Secesionismo c¨®smico
Es el anuncio del derecho a separarse de la Tierra cuando no quede rinc¨®n por explotar, se haya acabado el negocio y sea un asco vivir aqu¨ª
El primer paso ya est¨¢ dado. Turismo espacial es la pretenciosa denominaci¨®n de una estancia de diez minutos en la frontera del cosmos, a 100 kil¨®metros de la Tierra. Cuesta un pico, pero pronto se abaratar¨¢. Es poco lo que se ofrece, apenas la singular atracci¨®n de un parque donde pasar la tarde, exclusivo para multimillonarios.
Los promotores han imaginado una publicidad de contenido filos¨®fico. Gravitar¨¢ sobre el momento m¨ªstico en el que el ser humano encaramado a tal distancia consigue desvelar el sentido de la existencia. No bastar¨¢n el yoga, los ejercicios de meditaci¨®n o la lectura de Marco Aurelio para encontrarnos a nosotros mismos, sino que ser¨¢ imprescindible elevarse en un cohete o un avi¨®n propulsor a 100 kil¨®metros de altura para contemplar la superficie, efectivamente curvada, de d¨®nde acabamos de salir disparados. Abstenerse terraplanistas.
El negocio promete. Tiene un largo recorrido por delante y de momento casi tres mil clientes potenciales, el n¨²mero de los milmillonarios que hay en el planeta, con el 60% de la riqueza mundial en sus manos. Hay oferta y hay demanda. Expresadas en kil¨®metros y d¨®lares, arrojan cifras astron¨®micas, como corresponde.
Para que nadie tenga dudas, este salto adelante en la historia, una distancia como la que hay entre Barcelona y Girona, se ha efectuado bajo el bendito signo de la libre competencia. ?Qu¨¦ otra gran idea podr¨ªa actuar como palanca para tanto progreso?
Branson y Bezos, como si fueran la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos, han empezado la nueva carrera espacial, en la que ya no son los Estados soberanos los protagonistas, ni son imperios ideol¨®gicos o modelos de sociedad los que entran en liza. A partir de ahora, quien no cuente a su disposici¨®n con una agencia espacial no ser¨¢ nadie en la exhibici¨®n de poder, de ah¨ª que tiene toda la l¨®gica que el gobierno independentista catal¨¢n quiera alcanzar tambi¨¦n la soberan¨ªa cohetera con el lanzamiento del Enxaneta, nanosat¨¦lite que atiende a la modestia de su nombre (l¡¯enxaneta es el ni?o que culmina el castell o torre humana t¨ªpica del pa¨ªs).
Los independentistas se conforman con largarse de Espa?a, pero los multimillonarios piensan en m¨¢s grande. Este peque?o paso anuncia su derecho a la secesi¨®n para cuando en la Tierra no quede rinc¨®n por explotar, el negocio se haya acabado y sea un asco vivir aqu¨ª. Al principio solo tendr¨¢n la segunda residencia en el espacio y luego, un buen d¨ªa, ya no volver¨¢n.
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