sus propias decisiones sanitarias mientras se disputaban la candidatura de su partido a la canciller¨ªa. Pero adem¨¢s hubo una encarnizada e infrecuente lucha por el poder entre los conservadores en la que los dos principales aspirantes a sustituirla se enfrentaron durante semanas, hasta que el l¨ªder b¨¢varo Markus S?der reconoci¨® la derrota frente a su rival, Armin Laschet, de Renania del Norte-Westfalia, en abril de 2021.
Esta fea disputa p¨²blica ha debilitado a la CDU. Aun as¨ª, Merkel sigue siendo la pol¨ªtica preferida del pa¨ªs. En general, los principales beneficiarios de todas las ri?as pol¨ªticas parecen ser Los Verdes, cada vez m¨¢s centristas.
En 2005, cuando Angela Merkel se convirti¨® en la primera mujer canciller de Alemania, el parido de Los Verdes, en la oposici¨®n, era el quinto m¨¢s grande. Hoy, con su dirigente reci¨¦n elegida, Anna Lena B?rbock, al frente, se encuentran casi igualados con los conservadores, en un 25%. Pase lo que pase en las elecciones de septiembre, es probable que Los Verdes sean un elemento importante, incluso el principal, del pr¨®ximo Gobierno. Para la popular pol¨ªtica democristiana, esta ser¨ªa una despedida ir¨®nica.
Angela Merkel deja un vac¨ªo pol¨ªtico y un legado ambivalente. Pero hay muchas cosas que aprender de ella. Cuatro victorias electorales son una proeza extraordinaria. A una persona no se la considera la l¨ªder mundial m¨¢s digna de confianza sin motivo. No le gusta a todo el mundo, pero nadie ha podido prescindir de ella. Ha construido puentes y negociado acuerdos. Ha influido apelando a la raz¨®n y a la cooperaci¨®n.
Frente a las adversidades, ha conservado la calma y ha seguido adelante. Frente al sufrimiento, ha mostrado humanidad y empat¨ªa. Ha gobernado con dedicaci¨®n, profunda convicci¨®n moral e integridad. Y, sobre todo, en la era de Putin, Trump, Johnson y Orb¨¢n, ha personificado el poder sin vanidad.
Kristina Spohr es profesora de Historia Internacional en la London School of Economics y en la Universidad John Hopkins. Su ¨²ltimo libro es Despu¨¦s del Muro: La reconstrucci¨®n del mundo tras 1989 (Taurus).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.