Imagina que escribes
La mente de un tetrapl¨¦jico teclea casi tan deprisa como los dedos de un chaval
La entrevista m¨¢s singular que he hecho en mi vida fue con Stephen Hawking en su despacho de Cambridge. Es cierto que el gran f¨ªsico hab¨ªa tenido la amabilidad de aceptar unas cuantas preguntas unos d¨ªas antes, y nos recibi¨® con las respuestas ya cargadas en su c¨¦lebre sintetizador de voz. Pese a ello, me dio la oportunidad de hacerle otra pregunta en directo. Gracias a mi familiaridad con el jazz, logr¨¦ improvisar una en dos segundos: ?Es posible que el Big Bang no fuera el origen del universo? Hawking se concentr¨® en la tarea de responder. Mientras yo hablaba con su ayudante y sus estudiantes de doctorado, o¨ªa que el f¨ªsico produc¨ªa un clic de vez en cuando. La ayudante se acerc¨® a la pantalla y corrobor¨® que Hawking iba a darme una respuesta concienzuda.
Clic, clic. Su ¨²nico contacto con el mundo era el dedo ¨ªndice de su mano derecha, con el que pod¨ªa pulsar las teclas del ordenador incorporado en la silla, lenta y penosamente. Tard¨® toda la hora de la entrevista en responder: ¡°Hay teor¨ªas en las que existe una fase del universo anterior al Big Bang, pero las ecuaciones se rompen en el Big Bang, de manera que no las puedes seguir a trav¨¦s de ese momento. El universo como lo conocemos empez¨® en el Big Bang¡±. Pocas veces me he sentido tan agradecido por una respuesta. No solo porque te hac¨ªa volar la cabeza, sino por el esfuerzo que le cost¨® escribirla. Tambi¨¦n hay que decir que, cuando el fot¨®grafo, Gorka Lejarcegi, se subi¨® a su mesa para conseguir el punto de vista perfecto, Hawking le ech¨® del despacho con un go out del sintetizador que le sali¨® bastante r¨¢pido, para ser sinceros. Una cosa es analizar el universo y otra es mandar a un fot¨®grafo a la calle.
Ya entonces, en 2005, me choc¨® que Hawking no utilizara la tecnolog¨ªa de las interfaces mente/m¨¢quina, que en aquel momento empezaban a mostrar su potencial en situaciones experimentales. Primero los monos, y despu¨¦s las personas, han demostrado por encima de toda duda razonable que unos chips de electrodos implantados en el cerebro pueden obrar el milagro de conectar la mente directamente a un brazo rob¨®tico o a una carcasa andadora. Krishna Shenoy y sus colegas de la universidad de Stanford, California, presentan ahora en Nature una interfaz mente/m¨¢quina ¡ªun chip de electrodos implantado en el cerebro¡ª que convierte el pensamiento del paciente en texto. Esto habr¨ªa ayudado a Hawking, y ayudar¨¢ a mucha gente paralizada por enfermedad o accidente. Les permitir¨¢, literalmente, escribir con su imaginaci¨®n. Piensa en la ¡°g¡±, y all¨¢ que va la interfaz escribiendo una ¡°g¡± en tu teclado.
La investigaci¨®n ha permitido a un hombre paralizado de 65 a?os teclear con el pensamiento a 90 caracteres por minuto (c/m). Es menos que la velocidad media de la gente com¨²n, unos 190 c/m en un ordenador, pero desde luego mucho m¨¢s que la rapidez de Hawking con su ¨²ltimo dedo ¨²til. De hecho, la velocidad t¨ªpica de una adolescente escribiendo en el teclado no pasa de 115 c/m. La mente de un tetrapl¨¦jico est¨¢ a punto de alcanzar a los dedos de un chaval, lo que en s¨ª mismo es un prodigio tecnol¨®gico. Pero m¨¢s interesante a¨²n resulta imaginar las posibilidades de esta t¨¦cnica. Escribir ideas con solo imaginarlas es mi favorita.
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