Sobrecarga de operadores
El cometido de un banco central es estabilizar los precios. Si tambi¨¦n intenta salvar el planeta, fracasar¨¢ en ambas tareas
![La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa celebrada el a?o pasado en Fr¨¢ncfort.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GDQACDANSBF7HEYX5A3DEBZ5FE.jpg?auth=7e772f45693960f8b04ae8460b8d62e8dd2502b205c69878d0048ab11191dfcc&width=414)
Los programadores inform¨¢ticos conocen bien el concepto. Sobrecarga significa programar una funci¨®n de manera que realice diferentes tareas dependiendo de lo que se haya introducido. Por ejemplo, si se introduce un n¨²mero, la funci¨®n puede arrojar los factores primos. En cambio, si lo que se introduce es una palabra, proporciona la ra¨ªz, el prefijo y el sufijo.
La sobrecarga no funciona bien en el terreno de la pol¨ªtica. En ese mundo deber¨ªa utilizarse un instrumento para alcanzar un objetivo, como la pol¨ªtica monetaria para controlar la inflaci¨®n, la pol¨ªtica fiscal para suavizar las fluctuaciones del ciclo econ¨®mico, y las pol¨ªticas estructurales para aumentar la productividad. En realidad, y especialmente en nuestra realidad, esto no es tan sencillo. Desde la crisis financiera, los bancos centrales han aprendido que necesitan m¨¢s de un instrumento para estabilizar las expectativas de inflaci¨®n. El Banco Central Europeo utiliza una combinaci¨®n de tipos de inter¨¦s, pol¨ªticas de liquidez, adquisici¨®n de activos y anticipaci¨®n de la pol¨ªtica solo para lograr ese objetivo. Salir indemnes de la pandemia ya es una tarea ingente. A?adir otra es sobrecarga.
El cambio clim¨¢tico es, ciertamente, el reto previsible m¨¢s importante para el mundo en este siglo. El BCE tambi¨¦n se lo est¨¢ tomando en serio. Y as¨ª debe ser. Pero el temor es que su plan de acci¨®n clim¨¢tica tienda a la hiperactividad, eso que acaba distray¨¦ndolo a uno de su cometido principal.
El plan contiene dos categor¨ªas, una perfectamente leg¨ªtima, y otra que yo calificar¨ªa de sobrecarga. La leg¨ªtima tiene que ver con los riesgos del cambio clim¨¢tico para el mandato fundamental del BCE. La alteraci¨®n del clima podr¨ªa tener efectos complejos para el nivel de los precios y la estabilidad financiera. Si un banco se ve expuesto a los riesgos derivados del cambio clim¨¢tico, los bancos centrales tendr¨ªan que adoptar una perspectiva. Esta es la clase de cosas que entran en el mandato primordial del BCE. No hace falta enumerarlo como una categor¨ªa aparte. Existen muchos factores estructurales que suponen un riesgo en este momento: las pandemias, los cambios en las cadenas de suministro, las criptomonedas, y tambi¨¦n el cambio clim¨¢tico.
Pero el plan de acci¨®n del Banco Central Europeo va m¨¢s all¨¢: ofrecer incentivos a empresas e inversores para que abandonen las emisiones que comportan altas emisiones de carbono; controlar la huella de carbono de los bancos; y fomentar la innovaci¨®n en finanzas sostenibles. Todo ello es deseable, pero se trata de tareas de naturaleza pol¨ªtica.
Los gobernadores de los bancos centrales olvidan a menudo que son independientes solo porque la sociedad ha llegado al consenso de que el objetivo de la pol¨ªtica monetaria tiene que ser la estabilidad de los precios. Cuando se los sobrecarga con objetivos pol¨ªticos, por muy sensatos que uno crea que son, se est¨¢ haciendo pol¨ªtica. Llegado ese momento, no hay que sorprenderse de que la gente empiece a poner en duda la independencia del banco.
Este a?o, Christine Lagarde ha pronunciado siete discursos adem¨¢s de sus apariciones habituales programadas. De ellos, tres estuvieron dedicados al cambio clim¨¢tico. Claramente, el BCE y su presidenta han iniciado un recorrido.
Las objeciones en contra de ello no son de orden legal. Lagarde es abogada de formaci¨®n. Sabe lo que hace. Invoca el mandato secundario del banco en defensa de su propio plan de acci¨®n contra el cambio clim¨¢tico. Esto significa que el BCE debe apoyar las pol¨ªticas de la UE siempre que no entre en conflicto con el mandato de la estabilidad de los precios.
No estoy cuestionando la legalidad de la apropiaci¨®n del mandato del BCE, sino su buen juicio. Pongamos la adquisici¨®n de activos como ejemplo de qu¨¦ podr¨ªa salir mal en una estrategia con un doble objetivo. La justificaci¨®n de la relajaci¨®n cuantitativa ha sido reducir los tipos de inter¨¦s a largo plazo a trav¨¦s de la compra de valores a m¨¢s largo plazo. La relajaci¨®n cuantitativa es un instrumento de pol¨ªtica monetaria perfectamente v¨¢lido. Pero, igual que con cualquier instrumento, tambi¨¦n se puede abusar de ¨¦l. Por ejemplo, se podr¨ªa comprar activos para monetizar la deuda de los gobiernos nacionales. Tambi¨¦n se podr¨ªa utilizar para dar a los emisores un incentivo para que se vuelvan respetuosos con el medio ambiente. He sido partidario de la relajaci¨®n cuantitativa y las compras en pandemia por motivos estrictos de pol¨ªtica monetaria, pero rechazo la idea de los programas de adquisici¨®n de activos cuyo objetivo fundamental ya no sea ese.
Mis objeciones no son legales ni morales, sino pr¨¢cticas. La sobrecarga de operadores es proclive a cometer errores. Y hay una gran diferencia con la programaci¨®n inform¨¢tica: cuando se sobrecarga un banco central, la tarea de eliminar fallos ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil.
Wolfgang M¨¹nchau es director de www.eurointelligence.com.
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